Todos estaban contribuyendo sobre que creían que era la mejor estrategia y los lugares que íbamos a atacar y cómo íbamos a lidiar con Envidia inconsciente, pero tal pareciera que ya no iba a ser necesario. Envidia soltó un quejido.
Orgullo dirijo su mirada a donde había dejado apoyada a Envidia, quien tenía los ojos abiertos y los observaba a todos.
—¿Codicia? –preguntó Envidia mientras se levantándose, Pereza empujó a Gula atrás de él— ¿Qué sucede por qué me miran así? ¿Dónde está Codicia? Sentí su presencia, pero no lo veo.
Todos la miramos con desconfianza, pero Envidia parecía sinceramente confusa, como si todo lo que había pasado antes se le hubiese borrado.
“¡Genial, ahora no podría reclamarle que casi lo matara!”
—Lo tienen los guardianes, ¿no recuerdas nada? –pregunta Gula, acercándose a Envidia– Estamos en la base de los guardianes, viajamos hasta aquí y estábamos a punto de planear como recuperarlos, ¿nos puedes ayudar a planear?
Envidia sonrió como la vez que me iba a rebanar el cuello, Gula se alejó un poco y Pereza dio un paso adelante.
—¿Alguien se atrevió a tocar a Draven? –pregunto con una sonrisa y luego nos miró de nuevo con curiosidad— ¿Quiénes son ustedes y por qué tienen presencia de demonio?
Gula se levantó y caminó hacia Pereza.
— Tienes que estar bromeando, Envidia –habló con molestia Orgullo– No estamos de humor, queremos terminar esto lo más antes posible, Codicia, Ira y Lujuria están allá adentro y no sabemos en qué condiciones.
—Tú hablas demasiado para ser uno de mis pecados, ¿Cuál posees? – pregunta Envidia acercándose a mí, ahora todos estamos más que confundidos, no parece estar bromeando– Ya mencionaste a Codicia, que es mi Draven, mencionaste a Ira y a Lujuria, ustedes son tres así que supongo encontré portadores para todos los demonios. Tienes una postura segura y hablas con confidencia, debes ser Orgullo.
—¿Envidia? –pregunta insegura Gula, llamando la atención de Envidia, quien se ilumina al verla.
—¡Oh, pero mírate! ¡Eres una preciosura! –exclama Envidia y en poco tiempo está tomando la cara de Gula– Tienes migajas de comida en el rostro, debes ser Gula y tú obviamente eres Pereza.
Se aleja con la misma rapidez con la que se acercó, desde cierta distancia nos observa tranquilamente.
—No sé cómo me conocen normalmente y no me interesa –explicó al fin Envidia–. Yo soy Envidia, no Amber, no la portadora de Envidia, soy el demonio de Envidia. Gusto en conocerlos y ver de nuevo a sus demonios, ¿Cómo están mis chiquitos?
Orgullo sintió a su demonio moverse alegremente por su mente. ¿Qué rayos? ¿Eran sus mascotas o algo así?
—Tú –dijo Envidia señalando a Gula–. Mencionaste algo sobre mi Draven, ¿dónde está? Llevo mucho tiempo sin sentirlo.
—Se lo llevaron los guardianes –responde Gula y al ver la cara de confusión de Envidia decidió explicar–. Son humanos con dones divinos que nos persiguen y desean matarnos.
—¡Oh, así que esos pequeños lograron formar un grupo mayor e incluso secuestrar a Draven! –exclama riéndose y luego nos mira— ¿Y qué planean hacer con sus fuerzas? Hay al menos doscientos hombres en ese edificio y ustedes son cuatro humanos portadores de demonios sin un solo gramo de poder en sus manos. Los van a destrozar.
—¿No nos ayudaras?
—Supongo que debería, pero son débiles y me serían un estorbo. –declara Envidia.
—¡Oye! ¡No me interesa que seas un demonio mayor! ¡Nada te da el derecho de sacarnos de la misión! –exclama Orgullo enojado— ¡Soy romano y preferiría morir en el campo de batalla que retirarme!
Envidia se empezó a reír como si hubiese contado el mejor chiste de la maldita historia.
—Parece que recolecté personas interesantes, me gustas, tienes el espíritu. –murmuró Envidia– Está bien, les mostraré que soy misericordiosa y los dejaré obtener todos los poderes de sus demonios.
Se pone en medio de nosotros y cierra sus ojos, da profundas inhalaciones.
- Dría, ven a mi llamado –llama con los ojos cerrados–. Te necesito.
Orgullo observó los alrededores, no había manera que Alexandría respondiera sólo con eso y viniese a ayudar, si con todo el ritual de Pereza apareció y venía rabiando. Niebla dorada empieza a esparcirse y el olor a tormenta nos inunda y Alexandría se materializa, sus alas revoloteando cerca de Envidia.
—¿Para qué me llamas, Envidia? ¿Te arrepientes de matar al romano? – supone y luego me mira sonriente— ¡Romano! Sigues vivo, quien diría, creí que estarías muerto.
No me agrada que esté bromeando sobre mi muerte tan libremente y no poder decirle nada, era callarse o morir y ahora su muerte ya no sería una broma, sería un hecho. En lugar de decir algo le sonrió sarcásticamente, Dría le regreso la sonrisa antes de centrarse en Envidia.
—Oh, veo que regresaste de tu confinamiento, ¿Qué deseas de mí, demonio de Envidia? Si no respondes me iré, Luc está esperando por mí. –le apresura Dría a Envidia.
—¿Sigues con él? Creí que ibas a encontrar una manera de escapar –dijo Envidia molesta, cuando vio que Dría le regresaba la expresión, suspiró–. Libera los poderes de todos, incluso los míos aún están restringidos por tu magia.