Siete Imperfecciones [completa]

Capítulo 10

Envidia despertó después de las descargas de energía que Dría le envío a través del cuerpo para poner funcionando todas las partes y desatar todos sus poderes. Oh, como amaba y temía sentirse completa. Esperó que los demás despertaran, el primero fue Pereza, luego Gula y, por último, Orgullo.

—¿Dónde está Dría? —pregunta Orgullo sacudiendo la cabeza para despejar la mente— Oh, maldición. ¿Qué es esto?

Envidia observa con una sonrisa como Orgullo examina sus alas con un plumaje como el halcón. Las extiende e intenta volar un poco, se eleva unos centímetros y desciende.

—¡Santa madre! Tengo alas de halcón. ¿Soy el único? —me pregunta con emoción y asiento— ¡Genial!

—Orgullo es el único demonio mayor que vuela por los cielos y, por lo tanto, el líder de todos los demonios con alas –explico.

—¿Puedo liderar una horda de demonios voladores? —pregunta emocionado Orgullo.

—¿Él es el único que cambio? —pregunta Pereza— ¿El único que puede liderar una horda?

—No, Gula también puede cambiar y lidera a los demonios bestia —explico sonriendo a Gula para calmarla—. Cualquier demonio con forma de bestia te seguirá y peleará contigo y para ti.

—No creo poder liderar —murmura Gula y Envidia chasquea la lengua.

—En el momento lo lograras, Gula se encargará de eso, tu solo deja a tu demonio hacer el trabajo —le explico envolviéndola en abrazo—. Pereza no necesita liderar, tú eres arma a distancia, de las más efectivas, tú causas parálisis y sus órganos empiezan a colapsar por dentro. 

—¿Y tú? —pregunta Orgullo.

—Yo soy aire tóxico, no lo puedes ver exactamente, sabes dónde está por su avance, cuerpos derritiéndose como si hubieras vertido ácido sobre ellos —digo sonriendo—. Ahora que saben eso y la niebla de Dría está de nuestro lado. ¡Ataquemos! Pereza el lado izquierdo, Gula el derecho, yo al frente y Orgullo el cielo, tú tienes toda el área superior.

—¡Oh, sí! —exclama alzándose al vuelo y desapareciendo con sus armas.

Les sonrió y me posiciono para entrar. Dejo que el aire tóxico se extienda y empiezo a caminar hacía la puerta, Yo nunca llegaba por atrás, la puerta delantera era siempre la opción más sorprendente.

Los cuerpos inician a caer, rostros, extremidades derretidas, sangre y huesos a la vista, todo sin ocupar su hacha que descansaba cómodamente de su hombro. Siguió su camino hasta llegar a la reja, impulsó su hacha y la estrelló contra las bisagras de la reja de metal, al poco tiempo la reja cedió y cayó. Envidia sonrió.

Gula camina lentamente hacía el puesto que Envidia le dijo, no se sentía segura, ¿Qué se supone que haga? No es que fuera mala luchando, pero no había cambiado nada en ella, no como en Orgullo, en cambio ella sólo sentía a su demonio caminando ansiosamente y feliz por su mente, Envidia le recomendó dejar que su demonio se hiciera cargo, Pero ¿cómo hacía eso?

Un disparo la sobresaltó y pasó rozando, Gula dejó salir un gritillo que la hizo fácil de localizar. ¿Por qué debía ser tan inútil? ¡No podía ver nada y si no sabía dónde estaban no podía utilizar sus dagas! ¡Menos sus espadas dobles!

Una bala le rozó el brazo y con un chillido se lanzó al suelo, el miedo empezó a consumirla y no por las balas, olviden eso. Gritó con dolor en el momento en que sus huesos empezaron a fracturarse y acomodarse de otra forma, su piel se llenó de cabello y su visión mejoró notablemente, cuando Gula quiso preguntarse con confusión qué estaba pasando, lo único que surgió fue un rugido.

Pronto Gula notó que tenía patas de felino y cuando se sentó notó que en lugar de una cola de pantera normal tenía una clase de aguijón, sintió a Gula rugir de placer al estar en su forma natural ¿Se había convertido en una mezcla de escorpión y pantera? Ya no había tiempo de cuestionarse en el momento en el que los guardianes aparecieron en su campo de vista su demonio se hizo cargo, Gula se inclinó lentamente, observando a los guardianes, acercándose silenciosamente. Su cola golpeó con un árbol y esto alertó a los guardianes de mi presencia, sin darles otra opción más que morir, se lanzó encima de ellos, desgarrándolos a mordidas, zarpazos, perforándolos con su cola e inyectándoles veneno, cuando acabó con ellos, vibraba de la adrenalina y se adelantó por su lado, sin importarle nada ya, esto era guerra y no estaba dispuesta a morir una vez más.

Cada vez que Gula se encontraba un guardián utilizaba su cola o su fuerte mandíbula para arrancar su cabeza de un mordisco, disfrutando el sabor de la sangre, en algún momento se volvió una masacre y la masacre se volvió festín en cuanto Gula empezaba a degustar la carne fresca de los guardianes, su sangre salpicando todos los árboles y sus gritos de horror al verla solo le producían satisfacción, estaba disfrutando atraparlos cuales ratas y engullirlas, sentía sus fuerzas crecer cada que engullía carne de guardianes.

En algún momento la niebla negra dejó de cubrir a Gula y si bien eso les regresaba un poco de ventaja a los guardianes que al fin podían verla, no significaba nada, al final del día, los estaba atacando una bestia que escurría sangre de su pelaje y en el momento que los notaba se lanzaba sobre ellos y los devoraba, tragaba a sus compañeros de unas cuantas mordidas y no parecía saciarse, las balas no parecían siquiera atravesar su grueso pelaje negro y los tranquilizantes no servían en esa bestia.

Muchos guardianes querían ocultarse, pero ella siempre los encontraba, era como si el olor al miedo la guiara hacia ellos, hacía donde se escondían las sucias ratas de alcantarilla. Gula debía deshacerse de todas y cada una de ellas, pero como las ratas, seguían apareciendo más, por más fuerte y erráticamente que Gula luchara la superaban en números.

Un estruendo irrumpió en el cielo, parando momentáneamente la pelea.

Pereza observó con aburrimiento como su poder hacía que los guardianes se quedaran inmóviles a su paso y luego empezaban a escupir sangre y caían sin vida, se estaba hastiando de su poder, ¿No podía ser más interesante? Porque todo era tan limpio, sin contacto. Odiaba esto, había matado al menos dos docenas de guardianes en menos de cinco minutos, si bien era rápido no le gustaba no ensuciarse las manos, ahora que Gula lo había aceptado no había nada que ocultar podía bañarse en la sangre de la pelea si deseaba, mutilar y destazar a cuantos quisiera. ¡Esto era la guerra y él no tenía una sola gota de sangre en sus manos!

Cuando llevaba al menos cuatro docenas de guardianes encerró a su demonio, lo lanzó al final de su mente y tomó parte de su poder, explotar los órganos. Para cuando los otros guardianes llegaron Pereza les disparó con una ametralladora Browning calibre 50 que le robó con anterioridad, los cartuchos salían disparados con fuerza, los Joules de retroceso le hacían escocer el brazo; Cuando terminó con las municiones, desenfundo su arco, acomodando sus arcos de ser necesarios, pero él prefería empuñar su arco de doble cuchilla. Cuando los otros guardianes se acercaron, alertados por el sonido de disparos y los gritos de ayuda, refuerzos, Pereza estaba listo para ellos, arriba de su reja de metal, al escuchar los pasos, se lanzó al más cercano y con su vista ya acostumbrada a la oscuridad gracias a que Pereza se movía en la noche normalmente, pudo apuñalar su garganta perfectamente, el gritó amortiguado por la sangre empezando a acumularse alertó a todos los otros, pero Pereza ya iba por ellos, no había necesidad de llamar su atención. Él les brindaría el tratamiento adecuado a todos y cada uno de ellos.

Pereza se encontraba mutilando las extremidades de todos los guardianes que lo rodeaban, unos estaban tirados, expulsando sangre de sus labios y sin otro signo más de muerte, pero Pereza sabía que todos sus órganos habían explotado como si hubiera minas dentro de ellos, en ese momento la niebla se disipó y sus ojos se resintieron. Los guardianes que quedaban vivos y los que venían soltaron jadeos y maldiciones al visualizar su obra maestra llena de huesos, extremidades tiradas en las rejas, cráneos destrozados con las culatas de sus propias escopetas. Luego lo miraron a él. Pereza les sonrió y se tronó el cuello. Ellos iban ahora por venganza de sus compañeros, pero Pereza amaba destrozar a los inútiles que se atrevían a meterse con él.

Pereza esquivaba sus balas y robaba sus armas, algunas veces les disparaba en la frente dejando que los guardianes murieran pacíficamente, otras solo a las piernas para hacerlos más fáciles de matar cuando el llegara son su arco y les apuñalara, los atravesara con sus flechas, les rompiera las costillas utilizando su arco como bate y luego sus manos para arrancarlas de sus cuerpos. Luego podía cortar los intestinos de un guardián y asfixiar a otro con las entrañas de sus compañeros, a otros cuando caían los hacía comer el corazón o hígado de sus compañeros a unos incluso les dio a comer sus propias carnes.

Uno a uno moría de maneras horrorosas, todo para divertir a Pereza, para saciar sus ansias de matar, mutilar y destrozar

Cuando un estruendo irrumpió en el suelo, no quedaba ningún guardián vivo en su sector y Pereza estaba tarareando mientras hacía montañas de cuerpos deseando tener gasolina y fuego para quemarlos.

Todos observaron como llamas cubrieron el cielo, parecía que hubiese un manto de fuego, truenos saliendo de este y aterrizando en el suelo, retumbando. Como si fueran abejas, cientos de demonios salían de ese manto y se quedaron quietos suspendidos en el aire, parecía que nunca dejarían de salir aquellos terribles seres, pero cuando se extendían casi tan amplio como el manto de fuego, salieron solamente dos seres, de los poco que tenían apariencia completamente humana. Uno de los últimos en salir levantó un brazo y como si fuera una orden los demonios descendieron hacía la base.

Orgullo gritó y los demonios con toda clase de alas se acercaron a él y bajo sus órdenes destrozaban a los guardianes desde la comodidad de los aires, los guardianes intentaban dispararles, pero era inútil, eran agiles y los superaban por mucho en número.

Las bestias se reunieron al lado derecho y pronto rugidos, gruñidos, gritos de agonía surgieron de ese sector, mientras las bestias se dedicaban a devorar a los guardianes. Ahí debía estar su Gula liderando.

Uno de los demonios que salió de último, descendió a mi sector y lo observé sentado desde la considerable montaña de cuerpos que había reunidos antes que me interrumpieran y quitaran la inspiración. El bello ser silva por lo bajo al ver la escena y luego se sobresalta a verme sentado ahí observándolo. Seguro creyendo que era uno de los muchos cadáveres no me había tomado en cuenta.

—¿Tú hiciste esto? —pregunta con sus ojos escaneando todo el lugar, simplemente asiento— Pero tú eres Pereza.

Ladeo la cabeza en confusión.

—¿Qué tiene eso que ver? —pregunto sin muchas ganas de saber su opinión, el sueño se estaba haciendo presente.

—Tu poder es matar sin trabajar, simplemente parálisis y hemorragia interna —explica obviando lo que ya sé—, pero en lugar de ser la escena más limpia, es la más sangrienta y macabra.

—Me aburrí de verlos morir tan fácilmente y me gusta matar con mis manos, escuchar cómo se rompen los huesos, mancharme de sangre. —respondo encogiéndome de hombros.

—¿Sólo eso? —pregunta sorprendido y cuando asiento lanza una carcajada— Definitivamente son muy interesantes todos ustedes.




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