Todo sucedió tal y como imagine.
Mamá gritaba y podía escuchar las lágrimas en sus palabras. Papá golpeó la pared al menos tres veces desde que llegó. Una hora exactamente.
Había decidido salir, como le había dicho a papá estaba harto de todo ello.
Baje las escaleras casi corriendo mirando mis pies para no tropezarme. Una vez que llegue a la sala empuje a papá del pecho cuando vi lo cerca que estaba de mamá mientras le decía algo entre dientes y golpeaba su dedo índice con fuerza contra su pecho.
Hijo de puta.
- ¡Lárgate! - le grite molesta empujándolo nuevamente hacia la salida.
- Ve a tu maldito cuarto Al. Ve a tu jodido cuarto y no te metas en nuestras cosas.
- Me importa una mierda si me meto donde no me llaman pero te advertí. Te dije que dejaras de hacer llorar a mamá.
- ¡Ella es la maldita loca a la que deberías hablarle de esa manera! -
- Vete de aquí papá, no me hagas llamar a la policía - Lo amenace observando a mi madre de reojo quien se sorbía la nariz y se secaba las lágrimas con rapidez. Sus ojos estaban bien abiertos observándome casi sorprendida.
Nunca le había hablado de aquella manera a mi padre y menos echarlo de casa y estaba segura que la mierda de la policía la puso alerta. Mire a papá quien respiraba pesadamente y su pecho subía y bajaba con rapidez. Su mirada casi me hizo retroceder, sabía que lo había herido con acusarlo a la policía pero era la única manera de que se fuera. Lo necesitaba lejos de mamá.
- Esto no se termina aquí, Tania. - dijo después de cerrar su boca y pasar la palma de su mano sobre su rostro casi exasperado.
- Vete papá- repetí esta vez con la voz bajita y me acerqué a mamá abrazándola de lado.
El hombre grande y fuerte delante de mi asintió sin decir ninguna otra palabra. Salió de casa dando un fuerte portazo que me hizo brincar junto a mi madre quien me abrazo en cuanto papá desapareció de nuestra vista. Su cuerpo convulsionaba por el llanto y sus lágrimas mojaban un poco mi hombro. La apreté más fuerte sabiendo que ella lo necesitaba.
- Gracias Al, pero no debiste salir de tu habitación. - dijo mamá separándose con su voz ronca debido a los gritos.
- No, está mañana le advertí. Estoy cansada de ver como no te deja hacer tu vida. Aún eres joven y hermosa el no debe meterse donde no lo llaman - caminé hacia la cocina mientras vomitaba mi odio y mamá me siguió observándome atentamente.
- ¿De que hablas exactamente? - serví un poco de agua y le entregué el vaso observándola con una ceja levantada.
No era estúpida.
- Se que estás viendo a alguien mamá.
Un jadeo se atascó en su garganta y se sentó de golpe en el banco de la cocina cerca de la barra de arenita gris. Me encogí los hombros y me serví agua. Le di un largo trago mientras observaba a mamá posiblemente cavilando dentro de su mente de como pude enterarme.
- Es un pueblo pequeño. Debiste decirme sabes que yo jamás te lo echaría en cara. Quiero que seas feliz mamá - tome su mano apretándola con poca fuerza, sus grises ojos me observaron llenos de lágrimas y dejo escapar un sollozo.
- No quise ocultártelo pero no es tan serio como crees, apenas lo estoy conociendo.
- ¿Es lindo? - ella río bajito secándose por segunda vez las lágrimas que mojaron sus mejillas con el dorso de su mano.
- Muy.
- Deberías invitarlo a cenar algún día.
- Le comentare. - me sonrió - Muchas gracias Al, a veces siento que la adulta aquí eres tú. Eres lo mejor que me ha pasado, la única cosa que hicimos bien tu papá y yo.
Asentí arrogante y ella me golpeó el hombro. Reí entre dientes.
El resto de la noche nos la pasamos con el estómago hacia arriba mientras veíamos una de sus películas favoritas y comíamos a mas no poder comida china ya que ninguna estaba de humor para cocinar.
Al día siguiente suspiré aliviaba cuando vi el carro de mama aparcado.
- ¿Lista? - me preguntó corriendo aún lado de mi. Esta mujer se la vivía con prisas.
- Si -
Ambas nos subimos a su auto y una vez que salimos a la carretera me comentó nerviosa.
- Aarón vendrá el viernes a la casa, ¿Te parece bien? -
- ¿Con que Aarón, eh? - le pique sonriendo abiertamente mientras sus mejillas de sonrojaban. - No tengo problemas con ello. Haré todo lo posible por alejar a papá.
- Mierda. Lo había olvidado.
- Te dije que no te preocupes - le reprendí. Definitivamente yo era la adulta en esta conversación. - Lo que menos quiero es ver a papá saltar sobre mi papá dos.
Se rió con fuerza.
- Estás loca - negó con la cabeza. Diez minutos después estábamos ya en la entrada de la escuela. - Pórtate bien, te quiero.
- Te quiero- repetí saliendo del auto.
Dentro de las instalaciones fui directo a la oficina del director el día de ayer se me hizo imposible hablar de mi casillero o mejor el cual sería mi nuevo casillero porque un maldito decidió lloriquearle a su padre.
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Editado: 27.01.2019