Otro día llegó y en casa de Erika se volvió a repetir el patrón del día anterior. Su madre estaba muy interesada en ella y eso la ponía nerviosa.
Seguía pensando que algo había pasado, pero no sabía que podría ser aquello y tampoco sabía cómo actuar ante el interés repentino de la mujer.
Cuando le preguntó nuevamente por su día respondió como solía hacerlo: Con el menor número de palabras posible, pero su madre no se dio por satisfecha y preguntó un par de cositas más.
A la hora de sentarse a la mesa también se repitió el nuevo patrón, pero esta vez Érika si levantó la vista, aún con el riesgo de toparse con la de su madre, y cuando coincidieron vió que ella quería decirle algo, pero ¿Qué podría ser?
Una hora después lo descubrió.
Estaba en su habitación y su madre tocó tímidamente la puerta. Ella la dejó pasar y se sentó en la cama mirándola jugar con sus manos. Un silencio muy incomodo se extendió en el lugar hasta que la mujer por fin habló.
-¿Quieres ir unos días para donde mi madre?-
¿A qué venía esa pregunta?
-¿Le pasó algo a Abu?
-No, pregunto si te gustaría estar allá porque... como no te llevas bien con Gabriel y él viene, pensé que estarías más cómoda.
Ella se quedó en silencio procesando casa palabra sin poder creerla. Llevaba mucho tiempo quejándose de ese señor, le había dicho a sus padres lo que pasó ¿y esa fue la única conclusión a la que llegaron? ¿que no se llevaba bien con él?.
-No hace falta que te preocupes, estaré bien aquí -dijo y la mujer asintió.
Debió haber digo que sí, bien sabía el infierno que se le iba a venir arriba en unos días, pero le daba rabia lo que pasaba. Hacía más de dos años que pasó el primer incidente ¿y hasta ahora venía a preocuparse por eso?.
-Que duermas bien, hija -dijo antes de marcharse.
-Gracias… mamá- lo último salió de su boca cuando la mujer ya se había ido y junto a esas palabras Érika soltó un suspiro, luego se dejó caer en la cama y sin siquiera pensarlo se quedó dormida.
Al otro día despertó de buen humor, sin ningún motivo en específico, por lo que se alistó y salió un poco más temprano que de costumbre y como al llegar a casa de Rafael el chico aún no estaba listo. Los esperó afuera.
-Hola -dijo Raymon
Ella se dio la vuelta y lo vió vestido de uniforme y con el pelo rubio rizado en todas direcciones igual que su hermano.
-Hola ¿Cómo estás?
-¿Eres novia de Rafael?
La pregunta la tomó por sorpresa. No esperaba algo así.
-No, somos ¿amigos?
SÍ, podría decirse que eran amigos.
El niño la miró curioso.
-¿Y por qué se van juntos todos los días?
-Porque vamos para el mismo lugar y es lindo hacernos compañía.
-¿Y por qué los vi abrazándose ayer?
-Nos estábamos saludando.
-¿Y por qué Rafa tiene fotos tuyas en su celular?
-¿Tú hermano tiene fotos mías?
-Sí, yo las estaba viendo en su celular.
¿Fotos suyas? ¿En el móvil de Rafael? Eso sonaba como algo muy difícil de creer. Ella nunca lo había visto tirándole fotos aunque dudaba que él las tomara cuando estuviera atenta.
-Eso no significa que seamos novios, los amigos también tienen fotos del otro en su celular.
-¿Tú tienes fotos de Rafa en tú celular?
Sé quedó sorprendida nuevamente. Esa era otra pregunta que no esperaba.
-Pues… no, pero tengo dibujos de él.
-Mi hermano no sabe dibujar- dijo mirándola con la cabeza de lado, se veía muy tierno, pero hacía demasiadas preguntas.
-No. Pero yo lo he dibujado a él.
-¿Sabes dibujar?-
-Sí.
-¿Puedes dibujarme a mi?
-Claro, pero en otro momento porque ahora no hay tiempo para eso.
-Exacto, ahora hay que ir a clases -agregó Rafael saliendo de la casa.
-Acabo de ver tu desayuno aún en la mesa. Comételo todo -le extendió la mano y el chico chocó los cinco y se fue corriendo hacia adentro.
-Así que… ¿tienes más dibujos de mi además de aquel que vi en la escuela?
Érika sintió que las mejillas le ardían y lo vió sonreír por eso.