-Este pequeñín quería venir a ver tu casa, así que lo traje -anunció Rafael mientras entraba a la casa con su hermanito sobre su espalda.
-Ray ¿Cómo estás?
-¿Ya eres novia de Rafa? -preguntó.
Seguía teniendo un arte para hacer preguntas que la tomaban desprevenida..
-Si, somos novios -respondió
-¿Y se besan en la boca cuando no hay nadie?
Rafael se río por lo bajo viéndola ponerse roja.
-¿Cómo sabes que los novios se besa en la boca? -le preguntó tratando de evadir la respuesta.
-Porque mi prima Alicia tenía un novio y lo besaba en la boca cuando su mamá no estaba.
-Ohh -dijeron al unísono.
-Sí, nos besamos en la boca cuando no hay gente y, a veces, cuando hay también- le respondió su hermano y Érika le dió un manotazo despacio. -¿Qué pasa? Esa es la verdad.
-No tienes porque decirla así.
-Ray podrá ser un niño, pero es bien inteligente y no te iba a dejar en paz hasta que respondas. Sé por qué te lo digo.
-Rafa -habló el niño y le hizo señal con las manos para que se acercara, así lo hizo.
Sonrió mientras Ray le decía algo al oído.
-Cuando nos bajamos campeón. ¿Está bien?
-Esta bien- chocaron los puños y todos terminaron de entrar a la sala, un lugar con apenas una mesita pequeña, una silla y con cuadros recostados de las paredes.
Se sentaron en el suelo.
-¿Por qué no tienes muebles? -preguntó Ray.
-¿Por qué aún no los he comprado?
-¿No los haz comprado porque no tienes dinero?
-Si tengo dinero, pero prefiero gastarlo en otra cosa. No en muebles.
-¿Qué es eso?- señaló uno de los cuadros en el que aparecía un paisaje de una puesta de sol cerca de un río.
-Es uno de mis cuadros.
-¿Tú lo dibujaste?
-Sip
-¿Y ese también? -Señaló otro.
-También
-¿y ese?
-Todos los cuadros que están aquí los hice yo.
-¿Y tienes uno de Rafa?
-No, pero si tengo dibujos de él. Dame unos minutos y los busco -se fue a la habitación y volvió con su cuaderno en manos.
El niño y su hermano empezó a mirar atento mientras Érika hojeaba, Rafael solo había visto ese cuaderno una vez y ella se arrepintió de no haber recordado ese detalle antes de proponer mostrarle a Ray todos los dibujos que su loca cabecita había imaginado y sus manos habían plasmado.
Mientras pasaba las hojas fue consciente de todas esas veces que la mirada de su novio dejó de estar en el cuaderno para estar en ella y también fue consciente de como le cruzó el brazo sobre la espalda para abrazarla.
Estuvieron juntos un buen rato y entre preguntas del niño y respuestas de ella, la noche se adentró y llegó el momento de irse. Acompañó a los hermanos a la puerta.
Se despidió de Ray con un abrazo, pero cuando iba a hacer lo mismo con Rafael. Este sostuvo su rostro y le robó un beso.
-Él me pidió que lo haga- dijo antes de que ella reprochara algo -Nos vemos mañana, en cuanto llegue a casa te llamaré. Está atenta.
-Bien, hablamos en unos minutos.
Los vio marcharse lentamente y empezó a terminar un cuadro a medio acabar que había empezado al volver de la escuela, era uno de los dos hermanos, ya que le había prometido al Raymon pintarlo hace tiempo y aún no lo había echo.
Minutos más tarde sonó el teléfono y ella contestó con una sonrisa. Se estaba convirtiendo en una rutina llamarse cada vez que ella se quedaba a dormir sola y Érika agradecía eso porque le daba más seguridad saber que escuchaba todo lo que pasaba.
-Ya casi termino el cuadro, creo que le va a gus… -un golpe en la puerta la interrumpió.
-¿Qué fue eso? -preguntó.
-Están golpeando la puerta.
-¡Erika! ¡Abre la maldita puerta! ¡o la voy a tirar!-
El corazón se le detuvo unos segundos.
-Es él.
-Voy para allá.
-Nos cuelgues.
-No lo voy a hacer. Llama a la policía y dale la dirección de la casa de Erika, ¡rápido! -lo último debió de haberse lo dicho a otra persona porque su voz sonó más apagada, como si hubiese tapado el teléfono para que no se escuchara.