Silencios que matan

Capítulo 26

La puerta no aguantó mucho tiempo así que antes de que alguien llegara a ayudar, Gabriel ya había entrado en la casa y luego de estar dentro le costó solo dos patadas acabar con la puerta de la habitación y encontrar a Érika hecha un ovillo en el suelo.  

La levantó como si no fuera nada y de un golpe la mandó de nuevo al suelo, provocando que un dolor pulsante se apoderara de su cuerpo antes de recibir el primer golpe de su puño en el vientre.  

-Te advertí que no jugaras conmigo. Te dije que no te quería ver con nadie más. Ahora vas a pagar las consecuencias de tus actos y en cuanto acabe contigo, lo iré a buscar a él.

La agarró del cuello y esta vez si comenzó a apretarla como nunca antes. El aire le dejó de circular y ella empezó a forcejear con todas sus fuerzas.  

Desesperada lo pateó en la entrepierna y Gabriel calló al suelo los segundos suficientes para que se recuperara un poco y saliera a la sala tratando de huir. Una vez allí se encontró con Rafael y lo abrazó agradeciendo que hubiese llegado mas la felicidad no duró nada porqué en ese instante el hombre salió de la habitación. 

Érika vio con horror como volvía a acercarse  e intentó escapar, pero Gabriel la agarró y la lanzó al suelo con tanta fuerza que no pudo ponerse de pie de inmediato, le dolía todo y eso no fue lo peor, lo peor fue Rafael al verla allí empezó a golpearlo con odio y en pocos minutos le dio tantos golpes que la boca del hombre empezó a sangrar, sin embargo, en un movimiento rápido este sacó un arma y le apuntó a la cabeza.  

El tiempo se detuvo. 

Ella empezó a gritar con desesperación que lo soltara, que él no tenía la culpa. Todo esto estaba pasando por ella y no podría vivir con eso en la cabeza, aunque lo único que le quedara de vida fueran unos minutos o unas horas a lo mucho, sería demasiado doloroso perderlo. 

El chico se quedó quieto mirando a la persona que empuñaba en arma, luego desvío la mirada para encontrar la de su novia y al cabo de unos instantes en los que observó todas las lágrimas en sus ojos y en los que sin palabras le dijo un montón de cosas, cerró los ojos esperando que llegara el final. 

Gabriel le dio un cachazo con la pistola y él calló al suelo, Érika se puso de pie y corrió hacia él pero el hombre la volvió a lanzar al suelo con más fuerza, luego puso el arma en la mesa y empezó a acercarse a ella.  

Sabía lo que venía a continuación lo había vivido tantas veces que sabía de memoria cada cosa que pasaba, pero esta vez fue diferente, esta vez forcejeó y utilizó todos sus recursos, patear, morder y empujar para librarse mas no pudo evitar que la aprisionara contra en suelo.  

Cuando lo comprendió que no había nada que hacer dejó de luchar y se resignó como tantas veces lo había hecho.

Apretó los ojos.  

El estaba rompiendo la blusa cuando un golpe sonó a su alrededor.  

Erika sintió como el peso de Gabriel abandonaba su cuerpo y escuchó como los golpes seguían sonando. Cuando abrió los ojos vio a Rafael luchando de nuevo, dando puñetazos, patadas y golpeando con todo lo que encontraba a su paso.  

Se puso de pie de nuevo y atacó ella también con mucha fuerza pero él la apartó como si fuera una muñeca de trapo y empezó a golpear al chico una y otra vez. 

Cuando volvió a ponerse de pie Gabriel lo sostenía a su novio del cuello. La cara de este estaba adquiriendo un color rojo intenso, sin embargo, por más que forcejeaba para zafarse, no podía.  

Érika vio la pistola sobre la mesa y la tomó desesperada. 

-¡Suéltalo! -gritó con lágrimas en los ojos.

Él no le hizo caso. 

-¡Si no lo sueltas voy a disparar!

No quería hacerlo, ella no era el tipo de persona a la que le gustara lastimar a nadie, pero en cuanto vio que los ojos de Rafael se cerraron y que él dejó de forcejear supo que ya no tenía nada que perder. 

Cerró los ojos y apretó el gatillo.  

Cuando volvió a observar a su alrededor. Los vió a los dos en el suelo, uno boca a bajo tosiendo desesperado y el otro maldiciendo de todas la maneras posibles.  

-¡Hija de puta, voy a matarte!. Ya lo verás, no va a haber nadie quién te salve de mi- Se sostenía en brazo ensangrentado y trató de acercarse de nuevo, pero Érika retrocedió asustada y le apuntó nuevamente con el arma. Esta vez a la cabeza.

-Ahh, ahora te crees valiente ¿eh?, ¿Vas a apretar el gatillo y matarme? No lo creo, eres una cobarde y nunca podrías hacerlo. No vales una mierda y todos los saben por eso a tu papito y a tu mami no le importó que te cogiera porque saben que solo sirves para eso.  

-Erika… no lo escuches…- Rafael seguía tosiendo, pero se esforzó por ponerte de pie. -Sabes que está mintiendo, no le hagas caso.  

-Te vas a acordar de mí cuando ese estúpido que dice quererte obtenga lo que quiere de ti y te mande a la basura como lo que eres.  Alguien que no vale nada.

Las lágrimas empezaron a aparecer en los ojos de Érika y la mano le empezó a temblar, pero no era por miedo, sino por la rabia que empezaba a sentir.



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En el texto hay: tristeza, amigos y amor, seretos

Editado: 23.06.2023

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