Silhouettes

Una obsesión

  -Espero que la semana de expulsión le ayude para rehabilitarse.- escuché por lo bajo, abrí mis ojos con dificultad, pero del mismo agovio fallé y ahora estaban entre cerrados. Con una imagen borrosa vi a mi madre hablando con alguien de bata blanca. Me dolía la cabeza, tenía náuseas y estaba muy confundida.

Me levanté de una especie de camilla pero un fuerte dolor me despertó completamente y era el desprendimiento de una aguja que estaba incrustada en mi mano.

-Mierda- susurré tan bajo que ni logré llamar la atención.

A mi alrededor vi a mi madre sentada ahora en un banquillo y con las manos en la cara cubriendo su rostro como si llorase. Miré hacia el lado derecho y estaba Yang recostada en la camilla, inconsciente y con la aguja insertada en su mano derecha.

-¿Mamá? - pregunté con los ojos achinados

-Annie- respondió mi mamá tranquilamente con un tono de voz extraño para mi.

-¿Qué hago aquí?- hice otra pregunta para aclarar mi mente

-Annie- repitió en un tono más bajo, mi madre tenía una mezcla de tristeza que intentaba camuflar con felicidad en su rostro- Estás aquí porque te dio un pequeño estado de inconsciencia junto con tu compañera Yang.

-¿Que? ¿Inconsciencia? ¿Por qué? - ataqué de preguntas a mi madre cambiandole el animo pero me sentia ausente de la situación.

-Por que casi caes en una sobredosis.

"casi caes en sobredosis" mierda, todos los recuerdos regresaron a mi mente ocasionando un choque cerebral, de ahí el recuerdo de aquella promesa que le hice a mi mamá.

"Te prometo que no volveré a consumir esas malditas drogas Mamá"

Y ahora la había traicionado, definitivamente soy un asco por ser así.

-Mamá lo siento- fue lo único que mi frágil orgullo alcanzó a expresar. 

-Ahórrate las disculpas- respondió fuertemente y calcinandome con sus vivaros. - te han expulsado una semana por consumir drogas en la facultad y por atacar a tu compañero Rutter.

Rutter Rutter Rutter Rutter ¡Puto nombre! ¿Cómo ese maldito me sigue cagando la vida? 

-¿Por qué lloras si sabes qué tienes la culpa?- cuestionó mi madre con intenciones de que aceptara mi culpabilidad, nunca le he contado mis problemas en la universidad para no preocuparle, pero siempre me ataca y me echa la culpa de todo. ¿Y qué hago yo? Aceptar injustamente porque no tengo otra opción. 

-Daniela está enferma por consumir drogas, ¿Crees que es algo bueno para ti? No Annie por favor. ¿La quieres? Sabes lo mucho que ella se preocupa por tu salud, te ha aconsejado que nada bueno sale de ese mundo y reincides en lo mismo. 

-Es... No lo entiendes- exploté entre lagrimas y sollozos de desesperación porque a veces pienso que este mundo es mi verdadero infierno. 

-Más claro no puede estar, piensas que vas a pasar por alto mis reglas y no lo voy a permitir. Annie- mandó con voz fuerte obligandome a mirarla-  mañana vas a irte a hacer trabajo comunitario en el hospital.- ordenó sin consolidación.

 Como odio ir a los hospitales, además, no es un hospital donde te curan las enfermedades generales, es un hospital psiquiátrico.

Mi mamá es.... Psiquiátrica-que ironía ¿no?)- y trabaja días enteros ayudando a gente enferma de la mente, siempre se preocupa por sus pacientes y trata de que se recuperen lo más pronto posible, es algo que debo valorar de ella pues nunca estaría en la capacidad de tratar personas que están fuera de sus cabales.

-¿Trabajo comunitario? Mamá haré lo que quieras con tal de no ir a el hospital.

Ella se echó a la risa con amargura y luego se llevó los dedos al puente de la nariz como si estuviera perdiendo la calma y ahí noté su grave estado de bipolaridad.

-¿Cómo vas a pedirme que harás lo que yo pida si ni siquiera sirves para cumplir una promesa?-lanzó como si yo fuese un pedazo de mierda.

Sonreí con el mayor dolor y resentimiento del mundo, que tu propia madre se exprese a si de ti, es algo muy desmoralizante. No la miré, ni siquiera quería verle porque estallaría y no sería para llorar.

Observé en la parte superior de la estantería mi bolso y algunas pertenencias de mi casillero, me levanté de golpe y lo agarré para salir puerta afuera de enfermería cada vez que aceleraba el paso, mamá gritaba mi nombre por el pasillo que estaba silencioso pero me importaba una mierda. Eché un vistazo hacia atrás y la vi a ella corriendo hacia mi, sólo pensé imitarla y salir de la facultad hacia la nada.

Ya afuera del calabozo, miré fijamente el centro de la ciudad, lleno de personas a lo mejor poco intelectuales y comunes. Me sujeté fuertemente a mi bolso y caminé hasta la parada de bus más cercana. Tomé el metro que me llevara al hospital central. Mientras esperaba a que el dichoso metro llegase. Un chico alto con buzo negro y la capota cubriéndole la cara captó mi atención cuando hizo un sonido irritante sobre el separador de la estación, le hice una mirada fugaz, estaba concentrado en su móvil tal vez leyendo yo que sé, con una mirada muy fría y algo inquietante, pero ahí murió. Nada que ver.



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En el texto hay: asesinatos, violencia, groserias

Editado: 10.11.2019

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