-Ya termine con los cafés rusos y dejé preparados los ingredientes para la Solianka. –dije evitando la mirada de Nico.
-Bueno –respondió sin mirarme tampoco.
-Para la Borscht no faltaba nada creo –agregué.
-No, creo que no faltaba nada.
-Bueno, en ese caso me voy a dedicar a armar emparedados. –me giré y enfilé para la cocina.
-Nina –me retuvo del brazo –hablé con la mamá de Tommy, van a hacerle una reunión muy tranquila para cuando regrese del hospital y quería saber si pensábamos participar.
-Imagino que le habrás dicho que sí.
-Todavía no –me miró y no lo reconocí –quería saber si estabas dispuesta.
-Claro que estoy dispuesta, es mi amigo –dije zafándome de su agarre.
-Nina –volvió a llamarme –En cuanto Tommy vuelva va a empezar una nueva vida, y esa va a ser tu oportunidad. No la deseches.
Sin decir palabra me giré y desaparecí en la cocina.
No, no sería mi oportunidad. Por lo menos no ahora. Tommy necesitaba estar solo, desenterrar de su corazón a Karem, y antes que nada curarse y recuperarse del accidente. Las marcas y golpes aun visibles estaban allí para recordarle todo el tiempo a su ex novia y a todo lo que eso conllevaba. Y yo me merecía ser feliz. Así de simple. Esperar siempre duele, y nada me garantizaba que Tommy se fijaría en mi algún día. Baltazar estaba allí a mi lado y no lo dejaría escapar.
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