–Sus calificaciones son muy buenas señor y señora Wood, por supuesto que aceptaremos a su hija para que curse el último año, aunque quisiera hacerles una pregunta, ¿porque Hagerstown?
Mi padre sonrió con amabilidad y miro a mi madre.
–Es el lugar perfecto para escapar.
Me senté de golpe en la cama y frote mis ojos con frustración.
Ya me había despertado dos veces esa misma noche, los nervios me mataban y atormentaban mi cabeza.
Mire el reloj de pared que mi madre había puesto hace unas horas.
4:02 am.
Tenía que levantarme a las 5:30, la escuela abría a las 7 am. Mañana comenzaría en la nueva escuela, y no me preocupaba por sobresalir, lo que me preocupaba “era” sobresalir.
No quería llamar la atención, de nada ni de nadie.
Cerré los ojos con intenciones de dormir, pero solo recordaba la charla que habían tenido mis padres con el director de esa extraña escuela.
Digo extraña porque todo aquí era extraño.
Resulta que mi padre ya había hecho amiguitos, había entrado en un club llamado “Hijos de Dios”, invito a todos los miembros a nuestra nueva casa, nos presento a mama y a mí como los dos tesoros más preciados de su vida y todos le creyeron.
Hasta yo le creería si no sintiera mi piel rota en la espalda.
Mi madre ya tenía amigas y ya se sabía los chismes de toda la ciudad. Hasta la nueva vecina era su nueva mejor amiga, la Señora Tatiana Thomas, una vieja chismosa que quería entrar en la habitación de mis padres mientras creía que nadie la miraba.
Y en esa reunión todos hablaban con todos, reían, conversaban, chismeaban, y nadie juzgaba a nadie.
Ya en la mañana, me puse unos jeans negros (que me regalo una señora del club), una franelilla blanca y unas zapatillas negras.
Cuando entre en la cocina estaba mi madre sonriéndole a su celular, y cuando me vio sonrió aun más.
–Querida Ellie, espero que estés lista para tu nueva escuela, espero que conozcas a muchas personas y tengas muchos amigos.
–Gracias, madre.
– ¡Oh! Casi lo olvido, ya me se tu horario de salida y me preocupe de poner un GPS en tu mochila – sonríe mientras me pasa una mochila azul oscura – Así que ni pienses en irte a otro lugar, pequeña, porque se a donde iras.
Dio una risita nerviosa y comenzó a tomar café.
Agarre mi mochila y revise lo que había dentro. Un cuaderno, una libreta, un lápiz, borrador, sacapuntas y enganchado al final se veía como un pequeño botoncito con una débil luz azul.
–No quiero problemas. – Ella lavo su taza y subió las escaleras.
Salí de casa y comencé a caminar hacia la parada del bus. Espere unos minutos y cuando apareció me subí y fui al último asiento.
Al sentarme encontré una chaqueta negra con capucha y bolsillos, y como no había nadie, la tome y me la puse.
(...)
–Buenos días alumnos, hoy les traigo una nueva oveja al viejo rebaño – el director sonrió cuando me presento – Ella es Ellie Wood, viene de Chicago y espero que la unan en sus locas actividades.
El director había insistido en presentarme ante mi nuevo salón, muchos chicos aburridos, chicas maquillándose, y unos que otros curiosos tratando de saber que bicho raro soy.
–Bueno, Ellie, te dejo en buenas manos – el director observo descaradamente a mi profesora de matemáticas y luego salió del salón.
Camine hacia un asiento vacío junto a una de las ventanas del lado derecho del salón. Las ventanas me daban una buena vista del comedor, el cual estaba con diversos estudiantes de diferentes años.
–Bueno, comencemos con la clase.
Y mi mente se desconecto.
Cuando las dos horas de matemáticas terminaron, le siguieron dos más de castellano, y cuando por fin llego la hora de descanso (1 hora) camine directo al comedor.
El comedor era un gran salón con muchas mesas ordenadas por colores, había mesas rojas, verdes, azules, etc. Me uní a la fila para, en una bandeja, poner lo que sería mi desayuno ese primer día de clases. Y mientras agarraba una dona de chocolate escuchaba como el comedor comenzaba a llenarse.
– ¿Esta es la nueva?
No hice caso a la voz femenina que sonó detrás de mí, y cuando mi bandeja estuvo llena di la vuelta y camine hacia una de las últimas mesas que estaban vacías. Al sentarme, me fije que tenía algo pegado al zapato, me agache y cuando me volví a sentar bien me sobresalte al ver a una chica de ojos grises viéndome con una sonrisa.
– ¿Tu cabello es teñido? Porque si, sé que es rubio, pero parece un rubio algo así pálido, claro tú también eres pálida ¿pero tu cabello?, es como si le hubieras quitado todo el brillo posible, ¡Oh! ¿Se lo quitaste? ¿Cómo lo hiciste?
La chica no dejaba de hablar rápidamente, hacia muchos gestos y expresiones con sus manos mientras me hablaba de no sé qué.
Tenía además de sus ojos grises, el cabello negro hasta los hombros, estaba bronceada y era delgada.
–Kain piensa que Mark se enojara mucho conmigo, pero yo creo que no, ¿tú qué crees? – pregunto sacándome de mis pensamientos.