Subo hasta el piso donde está Caín y al salir del ascensor enseguida tengo a 2 hombres frente a mi.
-Indentificacion.
-Lo siento. Soy yo. Digo mientras descubro mi cabello de la capucha.
-Lo sentimos señora. Dice uno de los jóvenes excusándose, después de darse cuenta quién soy.
-Su cabello está...distinto. Agrega el otro.
-Un cambio. Algo que no llame tanto la atención. Digo y antes de agregar algo más, escucho algunos gritos provenientes de la habitación de Caín y me inquieto.
Veo como en este momento, dos enfermeras se apresuran y entran corriendo a la habitación. Las imito y aquí cualquier tipo de pensamientos pasa por mi mente.
No por favor.
No puedes dejarme.
Recito una plegaria interna para que nada haya ocurrido con Caín, y al entrar me quedo paralizada al ver la escena frente a mis ojos.
Aquí en este momento, un hombre lo inmoviliza en la cama. Escucho gritos por parte de este hombre tratando de calmarlo. Veo a otras personas allí rodeándolo, y en medio de los gritos también observo a una enfermera entregandole una jeringa a Vanesa; ella la recibe y se enfoca en inyectar lo que sea que contiene, en la vía que da hacia el brazo de mi esposo.
-Elisa está bien. Dice Vanesa sosteniendo su rostro.
-¡NO!
-¡QUIERO VERLA!. Grita una voz grave.
-Calmate.
-Ya no está conmigo ¿Cierto?. Dime que es mentira.
-Cain, ella esta bien. Dice el hombre.
-ME DEJÓ.
-Elisa está bien. Dice Vanesa mientras sostiene su cara.
-¡ELISAAAAA!.
Al entender lo que está pasando, avanzo en medio de la habitación hasta donde está el personal médico y me hago un espacio entre los presentes. Al hacerlo, Caín me observa y al instante cae en cuenta de quién soy.
-Hola. Susurro mirándolo a los ojos.
-Estas bien. Dice mientras levanta la mano hacia mí.
-Estoy bien. Digo recibiendo su mano un poco fría al tacto hasta que cierra los ojos y se duerme.
-Pensó que te había perdido. Dice Vanesa a mi lado.
Mientras estoy allí a su lado, toco suavemente su rostro y algo dentro de mi celebra que está bien.
Despertó y está bien.
-Despertó. Dice el hombre que aún sigue en la habitación.
-Sabia que lo haría. Digo en voz baja.
Veo como las enfermeras salen del lugar junto con los demás y solo quedamos Vanesa, el hombre extraño y yo.
-Tu debes ser Elisa. Dice este desconocido, mirándome fijamente.
-¿Usted es?.
-No nos conocemos. Mi nombre es Carlos Sulvaran. Amigo de Caín.
Estrecho la mano que el hombre extiende hacia mí y me permito detallarlo.
Es alto, casi o igual de estatura del hombre que yace inconciente en la habitación. Veo también, que lleva un uniforme como los demás presentes en la sala de espera. Este uniforme es diferente, es de color verde militar. Distingo varias condecoraciones en este pero no detallo más.
-¿Amigo?.
-Si señora. Es aquí donde caigo en cuenta que los únicos amigos de Caín son el matrimonio Marchán.
- El hombre es fuerte. Saldrá de esta.
-Gracias. Digo y me alejo de este personaje a quien nunca había visto en mi vida.
-Estaré afuera. Y así sin más sale del lugar.
-Te dejaré un tiempo a solas con el. Dice Vanesa acercándose a mi.
-Despertó. Asegura. Mirándome fijamente mientras una sonrisa se extiende en su rostro.
-Despertó. Aseguro. Mientras nos abrazamos.
Me quedo sola en la habitación y me acerco a un lado de Caín. Lo veo y celebro internamente que despertó. No se cómo reaccionar al verlo concientes, pero, no me importa, lo único importante aquí es que se recupere pronto y después solucionamos lo demás.
Ahora lo que importa es su bienestar.
Pasan algunos minutos y no me he querido mover de su lado. Después de lo que pasó y al oírlo creer que me había perdido, no quiero dejar que despierte y no me encuentre aquí. Han pasado algunos minutos del episodio y para este entonces, camino de un lado para otro ya un poco más tranquila. Vanesa me indicó que por el medicamento estaría sedado por una hora aproximadamente.
Observo el reloj en la pared y hacen exactamente 45 minutos que está sedado. Camino a su lado y me siento sujetando su mano. Reposo mi cabeza sobre la camilla sintiendo un poco de cansancio Cierro los ojos y siento perder la noción por unos minutos, hasta que siento como alguien acaricia mi cabello.
¡Ay!
Levanto la cabeza y me quejo al sentir un estirón por la parte de atrás de mi cuello, resultado de la posición en que estaba.