Sin Escape

Capitulo 31-Secuestro.

-Entonces, eres esposa de Caín. Afirma.

-Si. Digo tomando un poco de jugo.

-Que mundo tan pequeño. Agrega y yo asiento. 

Después de salir del centro de operaciones. Vinimos a un restaurante de comida vegetariana muy reconocido de la ciudad.  Álex insistió en que debía comer algo nutritivo y no pude negarme.

-Y tú ¿Hace cuánto estás en la capital?.

-Hacen 6 meses.

Lo escucho hablar de su carrera y recuerdo que al conocernos ya estaba en el segundo semestre en la academia. Escucho de su familia y sonrio porque Álex siempre fue alguien muy optimista, me reprendo internamente al acercarme solo por interés.

Si, hace 8 años nos conocimos, recuerdo que para ese entonces al llegar a la capital quise investigar lo que pasó con Eduardo, precisamente esa tarde en un café, lo vi llegar con un grupo de personas. Éstas, tenían el mismo uniforme que los hombres que entraron esa noche en casa. Esa tarde, nos quedamos mirando y fue allí cuando se me ocurrió la idea de acercarme a el. Efectivamente ambos coincidimos a la hora de pagar, por lo que aproveché de cruzar palabra con el y fue así como intercambiamos números telefónicos.

Después de eso, recibía sus llamadas y a los pocos meses estábamos saliendo. Es un buen hombre y ahora me siento mal por lo que hice. Al conocer su ocupación y después de llegar a mi conclusión de lo que pasó con mi hermano. Decidí alejarme, y precisamente en ese tiempo el tuvo que irse fuera del país a una capacitación; desde ese entonces no supe más de su vida. Hasta ahora.

Siento como vibra mi teléfono en mi cartera y al tenerlo en la mano veo que un número desconocido vuelve a llamar. Decido no contestar y lo guardo nuevamente.

-Quién lo iba a imaginar. No pensé que Caín fuese de casarse.

-Si, estamos casados pero, lo nuestro es un poco complicado.

-Asi he oído. 

-¿Si?. 

-Si. He oído que estás conectada a un caso de hace años. También he oído que Baptista se acercó a ti por... Interés a este caso.

-Para ser un lugar de hombres corren muchos chismes.

-Me lo dijo Colmenarez.

Odio a esa mujer.

-No me extraña. Pero no quiero hablar de eso. Digo y tomo un bocado de mi comida.

Es así como continuamos comiendo y escucho atentamente sobre su novia. Iraima. En el fondo me alegra que esté con alguien, Álex es un buen hombre y se merece que lo amen y quieran. Allí estamos por unos minutos más hasta que ambos terminamos nuestros platos, después de pagar vamos camino a mi casa y a los minutos se estaciona frente a mi casa. 

-Gracias por aceptar comer conmigo.

-Gracias a ti, sabes que eres bienvenido las veces que quieras.

-Eres muy amable. Pero no sería bueno que Caín me viera por aquí. Ante lo que dice sonrio y lo miro a los ojos.

-Por ahora lo mío y de Caín es un poco complicado. Repito una vez más.

- Pero es un buen hombre.

-Eso lo dudo. Agrega y ambos nos reímos.

-Un placer verte de nuevo Elisa. Agrega mientras extiende su mano.

-Un placer Alexánder. Digo y estrecho la suya.

-Ahora que hemos intercambiado teléfonos me gustaría seguirte viendo.

-Claro que si. Otro día quedamos para un café y así me cuentas sobre tu estadía en Rusia. Digo mientras salgo del auto.

-Claro que si cuídate mucho.

-Igual tu. Adiós. Musito y cierro la puerta para caminar hacia mi casa.

Tomo la llave y abro la reja, camino la familiar entrada y me detengo a ver el rosal a mi mano derecha. Me doy cuenta que le hace falta un poco de cuidado y decido dedicarme a esto. Al llegar a la puerta veo que está un poco abierta y una alarma se dispara en mi cabeza. Recuerdo que al salir cerré con seguro.

Estoy cien por ciento segura.

 Hecho un vistazo a la sala y no veo a nadie allí, para este momento siento mi corazón latir muy rápido.

Algo anda mal.

Recuerdo que solo dos personas tienen llaves de esta casa, Caín y mi papá y sé que ninguno entraría sin avisar.

-¿Caín? ¿Papá?. Llamo y nadie contesta. Entro y a la sala y me quedo a un lado de la puerta.

Para este momento recuerdo meses atrás lo que pasó con Caín y me lleno de miedo.

Saco mi teléfono celular pero antes de marcar siento que alguien me sujeta por detrás y  trato de safarme, pataleo y lanzó golpes al aire pero no lo puedo separarme, como puedo saco mi codo y golpeó con fuerza. Para ese entonces escucho un quejido y groserías.

-Maldita puta. Grita una voz conocida.

Al ver quién es, me doy cuenta que es el mismo hombre que encontré en el estacionamiento cuando estuve con Rodrigo.

-¿Qué quieres?. Pregunto y lo miro a los ojos.

-Te vas con nosotros. Si no es por las buenas, es por las malas.




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