En este momento un rayo de luz se filtra por la ventana. Ese escaso reflejo sirve para ver la situeta de Caín a unos cuantos metros de mí; lo veo atado de manos y pies, pero esta vez no en una silla. Ambos estamos sentados en el piso sobre cartones viejos. Aquí me pregunto como hizo para llegar a este lugar y sobre todo como supo de mi. No me atrevo a preguntar porque se oyen personas conversando afuera.
Aquí como las otras veces, no logro entender mucho lo que hablan. Observo a Caín y la luz me ayuda a ver que también tiene sus ojos en mi, pero, ninguno de los dos dice nada. Recuerdo su rostro hinchado y siento mucha rabia. En este momento todo se queda en silencio por lo que aprovecho de acercarme a el.
Acuesto mi cuerpo y poco a poco con ayuda de mis piernas me muevo hasta llegar donde él está. Una vez allí, con un poco de esfuerzo me siento a su lado. Escucho mi respiración un poco agitada por el esfuerzo y tomo aire profundamente para regularla.
-¿Crees que nos estén escuchando?. Susurro y lo veo asentir.
-¿Estás bien?. Susurra.
-Si. Respondo en el mismo tono que el.
-Ellos...¿Te han hecho... Algo.?.
-No. Digo al entender su pregunta. Y lo escucho soltar el aire aliviado.
-¿Cómo llegaste aquí?.
-Me di cuenta que desapareciste. Tu papá se comunicó conmigo.
-Ellos ¿Están bien?. Pregunto con temor.
-Si, tengo a todo San Fernando vigilado.
-Gracias a Dios. Digo mirando el techo. Ambos nos quedamos en silencio y esta vez giro mi cabeza para observarlo.
Me pierdo en su mirada por algunos minutos y me pregunto como llegamos a este punto. El, nosotros, este momento. Me siento mal porque, una vez más, corre peligro y yo sé que existen muchas posibilidades de que no salgamos con vida de esto. El parece comprender lo que pienso y niega.
-Tranquila. Gesticula mientras se acerca más a mi.
Aprovecho de recostar mi cabeza a su hombro y este simple hecho calma mis nervios.
-¿Sabes lo que buscan?. Susurra muy bajo y esta vez decido hacérselo saber. Ya no puedo ocultarlo más, por lo que sin decir una palabra asiento.
-¿Sabes el paradero?. Aquí en respuesta también asiento.
-Tranquila, saldremos de aquí.. Levanto mi cabeza y lo miro mientras muevo mis labios y pregunto cómo.
-Confia en mi. Dice y veo como inclina su cabeza hacia mí, estamos a punto de rozar nuestros labios, pero en este instante la puerta se abre y yo me sobresalto.
-¡Oh que bonito! Perdón por interrumpir su reconciliación. Dice la voz de un hombre.
-Es hora de cantar pajarito. Al decir esto se que algo pasará. Lo presiento.
Dios, ayúdanos.
-Vamos. Agrega otro hombre y me levanta del piso.
Con Caín otro hace lo mismo y con una navaja cortan las cintas de nuestros pies. Caminamos por un pasillo hasta que entramos en la estancia principal.
-Feliz de verte querida Elisa. Agrega Morris quien para ese entonces está de pie en medio del lugar.
-Hola a ti también, Caín.
Veo como atan a Caín a una silla como la primera vez. Morris es quien corta las cintas de mi manos, y mientras lo hace lo escucho hablar.
-Lo vuelvo a preguntar y así ponemos en contexto a tu esposo con todo lo que está pasando.
-... Hace años un maldito nos estafó. Recibió un dinero por una mercancía y esa mercancía nunca nos fue entregada así que, como su familia ni el quisieron colaborar, tuvimos que desacernos de su persona.
¡¿Qué?!
-Si, como lo oyes.
-Qusimos hacer las cosas por las buenas y el no colaboró así que tuvimos que enviarle a la policía.
-Eres un maldito. Digo con rabia entendiendo todo.
Para este momento me le voy encima tratando de golpearlo, pero no logro hacerle nada porque en este momento saca un arma y me apunta con ella.
-Eres un maldito. Gesticulo con rabia.
-Ya lo sé y me gusta. Responde nuevamente.
-Se me acabó la paciencia querida Elisa. O me dices dónde está mi droga o te mueres.
Yo lo observo a los ojos y se que habla enserio.
-Si me matas no sabrás cómo llegar a tu mercancía.
-Es verdad. Prometo hacerlo después que me la entregues.
-Y si no quiero. Agrego.
Lo veo reírse y con su arma apunta a un lado de nosotros. El mismo lugar donde se encuentra Caín.
-Lo harás. Veo como levanta su mano libre y dos hombres se mueven hacia donde está. Yo los sigo con la mirada y veo como uno de ellos toma un bate de béisbol y lo impacta en el abdomen de Caín.
¡Oh no!
-¡No!. Grito.
-Sentemonos a ver el espectáculo. Yo me quedo de pie estupefacta al entender lo que harán con el.