La veo allí de rodillas tan vulnerable. Esta vez coloca el arma en su frente y cierra los ojos.
¡¿Qué estás haciendo Elisa Villasmil?!.
Trato de safarme pero sé que es imposible. En este momento más que nunca deseo que intervengan de una vez CICPV, GN, y Unidad de Francotiradores.
¡Lo que sea!
¡Pero que entren de una maldita vez!.
Un vez más en la noche, siento miedo al verla allí. Respiro con dificultad y mis manos tiemblan.
No lo hagas. Pienso para mis adentros.
Agudizo mi oído para saber de qué hablan y enseguida la expresión de Morris cambia. Veo como aleja su arma del agarre de mi esposa y le sujeta la mano. Me doy cuenta que la detalla y enseguida alguien más se acerca, los veo hablar y aquí escucho como le pregunta sobre si tiene más tatuajes. Valiéndome de todo mi control y sin saber el porqué de su interés hacia ellos tomo aire y hablo fuerte.
-Si, en la espalda y la cadera. Agrego y Elisa me mira con ojos abiertos de par en par. Aquí solo tenemos ojos el uno para el otro. Ella es despojada de su ropa, y en ningún momento aparta la mirada de mi. Veo como se queda solo en ropa interior y esto no me gusta nada.
-No la puedes matar. Si lo haces estamos acabados. Dice el hombre a quien Morris llamó.
En ese instante escucho la forma de deshacerse de su cadáver y esto me pone nervioso. Quisiera saber tantas cosas sobre porqué les inquietan las marcas de tinta en su piel.
Morris levanta esta vez el arma y lo pasa por el rostro de Elisa, lo lleva a su cuello y enseguida veo como rompe el collar y este cae al piso.
Eso fue lo que me hizo llegar a ella.
Si la sacan de aquí no sabré su paradero.
Escucho como ambos hombres hablan con respecto a algunas personas, pero en ningún momento mencionan quienes son. Lo que puedo deducir es que no pueden hacerle daño. Los escucho hablar de mi y la voz de Elisa interrumpe su charla.
Salgo de mis pensamientos cuando la escucho decir que el paradero de lo buscan está en su casa.
¡¿Qué?!
-Vistete. Salimos en 3 minutos. Al oír esto sé que no podrán salir de aquí, todo este maldito lugar está rodeado de funcionarios.
-Libera a Caín. Escucho que pide.
-No. El se quedará aquí y si haces algo estúpido lo van a electrocutar y matar.
No da tiempo de nada más cuando la veo colocarse su ropa y minutos después es sacada a la fuerza de allí. La pierdo de vista y sé que dentro de poco el equipo vendrá. Lo sé.
Deben venir y sacarme de aquí.
Nos quedamos a solas y maldigo no poder hacer nada por liberarla de ese hombre.
-La hermosa doncella se fue así que estarás muy solito. Agrega el hombre a mi lado.
- Esperemos si ella colabora, si no, nos esperan unas horas muy entretenidas.
Pube me mira y sin un rastro de broma lo fulmino con la mirada. En el lugar quedamos solo 7 personas y siento el ambiente con mucha tensión.
-¿Qué está pasando?. Dice de repente uno de los hombres y está vez veo como la mayoría cargan los fusiles.
Antes de agregar algo más escucho disparos afuera y sé que el equipo está aquí. Con fuerza me tambaleo en la silla y me lanzo al piso. Ignoro el dolor en mi costado y se que estoy en peligro.
Enseguida se forma un enfrentamiento en el lugar. Escucho gritos y muchos disparos. El joven a quien decidí llamar puberto viene hasta dónde me encuentro y una vez aquí, veo como observa de lado a lado y con su arma apunta hacia todos los lugares.
-¡They're here!. ¡They're here!¹. Gritan en su idioma mientras sigo escuchando las detonante.
Se oyen tanto de este lado, como de afuera.
-¡Entraron! ¡Están aquí!. Dicen y está vez todo se queda en silencio.
Solo escucho respiraciones agitadas y los veo observar el lugar. De repente escucho una explosión y muchos escombros caen a mi lado. Veo como caen algunas cuerdas desde el techo y hombres armados bajan de ellas.
Llegaron.
-¡They're here!. Siguen gritando y para ese entonces tengo al joven a mi lado.
Se siguen oyendo gritos y disparos, trato de resguardarme pero es imposible por la posición en que estoy.
-Te voy a matar. Agrega con voz nerviosa el joven a mi lado.
-Hazlo y no podrás salir nunca de este lugar.
-Malditasea. Dice y distingo varias siluetas a través del humo.
El lugar es un caos total y está vez todo se vuelve a quedar en silencio.
Sigo allí en el piso pero está vez el joven me apunta.
-¡ESTAN RODEADOS!. Distingo la voz de Meléndez y quién lo diría que este simple hecho me agradaría.
La estancia se vuelve más visible al pasar los minutos, y al ajustar la vista, veo a varios hombres apuntando hacia donde estoy.