Miguel me había presentado a su hermano y a su cuñada con los que había congeniado muy bien. Ellos habían incorporado como efectivo a Miguel en su negocio de lavado de autos y parecían felices de verlo rehacer su vida conmigo. Los padres de Miguel vivían desde hacía algunos años en el extranjero y solo había intercambiado algunas palabras con ellos por teléfono. Si la situación económica mejoraba, era posible que vinieran de vacaciones el próximo verano.
Cuando junté el valor suficiente para contarle a mi madre que estaba de novia con él, ella se puso muy feliz por mí. Obviamente evité mencionar que estaba siendo tratado por ver a los fantasmas de su esposa y de su hija, no porque me avergonzara de aquello o algo así, sino porque no quería que lo juzgaran sin haberle dado siquiera una oportunidad primero para conocerlo.
Sucedió una noche de lunes, lo recuerdo bien porque era mi único día libre en el trabajo. Mi madre había preparado carne al horno con papas. Miguel tocó el timbre con la ropa empapada por la lluvia. Traía consigo una torta que él mismo había elaborado.
Lo saludé con un fugaz beso en los labios y le presenté a Ariana, a quien llevaba alzada en los brazos. Ella tomó su dedo con una de sus pequeñas manos y sentí que me moría de ternura.
—Es muy hermosa. Se parece mucho a ti —comentó con cortesía ingresando al salón.
—Muchas gracias. Vamos a la cocina que ya está lista la cena.
Miguel me siguió hasta donde se encontraban mi madre y mi hermano menor. Los presenté sintiendo cierta emoción y nerviosismo al mismo tiempo. Las personas más importantes de mi vida estaban juntas en esa habitación. Esperaba que se llevasen bien y que aceptaran a mi pareja como parte de la familia.
—¡Qué bueno, una torta! —exclamó mi regordete hermano y todos reímos ante su expresión.
Mientras comíamos mi madre interrogó a Miguel sobre cada detalle de su vida. Él le contó sobre el accidente y sobre su familia, pero por fortuna evitó mencionar los temas que yo consideraba delicados. Aquellos que podrían poner un filtro de desconfianza en los ojos de mi madre.
Se mostraba agradable y seguro de sí mismo. Hablaba con una confianza que nunca antes había demostrado tener. A los ojos de cualquiera parecía el hombre perfecto. Había sabido ganarse a mi familia en tan solo una noche y yo me sentía completamente feliz de que así hubiera sido.
Con el correr del tiempo, los medios de comunicación y la gente habían dejado de pensar en el caso de los prostíbulos, pues nuevas noticias se habían impuesto en la agenda pública. Sin tener nada que me recordara todo el tiempo mi pasado olvidado y con mi vida yendo viento en popa, las pesadillas habían desaparecido por completo. Si mi vida fuese una historia de esas que tienen finales felices, bien podría haber terminado ahí, pero la vida real difícilmente acaba como uno desea.
Antepenúltimo capítulo. Gracias por llegar hasta aquí. ¿Alguna vez presentaron a su pareja en su casa? ¿Cómo les fue?
Espero de corazón que estén disfrutando de la lectura y si es así, por favor no olviden votar y comentar.
¡Nos leemos pronto!
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Editado: 05.06.2020