Sin prejuicios

Capítulo 24

Lágrimas silenciosas con una mirada pérdida, sentada en una cama dura con el corazón partido y mi mente trabajando para encontrar sentido a todo lo que me sucede.
Miro a Danna, ella tampoco deja de llorar. Nos miramos y lo único que sale por mi boca son frases de arrepentimiento.
Danna no dice nada, ambas permanecemos en silencio escuchando a la señorita Danson, la directora del centro, explicando en qué consiste las actividades que se dan en el centro, las reglas que debemos de respetar, las clases que debemos de asistir etc, etc.

En cierto modo no estaba muy pendiente de su charla, simplemente guardo silencio mirando de vez en cuando a mi amiga y cuando la señorita Danson nos da permiso para hablar solo puedo formular una pregunta.

-¿Porqué estamos aquí? - Sonaré patética, pero necesito una explicación.

- A ver Marlene, según tus informes clínicos eres discapacitada, y... No eres como las personas normales, por eso desde este centro ayudamos a las personas con alguna discapacidad para mejorar en su día a día. Y una de ellas, es que aceptes que tú discapacidad te impide actuar como una persona normal.

- Eso no es cierto. Sí, tengo discapacidad, pero no soy estúpida, no soy torpe, soy una guerrera que ha aprendido a valorar lo que tengo, adaptarme a mis posibilidades y actuar por mí misma aprendiendo de mis errores.
Sí me caigo, sé perfectamente que no tengo nadie que me ayude a levantarme, lo hago por mí misma ya que mi propia familia se despreocupa de mí. Mi padre por ejemplo, ni siquiera me pregunta cómo estoy, si me ve enferma y le miento él se lo cree y por detrás debo de preparame yo las medicinas.
No soy una persona inútil, tengo sentimientos no soy un mueble con patas. - Ya no puedo soportarlo más y acabo sollozando donde Danna me abraza preguntando porqué ella se encuentra aquí.

La directora le responde que por su embarazo, de hecho tiene la orden firmada por un adulto de abortar. 
Aquella noticia nos deja impactadas. 
Danna se levanta de la silla temblando, en sus ojos se ha marcado el miedo y no es para menos.

- ¡No! ¡Yo no voy a abortar! Quiero a mi hijo y quiero tenerlo es mi decisión. - Protesta mi amiga.

- Lo siento Danna, pero son órdenes que debemos de cumplir. Al igual que Marlene tú también eres discapacitada, por lo que hay que analizar si puedes cuidar de tu bebé tú misma.

Danna me mira en silencio dejando caer lágrimas de impotencia y sufrimiento. Las dos nos damos la mano y volvemos a nuestra pequeña habitación para desahogarnos como mejor sabemos. Llorando.

Varios días después, tenemos la oportunidad de poder hablar con Hayan, la directora me devuelve mi teléfono e inmediatamente llamo a Hayan.
Él nos cuenta que está en un centro de menores por haber sido acusado por haber golpeado a Jordan. 
Me comenta que tiene un abogado de oficio y por supuesto yo tengo como prueba el vídeo que grabé.
Pero cuando voy a mirar en mi teléfono la prueba que puede condenar a Jordan ha desaparecido. 
Se lo hago saber a Hayan y este me dice que mire en la nube, hago lo que me pide y sí, el vídeo lo guardé allí. Sonrío feliz porque al menos tenemos una prueba que haga de que Jordan pague por sus acciones.
Al terminar de hablar con Hayan y saber que está bien, quedamos que volver hablar cuando nos permitan.

Aquí en el centro donde estamos no nos dejan salir a ningún lado, es como una cárcel donde ves personas con distinta discapacidad, ciegas, sin piernas, sin brazos, con síndrome de Down, chicas con anorexia... 
Observamos algunas personas como hacen sus ejercicios, como 
practican lectura, como intentan luchar en su día a día mediante sus posibilidades.
Somos guerreros, pienso para mis adentros, viendo como hay personas que están en peores condiciones que yo y luchan con todas sus fuerzas por adaptarse a la sociedad mientras yo me lamento por menos. Por ser una estúpida al no valorar la oportunidad que se me brinda de poder estudiar y demostrarme a mí misma que soy fuerte, que todo lo que me proponga puedo saltar esa valla. Si no es la primera, será a la cuarta, pero da igual las veces que me caiga para querer escalar por esa pared a la que llamamos vida. 
Sí o sí, lucharé con todas mis fuerzas para seguir adelante para poder restregarle a mi padre la clase de hija que tiene. Valiente y luchadora y no cobarde e inútil como él me ha querido crear.

Después de reflexionar y sonreír tras haber estado tantos días escondida bajo un manto de tristeza, ánimo a Danna para salir al patio después de clases.
Los monitores que tenemos son gente muy buena, cada uno nos ayuda de una manera especial tratando de empujar esos miedos que tenemos de tela hacia fuera para que veamos que si no lo proponemos podemos hacerlo.
Después de todo el centro nos brinda una gran oportunidad de educación donde yo al fin puedo sentirme bien conmigo misma olvidándome de todo cuando estoy pintando.
Desde pequeña me ha gustado dibujar, para mí el arte es mi vía de escape donde mi imaginación convertida en sueños de fantasía cobran vida.
La profesora de pintura se queda embelesada viendo mi dibujo donde he pintado un paisaje colorido. 
La profesora me felicita por mi talento incluso me anima a poner mi cuadro en el muro del centro. 
En un principio siento vergüenza porque todo el mundo vea mi cuadro, pero la profesora insiste tanto que no me queda de otra de acceder. 
Al final, mi dibujo es colgado en el muro del centro donde todos pueden verlo y donde puedo escuchar sus elogios. 
Me siento feliz porque al fin mi talento es reconocido y gusta a la gente. 
Abrazo feliz a Danna la cual comparte conmigo mi felicidad.
Por primera vez en mucho tiempo me siento orgullosa de haber recibido elogios, donde siempre he recibido palmaditas en la espalda diciéndome que está muy bien para haberlo hecho alguien como yo. 
Para mí, esas palabras las decían por cumplir por no hacerme sentir mal y por supuesto, yo me las creía ilusionandome cada vez más hasta terminaba por creerme todo. 
Hasta que un día, cuando me encontraba pintando le mostré mi dibujo a mi padre y me dijo que yo no tenía que soñar con esas cosas ya que mi facultades no me permiten avanzar más. 
Ahora entiendo sus palabras, son ignoradas por mí en estos momentos debido a que aprendí a valerme por mí misma, en lo profundo de mi silencio, donde nadie puede oírme, he tratado de entender todo, mirar a mi alrededor y no poder expresar lo que verdaderamente siento. 
El silencio ha sido mi aliado durante muchos años debido a que debía de depender de otras personas y por miedo sentía su rechazo sobre mí.
Ahora ya veo las cosas de distinta manera, aunque guarde silencio pienso demostrar que no soy estúpida y mucho menos no deseo que me miren con lástima.




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