Después de lo sucedido en el despacho, Selene se encerro en su cuarto .Alexander le había dicho que hablarían. Ella no esperaba nada bueno de él, pero al menos que haya un poco de paz entre ellos, no podian vivir asi; besarse y seguir peleando.
Selene estaba segura que la casa de campo de la familia real le caería de maravilla después de la boda.
Se dispuso a jugar con su bebé mientras llegaba su prometido.
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Alexander se había decido a saber si Rolan era su hijo de verdad. Una parte de él estaba emocionado y le creía a Selene, pero su parte adolorida solo se negaba a aceptar que eso era verdad. Por esa misma razón decidió hacerse una prueba de ADN. Selene no sabía nada, tampoco le iba a decir solo quería saber si ella mentía o no. No podía esperar unos resultados por tres día, así que decidió pagar más para que me lo entreguen hoy mismo.
— Alteza — John el médico de la familia real por fin sale—, ya me han llegado los resultados, pase a mí consultorio.
Alexander lo siguió dentro de la oficina, al entrar se sentó en la silla delante del escritorio, John saca unos papeles y comenzo a leer, luego de un minuto que para el príncipe fue una eternidad hablo:
—El resultado es negativo.
— ¿¡Qué!?—exclamó Alexander con un dolor en el pecho. La decepción se extendió por su cuerpo, una punzada de dolor combinada con tristeza.
— Es negativo felicidades —él sonríe como si sus palabras no estuvieran rompiéndole el corazón a Alexander.
“¡Maldita seas Selene!” Y pensar que le estaba creyendo todo.
—No me felicites joder —rugí furioso.
John lo miro confundido.
—Pero... creí que te alegraba no presentar más ataques de asma y que ya tu alergia a las gardenias no es tan grave.
Todos los insultos que el príncipe tenía para decirle se esfumaron.
— ¿Qué coño? Y ¿la prueba de paternidad? —pregunte con tono desesperado.
John lo miro comprendiendo el porqué de la repentina actitud enfadada, entonces busco los papeles adecuados y leyó.
—La prueba de paternidad es... — se toma un momento y lee nuevamente.
— ¿Qué? Ya deja de dar rodeos John, joder —la pausa que hizo John estaba enfadando al príncipe.
— ¿Positiva? —murmuro.
Un alivio repentino se dispersó a toda velocidad por todo el ser y corazón de Alexander. La respiración se le hizo más pesada como si tuviera un ataque de asma, ese sentimiento que en él no es tan común se estrelló como avalancha contra él.
«Positivo.»
«Positivo.»
Su mente no dejaba de divagar.
《“Mío es mío, solo mío. Bueno de Selene también”》- pensó.
— ¡Joder soy padre! —exclamo eufórico y temeroso.
Le encantaba la idea, pero también le aterraba ¿qué iba hacer? ¿Qué dirá Selene? No le podía decir lo que acababa de hacer, jamás se lo perdonaría, tenía que planear como decirle que reconocería a Rolan como su hijo, tenía que hacerle pensar que simplemente le creyó sin necesidad de hacer una prueba de ADN.
Mientras que el futuro rey celebraba su descubrimiento de ser padre. Selene estaba a punto de entrar en un ataque de pánico.
— ¡Guardia traiga el maldito auto! —Grito Selene— ¡Ahora!—corrió hacia la salida con su hijo en brazos.
Rolan no estaba respirando bien, esta de un color raro, no lloraba. Pareciera que tratara de quitar a alguien inexistente de encima de él. Selene estaba asustada.
— ¡Erick el auto! — volvío a gritar. El guardia corrió hasta donde se encontraba ella.
—Ya está listo, la llevaremos al médico de la familia real.
-- dijo este agitado.
—Donde sea, ¡ahora vamos!
No me importada donde ir, solo quería que fuera el maldito hospital. Las lágrimas la cegaban quería que su hijo estuviera bien. Rolan era prematuro es más accesible a ingerir enfermedades pero, esto es diferentes, su bebé sufría.
El carro salió a toda velocidad de la casa real.
— ¡Rápido! —le grito al chofer.
—No podemos ir más rápido. ¡Ya vamos rápido! —agrego, en la voz del hombre había preocupación.
¡Diez minutos! Diez malditos minutos de tortura tardaron en llegar al hospital. Cuando al fin llegaron salió corriendo, los guardias hicieron lo mismo.
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Después de la noticia, no tan noticia. Selene se lo había dicho pero no le habia creído, el doctor John le dio unos consejos y prestado unos libros de cómo ser padre y como cuidar a un niño.
—Bien John. Gracias por todo ya me tengo que ir —se levantó listo para irse.
—De nada Alteza.
Una enfermera interrumpió en el consultorio.