Luna había salido mucho últimamente, tan brillante, tan redonda y generosa iluminando nuestro camino con su luz. Imponente mostrando su elegancia característica mientras buscaba con la mirada a ese que siempre pedía sus consejos.
Sonrió al verlo.
— Pensé que no volvería a verte, Autor.
El ya mencionado, salió de su escondite y se sentó finalmente al borde del abismo.
— Quería verte.- confesó—. Cuando vivía en esa asquerosa ciudad- señaló a lo lejos con dramatismo-, yo solía siempre verte con alegría y ahora que vivo por estos lares y tan cerca de ti, ¿cómo podría dejarte ir?
Sus palabras eran poco coherentes, hace mucho que no abría la boca o hablaba siquiera con alguien.
— Entiendo...- sonrió Luna.