Capitulo 13.
Kylie.
Me seco la cara, luego de lograr quitarme la mascarilla que traía puesta en la cara. Trato de no recordar que varias personas me vieron con aguacate en la cara, pues la vergüenza me consume cada vez que lo recuerdo.
Salgo del baño, apagando la luz de este y cerrando la puerta detrás de mí. Camino hacia mi cama, me arropo con el cobertor y le pongo play a la serie que veo.
Siempre he tenido una rutina de belleza y los fin de semanas acostumbro a hacerme por lo menos una mascarilla. Pero este fin de semana no pude, pues tuvimos la famosilla fiesta y el día domingo me dedique a estudiar.
Alcanzo a llegar a la mitad del capítulo, de la serie que estoy viendo, cuando alguien toca la puerta. Con el control remoto pongo en pausa la serie y me levanto de mi cómoda cama para poder abrir.
Abro la puerta de mi habitación encontrándome con un cuerpo fornido, levanto mi vista para verle la cara a esa persona aunque sé muy bien de quien se trata.
—Jordan —pronuncio.
—Venía a preguntarte si querías dar un paseo—dice esbozando su típica sonrisa de galantería.
Sinceramente no me apetece ir a pasear por ahí, hoy estuve corriendo de un lado a otro en la universidad y ahora estaba descansando.
Pero la voz de la institutriz, que contrato mi abuela cuando era pequeña, resuena en mi cabeza.
‹‹Siempre debes ser amable, cordial y aunque no quieras hacer algo te quedas callada y fuerzas una sonrisa››
Finjo una sonrisa y asiento con la cabeza.
—Me coloco mis zapatos y vuelvo—le digo apuntando al interior de mi habitación.
Me coloco mi tenis que estaban junto la cama, luego camino hacia el espejo y me acomodo el cabello. No me gusta verme impresentable y no es por lo que los demás opinen de mí, sino que es algo conmigo misma.
Vuelvo con Jordan, trato de colocar mi mejor sonrisa, mientras cierro la puerta de mi cuarto y luego bajamos las escaleras a la par.
— ¿Iremos con Kyle? —le pregunto cuando llegamos al primer piso.
Detiene el paso al oír mi pregunta.
—No —contesta, pasando una de sus manos por su rubia cabellera.
Trato de ocultar mi incomodidad, carraspeo sutilmente e intento alcanzar a Jordan que se dirige a los jardines.
Creí que íbamos a salir a la ciudad, o algo por el estilo.
— ¿Y si mejor salimos a la ciudad? —propongo —. No rengo problema en manejar yo.
El rubio niega con la cabeza.
—Mejor vayamos a los jardines, está hermoso el día —dice, continuando su camino hacia la parte de atrás del terreno de mi familia.
‹‹Que entretenido›› pienso en mi fuero interno, con ironía
Salimos al patio central, luego dirigiéndonos juntos hacia uno de los jardines laterales.
Intenta acercarse más a mí y aunque yo hago lo posible para que no lo haga, lo consigue. Ideo como distanciarme sin ser notoria, pero en todas las situaciones podría verse maleducado.
— ¿Vamos a esa banca? —me pregunta señalando una de las tantas banquetas que hay en los patios y alrededores de la casa.
—Claro —es mi respuesta.
Aprovecho eso para adelantarme y poner un poco de distancia entre nosotros. No es que Jordan sea un ser desagradable y por esa razón no lo quiera tener cerca, solo que el últimamente está muy propenso a invadir mi espacio personal.
Nos sentamos en la banca que segundos atrás Jordan me señaló. Me siento en la orilla y estiro sutilmente mis piernas para que no pueda acercarse con ninguna excusa.
—Kyle me contó que hoy tuviste un examen —comenta — ¿Qué tal estuvo?
No es algo que me sorprenda, últimamente Jordan le pregunta cosas sobre mí a Kyle y aparentemente, mi hermano no duda en contestarle todas sus preguntas.
—Bien, no estuvo tan difícil, como esperaba —contesto.
‹‹Respuesta equivocada››
— ¿Y de que era? ¿De aprender a hablarle a los niños pequeños?—suelta de manera despectiva —Por ejemplo, en mi carrera…
Y es así como comienza un breve monologo de lo que está viendo en cada clase para ser un futuro arquitecto.
Quiero soltarle que su comentario ha sido muy desubicado e incluso más que los de la abuela.
Quiero gritarle que los profesores no son menos que un abogado, médico o un arquitecto, es más si hubiera que ponerlos en una balanza quizás ganaría mi profesión, ya que los estudiantes sin profesores no son nada y nunca podrían llegar a ser arquitectos, médicos ni abogados.
Pero me muerdo la lengua y menos mal lo hago, porque justo en ese momento aparece mi abuela por arte de magia. Se acerca a nosotros con una sonrisa resplandeciente.
Me remuevo incomoda en mi lugar mientras me repito una y otra vez que no debí aceptar venir a este paseo.