Por su parte Aedus, contemplaba la figura magullada del moreno recostado en el saco; Benedict le había quitado la camisa para poder aplicarle la runa, por lo que pudo apreciar su cuerpo bien formado y tonificado por el entrenamiento. Se sentía deseoso de pasar su mano por la piel ligeramente tostada, perfilar los marcados músculos, incluso recorrerla con sus labios, entregándose mutuamente a la pasión.
-¿Te gusta lo que ves? –intentó bromear Percival, pero la runa no había reparado aún los efectos de tragar tanta agua, y su voz sonaba ronca. –Me has salvado…
-Y tú has salvado a mi gemela, te debo mi mitad de vida. Lo es todo para mí –Aedus susurró con timidez, por primera vez desde que habían empezado con aquella aventura- Dijiste que te somos repulsivos, que no quieres saber nada de nosotros ¿Por qué la salvaste?
-Es mi deber –Percival habló sin pensar, maldiciendo por lo dicho, pues sonaba frío y cortante. Incorporándose con algo de dolor, se aclaró la voz-No podía dejar que le pasara algo…Te mentí y no está bien, lo sé –confesó, atrayendo la atención del rubio- No soy de esos cazadores que se creen superiores, o que siguen las normas estrictamente…me sentía dolido, lo pagué contigo porque a la única persona que siempre me había apoyado, la perdí…
-Creía que Benedict, como tu parabatai, era esa persona- intervino confuso.
-Es cierto, Ben siempre me apoyó en todo; pero somos parabatais, algo más que hermanos, es normal que nos apoyemos, hablo fuera de ese círculo. En la Guerra Oscura perdí a mi hermana, la única familia que me quedaba. Los cazadores de sombra no tenemos una esperanza de vida muy grande. Apoyo y felicito a Lightwood y Bane, pero no quería enfrentarme a esa tesitura. Que tú te enfrentes a ella –notando que se liaba con las palabras y que el rubio aún no había abandonado su lugar, prefirió lanzarse a la acción, lo que mejor se le daba, inclinándose lentamente hacia él- Shhh…-tomó su mejilla, acariciando la piel, mientras lo acercaba enredando las manos en su cabello- Tranquilo…-pronunció no muy seguro de si se lo decía al contrario o a sí mismo, pero poco le importó en cuanto sintió el calor de los labios ajenos sobre los suyos, comenzando un tímido beso, que pasó a mayores.
Aedus, respondió con la misma intensidad, devorando los labios ajenos, sin entender cómo acabaron recostados y besándose.
Pasó las manos por el cuerpo del moreno, como antes había deseado, sintiendo la electricidad recorrer cada poro. Pero las magulladuras producidas por el accidente, evitaron que fuera a más, contentándose simplemente con besos y caricias inocentes.
-Mi hermana casi tuvo que morir para que me besaras al fin. Nunca os entenderé. Llevo años esperando esto, nefilim.
-¿Vas a seguir llamándome así? ¿Incluso después de besarnos? Tú también podías haber dado el paso antes.
-¿Y arriesgarme a que me claves uno de tus cuchillos serafín? No seré demonio, pero sangro.
-Nunca hubiera hecho eso. ¡Jamás! –Percival abrazó su cuerpo de forma protectora, como un acto reflejo sin darse cuenta, lo que provocó una sonrisa en Aedus.
-Bueno saberlo. ¿Por qué mencionas tanto a Bane y su nefilim? ¿Qué es lo que no quieres que padezca?
-La pérdida…Yo soy mortal, tú no. Lucho contra demonios que pueden herirme, y no siempre los iratze funcionan…no quiero empezar contigo nada que sé que acabará en pérdida…
-Perdí a mis padres, sé lo que es perder a alguien. ¿Y no crees que yo tengo que elegir si quiero involucrarme en eso o no? ¿Además que te hace pensar que quiero algo serio? –preguntó intentando picarle.
-No soy ni la querida ni el juguete de nadie. –Percival le soltó ofendido.
-Percival, era una broma…-como muestra de arrepentimiento, Aedus volvió a besarle con más suavidad, mientras contemplaba las facciones del moreno y acariciaba su rostro. Pero ya se había ganado el perdón cuando pronunció su nombre, que sonó mágico a oídos de su dueño.
-Me gustas…
-Y tú a mí, Percival, quiero arriesgarme. Lo que sea que estemos juntos, será el mejor tiempo que vivamos, será lo mejor de mi vida. Déjame ser lo mejor en la tuya.
-¿Años?... ¿si te gusto desde hace tanto por qué siempre eres tan borde conmigo?
-Porque tú eres borde conmigo, además siempre estás rodeado de cazadoras de sombras, en todas las reuniones…Creí que eras heterosexual.
-Tú lo eres, siempre te rodean sirenas…
-Son escoltas, soy un príncipe.
-Eres un poco vanidoso –Percival, rompió a reír, pues al final su parabatai tenía razón y había pasado tanto tiempo sin admitir la verdad, pudiendo estar junto a la persona que quería- Perdona por mis palabras del otro día, no debí decirlas, quería protegerte y no dañarte…
-Estás perdonado, tonto nefilim –Aedus se unió a las risas, mientras retomaban los besos.
Esa noche ninguno hizo guardia, cada pareja la pasaron juntos. Ben tomó el saco de dormir y acomodándose en la orilla, durmió tomado de la mano de Aine, mientras Aedus compartía el espacio con Percival en la tienda, durmiendo abrazados.