Hoy pinta a ser un gran día. Para alguien más.
—Sí, señorita Blake, ya la he visto —me dice Bonnie, como si yo quisiera mostrarme a ella y no fuera que estoy poniendo las cortinas blancas otra vez, ya que anoche fueron cambiadas por unas rojo vino —, ahora haga su trabajo sin modelar, el jefe no está cerca hoy.
—Señorita Bonnie, no soy una oportunista que busca zanjar a Cross.
No estoy de ánimo para esta forma de ella.
—No parecería.
—Señorita Bonnie, se le sale la faja —digo y me bajo de la escalera. El segundo día del período no es tan fuerte, es de hecho, placentero en comparación al primero, pero mi humor no es paralelo a aquella ausencia de dolor —Eso ya es lo último que me tocaba hoy. Me iré a dormir, que descanse. Ya me retiro. Ha sido un día ajetreado.
Ella me mira con preocupación y a su vez enojo. ¿Será que la señorita Bonnie tiene un sueño frustrado con Cross y se muere de celos?
Como sea, ya no quiero darle más vueltas. Camino por los pasillos grandes, que con ayuda de las mucamas que contrató el señorísimo, limpié hoy mismo. Aún así, ellas solo hacen limpieza básica, todo lo que tiene que ver con cristalería, ventanas, madera o cosas que necesiten profundidad son mías. Cuando revisé mi nómina, ayer, vi que ellos me contrataron como cabeza de la limpieza, y por eso es que me tocan esas cosas y mi paga es casi el doble que las de ellas… Joder, que ni sabía a qué puesto me postulaba cuando tomé la entrevista.
Cuando llego a mi habitación hago una llamada fugaz a mi madre y a Jessie, que ahora mismo son las únicas personas con las que hablo fuera de esta casa. Adam y yo no hemos hablado en unos días, simplemente porque estamos ocupados.
Extraño cuando éramos adolescentes.
Me acuesto con la nostalgia de saber lo mucho que mi vida ha cambiado. Recuerdo muy bien cuando se me ofreció una beca, una hermosa beca completa, para estudiar mi carrera soñada; Administración de empresas. No la acepté, quise seguir trabajando. Luego estudiaré, decía. Ahí podemos ver que mi IQ decae algunas veces.
Ahora mi vida se basa en completar la jornada de trabajo, y posteriormente lamentarme.
La menstruación me tiene sensible, como pocas veces.
—Yo pude haber terminado mi carrera para este tiempo… Ahora limpio casas de estúpidos… —susurro dando vueltas en mi cama, sin poder conciliar el sueño —. Estoy cansada, ¿por qué no me cooperas, cerebro, y te apagas?
Yo antes era sexualmente activa…
—No, no… no te vayas a poner caliente. Estoy cansada, me duele la espalda, Lissy —me digo —Va a ser un día largo… Noche, mierda, noche larga. Ya estoy perdiendo el —me interrumpe un bostezo.
Tengo sueño, quiero dormir. Fin. No estoy pensando en la espalda de mi jefe, ni me embargan los recuerdos de aquella noche en el jardín.
Jamás había tenido sexo al aire libre, mucho menos contra una estatua… Es increíble lo que uno hace cuando está caliente.
No por decisión, comienzo a sentir la manera en la que mi cuerpo se eriza, desde mis vellos hasta mis pechos… No estaría mal que el momento se repita…
Mi teléfono comienza a sonar y yo me asusto, pero finalmente atiendo.
—¿Sí? —¿Por qué estoy asustada?
—Señorita Blake.
—¿Jefe? —pregunto.
—¿La desperté?
No, despierta ya estaba.
—No…
No, para nada. No interrumpió mi sueño precisamente.
—¿Necesita algo, señor?
—Solo quería saber, si es posible, que haya pensado algo más para aquel proyecto que le mencionó a Henderson. Ya sabe, aquel que “planeamos”, porque quisiera escuchar sus opiniones.
—¿Me ha llamado para eso?
—Sí.
—Yo… no he pensado en nada. Lo lamento, apenas he tenido tiempo de… he estado muy ocupada.
—Hablaré con Bonnie, es demasiada carga laboral. Contrataremos a la segunda chica, señorita Blake, podrá delegarle las funciones. Descanse, Lissy.
—Eso sería un… —corta antes de que termine de hablar.
Esta podría ser mi oportunidad para ser cenicienta, pero al mismo tiempo ser mi propio príncipe. Si hago un buen trabajo… quizás me considere para trabajar en sus hoteles como más que sirviente.
Sí, debería ponerme a pensar en eso y no en las cosas que mi mente recuerda. ¡Por Dios, Lissy!
+
Comienzo a considerar golpear está máquina deficiente, que no quiere darme la gaseosa por la cual ya pagué.
—Le tienes ganas a tu jefe.
—No, Jessie… —contesto, esperando que no quiera continuar la conversación personal —Le tengo ganas a la idea de que me coja. Porque, obvio, tengo mucho sin actividad. Además, sabes cómo me pone la menstruación, soy más hormonas que persona.
—¿Diferencias?
—Adiós —quito el celular de mi hombro.
Pateo la máquina, pero sigue sin darme lo que quiero.
Siento rabia, pero sé que no es culpa del cacharro.
Dejo mi dinero perdido, y eso me molesta, pero no ocupa ni el cinco por ciento de mi cabeza…
Cuando yo estoy teniendo mi momento más prometedor, tengo un buen trabajo, seguro médico y quizás oferta de un mejor puesto… mi madre podría estar pendiendo de un hilo. Vuelvo a la habitación de ella, en aquel hospital, y al ver el estado de todo esto, entiendo la falta de funcionamiento de aquella máquina. ¿Por qué mamá sigue aquí? Con el seguro médico que tenemos ahora, podría pasarla a otro hospital, uno menos rural, más cerca de la ciudad.
—Mami… —digo al volver a entrar. Ella entonces me sonríe desde la cama.
No le deseo vivir esto a nadie, ni como hijo ni como madre, ni como enfermo ni como familiar.
Siempre será difícil, pero es que ningún otro tipo de situación te lleva a desear morir y a su vez odiar la muerte.
—¿Supiste lo que pasó con Jessie? —le digo para iniciar una conversación —Su departamento se incendió, pero ya está mejor. Mucho mejor.
—Mi niña…
Ese mi niña me destroza.
—¿Cómo te has sentido, Lissy?
—Yo siempre estoy bien, mami —respondo mientras deposito la fruta que le compré. Es un pequeño alivio poder comenzar a comprarle las cosas sin pensar en el costo. Fruta… que deprimente —Jessie es que está en mal momento…
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Editado: 11.11.2023