MEMORIAS DE MEDIANOCHE
Memorias de medianoche oh oh oh... Bebe, tu y yo tropezando en las calles.
Midnight Memories, One Direction.
"No vuelvo a tomar". Fue lo primero que dije al despertar al día siguiente. ¿Qué hora era? No tenía la más mínima idea, pero podía asegurar que eran más de las once de la mañana, porque nadie en su sano juicio se levanta temprano luego de tomar la noche anterior.
Levanté las sabanas alrededor de mi y me tapé hasta la cabeza. Había un rayito de luz entrando entre las cortinas de la habitación y además de calentarme la mejilla estaba haciendo que mi intolerancia al sol aumentara. Sentía un fuerte y constante dolor en la cabeza y la boca seca. En resumidas cuentas, me sentía horrible.
Saqué la mano debajo de las cobijas y tanteé por toda la superficie del mueble al lado de mi cama hasta por fin dar con el celular. Lo tomé y lo metí debajo de las sábanas conmigo. Al principio el brillo me cegó, pero cuando lo puse a lo mínimo mi vista pudo resistir la iluminación del aparato.
Mis ojos casi salieron de sus órbitas, ¡ocho a.m.! Eran las malditas ocho de la mañana, lo que significaba que, si yo había llegado a las dos y treinta a casa, solo había dormido cinco horas y media. Quería volver a dormir, pero me sentía bien —quitando el dolor de cabeza, las náuseas y la sequedad en la boca—. Aun así, sin ningún ánimo y con las esperanzas por los suelos, salí de la cama, sintiéndome como Drácula caminando bajo el sol, incluso sentía como si la luz si quemara mi piel, estaba exagerando, pero la resaca me hacía sentir de esa manera.
Cubriendo un poco mis ojos, caminé hasta la sala, cuidando de que no estuviera mi madre o mi padre y mucho menos mi hermana para molestarme. Cuando vi que el paso estaba libre, regresé a mi cuarto, tomé la primera ropa que encontré y corrí hasta el baño. Dejé la ropa en una pequeña que mi madre había puesto para que la torpe de su hija (o sea yo) no mojara la ropa que me pondría; si, mi mamá pensaba mucho en mí.
Mientras el agua se calentaba, me quité la ropa de la noche anterior; en mi cansancio, llegué y simplemente me tiré a la cama a dormir. Me saqué la falda y desabroché el top, olía demasiado a brandy, lo que significaba que, o había tirado mi bebida sobre mí o en algún arrebato, Gwen y yo terminamos tirando una bebida sobre ambas, conociéndonos apostaba más por la segunda.
Arrojé la ropa al cesto de la ropa para lavar y me metí en el cuarto de ducha. El agua caliente me caía sobre todo el cuerpo, relajando cada músculo y aliviando el dolor de cabeza. Me preguntaba qué tantas cosas había hecho en la fiesta. No era muy bien conocida por tomar buenas decisiones, aunque siendo sincera me había equivocado más veces estando sobria que ebria.
Cuando terminé, me envolví una toalla alrededor del cuerpo y salí con sumo cuidado de no caerme. Terminé de alisarme, me puse una crema con olor a fresas que amaba y la ropa que había elegido era perfecta para el clima invernal que se aproximaba.
Una vez afuera, me puse unas botas con lentejuela dorada que me encantaban y volví a mi cuarto. Mi mamá posiblemente estaba en su cuarto junto con mi hermana, y lo más probable era que mi papá estuviera trabajando, así que me puse a limpiar mi cuarto, que era realmente un desastre, tenía ropa sin doblar y guardar, el bote de la basura estaba lleno de papeles de la escuela y bolsas vacías de golosinas, mi escritorio se encontraba lleno de libros, cuadernos, bolígrafos y un montón de anotaciones con las que estudiaba para los exámenes finales.
Recogí los útiles escolares y lo guardé en un baúl que tenía reservado para todo ese tipo de cosas, según mamá porque mi hermana podría necesitarlos, desde mi punto de vista, solo la volvía más floja de lo que ya era, pero eran su ordenes, no mías. Vacié el cesto de basura y también guardé la ropa. No me llevó tanto tiempo y esfuerzo limpiar y cuando terminé pude afirmar que debajo de toda esa montaña de desorden no existía una entrada a Narnia.
Observé el reloj, eran pasadas de las 10: 30 a.m., no le vi sentido a desayunar, además no tenía mucha hambre, así que preferí quedarme en mi cuarto —que ahora olía a menta— revisando mensajes en WhatsApp, no pensaba contestar aun, solamente deseaba saber si había algo interesante.
Tenía una conversación reciente con Mare, mensaje sin sentido de Gwen, uno de Jason dándome los buenos días, y otros de Jared. Los últimos no me interesaban en lo más mínimo, no me apetecía hablar con él y estaba feliz de no tener que verlo hasta dentro de dos meses.