Sobre Manga y Rock ´n´ Roll

Capítulo Ocho. Una linda amiga.

Me levanté muy temprano, había dormido lo suficiente, me sentía más descansada y animada. La plática con papá me ayudó mucho. Haría exactamente lo que me dijo. Esperaba que las cosas poco a poco se fuesen acomodando; además, Danz era una persona que tenía mucho para ofrecer, no sólo era un chico lindo que todas querían como novio; también era un gran amigo, era amable y muy bueno escuchando. No quería perderlo y tampoco perder su amistad. No sería tan egoísta como para alejarme de él, sólo porque le gustase alguien más. Estaba dispuesta a apoyarlo en todo, sería una verdadera buena amiga y dejaría a un lado mis sentimientos.

Pensaba en todas esas cosas mientras me arreglaba el cabello para ir a clases.

—Buenos días, papá.

Papá tenía listo el desayuno, tostadas francesas. Olía delicioso.

—Buenos días hija, que bueno verte de tan buen humor.

Tomé una tostada y a la boca.

—ffsi, fffes ffque ffme ffsirffvió ffmucho ffnuesfftra pláfftica.

—Sep, no hables con la boca llena, que no te entiendo nada.

—Que me ayudaste mucho. Me voy papá, hoy no quiero llegar tarde.

—Bien, ve con cuidado.

Me puse mis patines en la entrada de la casa y me fui al colegio. La noche anterior estuvo lloviendo, el pavimento aun estaba mojado y los árboles goteaban, el clima fresco, las flores de los jardines se veían más lindas, bañadas con pequeñas gotas de agua que parecían escarcha, como recién bañaditas, sus colores se potenciaban mucho más.

Seguí patinando y admirando todo, perdida en mis pensamientos. En la esquina de siempre, vi a Danz con su chica.

“Esta vez no simularé que no lo vi, esta vez seré valiente y los saludaré”

Me acerqué a ellos con cuidado y cuando Danz me vio, sonrió “¿Por qué tiene que tener esa sonrisa tan peligrosamente atractiva?” Saludé tímidamente.

Pude ver bien a la chica del café, era linda, sus ojos tenían ese color amarillo, casi como los ojos de Danz. Su cabello castaño muy claro, largo y liso, caía como la lluvia y entendí perfectamente porque Danz se había fijado en ella. Ella notó que la observaba y le sonreí.

—¡Oh si! ¡Cierto! Sep te presento a mi prima Sofía. Ella vivía en el extranjero, acaba de llegar y estará estudiando un año por acá.

“¿Qué dijo? Prima ¿Es su prima? ¡No puede ser! ahora entiendo la cercanía y el abrazo ¡Soy una idiota! salté a conclusiones demasiado rápido. Hice tanto drama por su prima, ¡Que vergüenza Sep!”

—Mucho gusto Sep. Finalmente te conozco —sonreía mientras hablaba— mi hermano me ha hablado mucho de ti —Danz le dió un pequeño codazo, apenado.

—Mucho gusto Sofía. Le dijiste hermano, pensé que eran...

—Sí, somos primos; pero mamá sólo tiene una hermana y mi tía solo tiene a Sofía entonces…

—Oh entiendo, que bueno que se tengan. Yo no tengo primos, ni primas, mi mamá y mi papá son hijos únicos, así que… —alcé mis hombros en señal de resignación. Sofía me veía de pies a cabeza y se detuvo en mis patines.

—Me encantan tus patines, siempre he querido patinar.

—Gracias —dije un poco apenada por toda la situación previa— ¿Y por qué no lo has intentado?

—Tía Jane no la deja, la cuida demasiado —agregó Danz.

—Sí, Mamá piensa que me voy a lastimar con todo, es muy sobreprotectora. Me dejó venir aquí después que le rogué casi un mes, insistí tanto que creo que la tenía tan harta que por eso me dejó.

—Ya veo. Si quieres te puedo enseñar —agregué— No te va a pasar nada, si patinas con cuidado.

—Sólo no atropelles a la gente —sugirió Danz, ambos reímos simultáneamente. Sofía nos vio sin entender de qué hablamos.

—¿En serio, me puedes enseñar? —preguntó Sofía.

—Oo, estás en problemas Sep, ahora no te dejará en paz.

—No importa. Sí, Sofía, puedo enseñarte. Será genial.

—Tendremos que ir de compras porque yo no tengo patines.

—Emm… Claro, ¿Cuándo quieras?

—¡Hoy mismo! —exclamó Sofía.

—Te lo dije —advirtió Danz.

—Sí, puede ser hoy, después de todo no tengo nada que hacer. Hoy la cena le toca a Papá.

—¡Genial! pero Danz no le digas a mi Mamá, por fa.

—Por mí no se enterará.

Ellos caminaban y yo patinaba despacio a su lado conversando. Sofía era una chica muy elocuente, cuando habla sus expresiones faciales eran muy evidentes, era como si pudieras ver cada una de sus emociones, transparente como en el agua.

“Y todo este tiempo me martiricé a mí misma, pensando que era la chica de la que él se enamoró a primera vista. Sufrí de gratis”

—¿Cuántos años tienes Sofía?

—Quince, pronto tendré dieciséis.

—Oh, entonces vas un año antes que yo.

—Sí y dos años antes que mi hermano.




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