Sobre Manga y Rock ´n´ Roll

Capítulo diez. Tiempo juntos.

—¡Despierta! Tenemos que ir a la escuela —moví su hombro.

—¡Mamá! Todavía falta, para que venga el tutor —contuve la risa, Sofía hablaba dormida. Apreté sus mejillas entre mis dedos, como si fuese un panda.

—¡Que te despiertes! —dormía como un oso, ni siquiera mis pellizcos fuertes la despertaban.

Me tiré hacia atrás porque de un tirón se sentó en la cama como un sonámbulo.

—Ya me desperté.

—¡Me vas matar del susto! —puse la mano en mi pecho y recuperé el aliento.

—¿Qué pasó? —frotó sus ojos, para poder abrirlos.

—Que ya es de día. Ve a bañarte. Iré a ayudarle a Papá con el desayuno.

Bajé a la cocina y Papá estaba comenzando a preparar el desayuno.

—Buenos días Pa, ¿En qué te ayudo?

—Hola hija. Ve a preparar huevos revueltos.

—Sí.

Me fui directo a calentar el sartén y tomé una cebolla para cortarla. Papá y yo nos vimos a los ojos cuando en su reproductor sonó “We build this city” de “Starship”. Papá cantó la primera estrofa con el cucharón como micrófono, le acompañé en la segunda estrofa y cantamos juntos el estribillo, mientras preparábamos el desayuno. Ambos amamos la música, después de todo, mis gustos musicales me los heredó él. Papá y yo seguíamos con los cucharones como micrófonos, cantando a todo pulmón, hasta que escuchamos a alguien aplaudir.

—¡Magníficos!

Papá agradeció, inclinándose como lo hacen los artistas de teatro.

—¡Cantan muy bien!

—Gracias. No le digas a los chicos de la doble vida de nuestros utensilios de cocina —dije entre risas.

—Que mal, ellos también deberían ver el show.

—Quizás un día, organicemos algo para ellos.

—No puedes hablar en serio —reprendí a papá y el seguía con su mirada pícara de no dudes que puedo hacerlo, suspiré— Mejor me voy a bañar, enseguida regreso.

Terminé de alistarme y bajé, Papá y Sofía me esperaban, con la mesa lista. Tomé mi asiento para desayunar.

—Papá ¿Sabías que teníamos un oso durmiendo en la casa?

—¿Ah sí? Con razón me pareció escuchar algo.

—¡Oye! —reprochó Sofía. Reí al instante.

—Por más que lo intentaba no te lograba despertar, tienes el sueño muy pesado eh.

—Aun así, no soy un oso. Estaba soñando divinamente y tú me despertaste. Eres cruel —Sofía resaltó su labio inferior.

—No me digas que con el juego.

—Con Papá.

—Oh, lo siento, no debí despertarte —ella sonrió.

—Pero no te pongas así, si no me hubieses despertado no disfrutaría este delicioso desayuno. Ahora sé que el ingrediente secreto es la música. Muchas gracias Señor Joel.

—Es un placer. No le vayas a decir a nadie mi secreto músico—culinario eh —ella puso su mano en el pecho en señal solemne.

—Jamás lo traicionaría —ambos sonrieron.

—Al parecer la pasaron muy bien juntas, escuché mucho ruido venir de su cuarto.

—Espero que no lo hayamos desvelado. Jamás había hecho una pijamada y la verdad yo no quería dormir.

—Ni despertarte —volví a reír. Sofía me fulminó con la mirada; pero, sonrió al instante.

—En fin, la próxima vez tú te quedas en mi casa. Señor Joel, no puede decir que no.

—No veo problema; pero, deben portarse bien y no salir de la casa, ¿De acuerdo?

—¡Estupendo! Espero que sea muy pronto, ¡ya sé! ¿Qué tal este fin de semana?

 —¿Ya? tan pronto —pregunté.

—Sí, ¿por qué no?

—Es que… nunca he dormido fuera de casa.

—Sep, es tiempo que salgas del nido.

—¿Seguro? No me estás echando de casa ¿verdad?

—No, por mí no hay problema, siempre y cuando me llames antes de dormir; además estaré en contacto con los tutores de Sofía para que te cuiden mucho.

 “Y por un momento pensé que Papá estaba actuando despreocupado; pero, en seguida volvió a ser él, un Papá oso”

—Está bien, será divertido después de todo.

—¡Siii!

Terminamos de desayunar y nos fuimos a la escuela. Ambas llevamos patines, nos fuimos despacio porque Sofía aún estaba aprendiendo. Vi a Danz doblar la esquina.

—Tus ojos brillan, cuando ves a mi hermano —volví hacia Sofía sorprendida, que me estaba observando. Me limité a sonreír.

—Te gusta ¿Verdad?

Y entonces verbalicé para ella aquello que me había costado tanto aceptar.

—Sí —acepté y ella sonrió.

—Descuida, soy buena guardando secretos.

—Algún día, se lo diré. Gracias por guardar el secreto.




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