Después del mejor almuerzo de mi vida, interrumpido de vez en cuando por las pesadeces de Jason, pero compensado por la simpatía y amabilidad de Dick, nos ponemos por fin a trabajar.
Jason me lleva a una sala de cine, con una pantalla que abarca una pared completa y cómodos asientos. Planea que veamos la cenicienta.
—Yo nunca la he visto —dice, encogiéndose de hombros—. Sólo tengo algunas ideas sobre lo que trata.
Yo la vi hace tiempo y no me acuerdo de los detalles, así que me parece una buena idea y saco mi cuaderno para tomar apuntes.
De pronto, la puerta se abre y aparece Dick.
—¡Les preparé palomitas!
Deja un enorme bol en la mesa frente a nosotros.
¿Puede haber alguien tan encantador como él?
—Olvidé traer refrescos ¿Qué quieres tomar, Isabel?
—Un jugo está bien para mí, gracias Dick.
Me guiña un ojo antes de salir y me dejo caer en el sofá, completamente rendida ante él.
—Podrías disimular un poco.
Me sonrojo al recordar que Jason está aquí también.
—¿A... A qué te refieres?
—Ay, Isabel. No soy tan tonto como parezco. Es evidente que te gusta Grayson.
—¡Shhh! ¡Cállate, no lo digas tan fuerte! —tapo su boca con mis manos.
Él me las aparta.
—¿Cómo lo descubriste?
Me mira como si mi pregunta fuera la más absurda del mundo.
—Por la forma en que sonríes cuando lo ves y ese brillo en tus ojos con cada cosa que él hace. Pareces feliz cada vez que él está cerca.
Exactamente así es como me siento.
—¡Jason, júrame que no vas a decírselo! —lo jalo de la camisa.
—Conozco tu secreto. Ahora serás mi esclava.
—¿Qué?
Dick regresa y me aparto, mirando la maliciosa sonrisa de Jason, que me causa escalofríos.
Se queda a ver la película con nosotros, sentándose a mi lado. De vez en cuando, no puedo evitar que mis ojos se desvíen de la pantalla hacia su rostro.
Es guapísimo desde todos los ángulos.
Vuelvo a mirar al frente cuando Jason me lanza una palomita. Me regaña, indicándome donde está la pantalla y yo sólo pido que Dick no se dé cuenta.
~🦇~
La película termina y tengo muchas ideas apuntadas en mi cuaderno. Dick aportó con algunas, incluso Jason hizo lo suyo.
Tendremos que juntarnos una vez más para comenzar a redactar el guión.
Todas las veces que sean necesarias.
—Vamos, Isabel. Te llevaré a casa —ofrece Jason.
—No es necesario, llamaré para que vengan a buscarme.
—Bien, entonces nos vemos mañana —se retira, dejándome a solas con Dick.
—Disculpa sus modales, es un salvaje la mayor parte de tiempo.
Ambos reímos camino a la sala. Yo avanzo hasta la puerta.
—¿No esperarás aquí?
—Prefiero caminar, me recogerán en la entrada. Gracias por todo, Dick.
Él se despide con una deslumbrante sonrisa y la observo hasta grabarla en mi memoria. Después de la amenzaza de Kory, no creo poder estar cerca de él en la escuela.
Y ahora Jason hace ese comentario tan extraño ¿Acaso piensa chantajearme? No quiero creer que sea capaz de algo tan ruin.
Avanzo por el hermoso jardín, cuyos enormes árboles agitan sus ramas con la brisa cargada de humedad. Creo que lloverá.
Tras casi cinco minutos, llego al portón de la entrada, donde nadie me está esperando.
Salgo de los terrenos de la mansión y sigo por el camino que me llevará de regreso a la ciudad. Me pregunto cuánto tendré que andar hasta que vea una parada de autobuses.
Una enorme gota me da de lleno en la cabeza. Ha comenzado a llover y de nada sirve apurar el paso. Está comprobado que correr bajo la lluvia no hace que te mojes menos, sino todo lo contrario.
Tras casi quince minutos de caminata, por fin veo un paradero. Allí me cobijo a esperar el autobús.
Mi cuerpo tiembla bajo las ropas empapadas y me alegro al pensar que pasar la tarde con Dick vale esto y mucho más.
Él lo vale todo.
—¡Isabel!
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Editado: 27.10.2020