En cuanto oigo lo que dice, la emoción me embarga y lo abrazo, saltando en medio de exclamaciones de dicha.
—¡Jason, eso es maravilloso! Te dije que no debías rendirte antes de tiempo. La esperanza es lo último que se pierde.
Su expresión de desánimo me demuestra que yo estoy más feliz que él.
—¿Qué ocurre?
—No quiero hablar del tema. —Sube a la motocicleta, pero yo insisto.
—Jason, somos amigos. Confía en mí, dime qué ocurre.
Él suspira pesadamente, como si fuera a revelar un secreto que le causa mucho malestar.
—Ella me invitó a salir, pero no porque yo le guste. Lo que quiere es sacarle celos a Grayson.
Toda la alegría y emoción que sentía se desvanecen.
Ahora quiero llorar.
—¿Cómo puedes pensar algo así?
No me gusta que sea tan negativo respecto a sí mismo y que siempre esté pensando lo peor. Kory perfectamente puede sentirse atraída por él, cualquier chica podría, excepto Brenda por supuesto.
—Los hombres se dan cuenta de estas cosas. Ahora sube o me iré sin ti.
Hago lo que pide y prefiero no volver a tocar el tema. Esto es algo que le afecta y su tristeza me conmueve también. Me sujeto de él y lo abrazo, mientras conduce hasta su casa.
Apoyo la cabeza en su hombro y desearía no llevar el casco puesto para sentir el calor de su cuerpo.
No quiero que a mi Jason le rompan el corazón.
~🦇~
Llegamos a la mansión y vamos directo a la cocina. Allí, Jason me comenta su plan.
—Grayson está en el gimnasio. En cuanto venga y sepa que estás aquí, se ofrecerá a ayudarte a preparar los aperitivos.
—Él es muy amable.
—No lo hará por amabilidad, sino para quedar bien contigo.
—Eso es muy feo.
Jason se encoje de hombros.
—Yo creo que el problema es que sólo te enfocas en lo negativo y buscas ver lo malo de la gente —le digo seriamente.
—¡Yo no soy el problema, es Grayson!
Y como si estuviéramos sincronizados, oímos su voz desde algún lugar de la casa.
—¡Todd ¿Dónde estás?!
—¡En la cocina! —contesta Jason, sujetándome de los hombros—. Ahora, concéntrate y no te pongas nerviosa.
Asiento, con absoluta convicción.
—Y trata de no sonrojarte cuando te coquetee.
Eso es más difícil, pero vuelvo a asentir. Sin embargo, fracaso en cuanto lo veo entrar a la cocina.
Llega con el torso desnudo y tengo una vista completa de sus firmes músculos, que resplandecen brillantemente producto de la reciente ducha que se ha dado. Su mirada relajada y el cabello alborotado sólo conspiran para darle una apariencia absolutamente cautivadora.
Es la perfección hecha hombre.
—¡Grayson, imbécil! ¡Isabel está aquí! —lo regaña Jason, tapándome los ojos para que no siga deleitándome con esa bella imagen.
—Yo no sabía... ¡Lo siento! —dice Dick, con tono apenado y luego oigo sus pasos alejándose rápidamente.
—¡Oh, por Dios! —exclamo, apoyándome en Jason para no caer al suelo porque las piernas me tiemblan.
Mis mejillas arden y siento un extraño calor recorriendo todo mi cuerpo.
—¡Grayson es un estúpido! —gruñe Jason con fastidio, para luego mirarme detenidamente— ¡Deja de morderte el labio! —me regaña—. ¡Y no se te ocurra pensar en cochinadas!
Jason, amigo mío. Creo que es demasiado tarde para eso.
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Editado: 27.10.2020