—¿Cuándo invitarás a Dick a casa? —pregunta mi tía durante el desayuno.
—Él ya no vendrá, tía.
—Pero Isabel ¿Qué pasó? Se veían tan enamorados y hacían tan bonita pareja ¿Hizo alguna estupidez?
Niego, luchando contra el nudo que se forma en mi garganta. La mirada de preocupación de mi tía no ayuda.
—Cariño, dime qué pasó ¿Por qué estás llorando?
—Por nada tía, no te preocupes.
Tomo mi bolso y salgo rápido de la casa. Ella no necesita saber lo que pasó, me da mucha vergüenza que se entere y tal vez hasta insistiría en cambiarme de secundaria.
~🦇~
En el recreo busco a Jason y no lo encuentro por ninguna parte. Voy al baño y allí está Kory, llorando desconsoladamente. El maquillaje de los ojos se le ha corrido y luce espeluznante.
—¡Todo es tu culpa! ¡TODO ES TU CULPA! —grita con furia— ¡Me las vas a pagar, Ardila! —amenaza antes de salir.
De inmediato viene a mi mente la quema del auditorio. Debió ser ella, mi instinto detectivesco no se equivocaba, pero no tengo ninguna prueba y sin ella, no puedo informar a las autoridades.
—¿Dónde estabas? Te busqué por todas partes.
Jason descansa cerca de los bebederos junto a las canchas deportivas y se ve hastiado, con su expresión malhumorada más intensa que nunca.
Me cuenta que tuvo una discusión con Kory y el episodio del baño parece contextualizarse.
—Ella quería que saliéramos de nuevo ¡Está loca!
Claro que lo está. Su plan de sacarle celos a Dick nació muerto. Incluso él le dijo que fuera con Jason para que lo dejara en paz ¿Qué es lo que pretende? ¿Hacerle caso?
—¿Qué hiciste?
—La mandé a la mierda, por supuesto. A mí no va a andarme jodiendo como a Grayson.
—¿Y si lo hace? —pregunto con aprensión.
Comienzo a creer que es una loca obsesiva.
—Le dije amablemente que ya me la había follado y que no necesitaba nada más de ella. Dudo que vuelva a insistir —se encoge de hombros como si nada.
Con razón ella lloraba tan amargamente en el baño, si un hombre me dijera algo así de horrible, me querría morir.
—No pongas esa cara, sabelotodo. Kory es el enemigo, así que no sientas pena por ella, se lo merece. Además, me dio una cachetada.
En su mejilla izquierda tiene las claras marcas de los dedos que azotaron su cara, junto a unos cuantos rasguños que le quedaron.
—¿Te duele mucho?
Toco suavemente su mejilla. La piel se ha calentado y parece hinchada.
—¡Auch! —se queja, sobresaltándome y ríe burlonamente.
—Idiota.
Salgo caminando, alejándome de él.
—Dime odioso, me gusta cuando lo haces —me sigue sólo para molestar.
Yo lo ignoro. No estoy de ánimo para sus juegos.
—Vamos, no te enfades conmigo ahora que estoy herido.
—Pues no sigas molestando si no quieres estar más herido.
Él sigue riéndose.
—Uy ¿Es una amenaza? ¿Me vas a insultar con esas palabras raras que te excitan? ¿O me vas a tirar un libro por fin?
¿Qué le pasa? ¿Será que está aburrido? Hace tiempo que no discutíamos.
Volteo, haciéndole frente.
—¿Alguna vez has jugado al Bowling? —le pregunto.
Él niega, algo intrigado.
—Yo tampoco, pero te voy a patear ese arrogante trasero tuyo y vas a ser mi esclavo por una semana.
Sus ojos azules se llenan de un inquietante brillo ominoso.
—Bien ¿Cuándo lo hacemos?
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Editado: 27.10.2020