Después de lo sucedido en la noche anterior, busque inquietamente alguna señal o indicio que me pudiera ayudar a explicar o comprender lo sucedido, pero por más que me forcé fue inútil ya que no encontré nada que explicara lo acontecido. La espada permanecía inerte en su funda como si nunca hubiera salido de ella, en ese momento sólo pude concluir que todo parecía haber sido producto de mi imaginación, motivada quizás por la falta de sueño que me aquejaba por las noches.
No obstante, yo sabía y me encontraba seguro de que había sacado la espada de su funda. Hacia ya bastante tiempo que esto no, me sucedía; sentir que mi realidad se tornara confusa e inverosímil, como con indecisión con respecto a que creer o hacer. Me propuse a esperar las primeras horas de la noche para ir con el viejo anticuario, mire por el cristal de la ventana de mi habitación, las ramas de los árboles de la calle se movían a un ritmo de vaivén adormecido, esparciendo sus hojas con el viento.
Las brisas del invierno son bastante gélidas y aquí en la ciudad de Magedons lo son más. Casi nunca he sido paciente así que cambie de idea y decidí salir antes de lo planeado. Mire hacía un viejo reloj de ébano que colgaba de la pared, sus manecillas, daban las 5:00 menos cuarto p.m y la luz del día ya se había ido, la arquitectura de esta ciudad está llena de viejos edificios y rascacielos que obstaculizan la poca luz del sol que queda. Sus calles y avenidas son muy amplias y estéticamente bien definidas.
Finalmente, pensando en otras cosas y ordenando mis ideas decidí salir y pasar primero por el orfanato Glindon a visitar a una pequeña amiga de nombre Any, Any es una niña de 12 años, de cabellos rubios, tez blanca y de ojos azules como el mar veraniego. A pesar de extrañar a sus padres Any casi siempre se muestra optimista, alegre e inquieta.
Yo estimo mucho a Any, pero nunca se lo he dicho. Ahora que lo pienso me acuerdo de la noche que la encontré en un viejo edificio abandonado de la ciudad Eternity. En ese entonces sólo se la pasaba llorando, me decía que ella era una princesa, la verdad yo, no-sé si eso era cierto o no pero sus padres la dejaron ahí y nunca más han vuelto por ella. A Veces me pregunto que clase de padres pueden hacer algo así, a veces las personas suelen ser crueles con los seres queridos. Yo la traje conmigo a esta ciudad y la deje en el orfanato y desde entonces cada vez que yo vengo a esta ciudad siempre paso por el orfanato a verla.
Salí del hotel y empecé a caminar, las calle estaba muy poco transitada y los vehículos pasaban en direcciones opuestas, había caminado ya varias cuadras cuando de repente al ir pasando frente a un callejón oscuro escuche que desde las sombras una voz susurraba un nombre, nombre que yo no alcance a entender ya que la voz que salía del callejón era trémula y quejumbrosa.
Momentáneamente me detuve con la mirada fija hacia las sombras, quería que mis ojos penetraran la celosía de la oscuridad.
Quería encontrar al emisor de esa voz espeluznante, no sé por qué pero ahora podía sentir y tener una especie de percepción con respecto a algo inexplicable, como una especie de energía oscura y hostil que me acechaba. Espere un instante que pareció una eternidad. Instantáneamente una desordenada ventisca de aire salió del callejón desordenando un poco mi cabello.
Era extraño pero no sentía miedo como si algo en mí ya estuviera acostumbrado a enfrentar este tipo de situaciones extrañas.
Por más que espere no pasó nada más concluí que sólo había sido el viento. Seguí mi camino hasta finalmente llegar a las escaleras del tren subterráneo, baje por ellas y aborde el tren que, me dejara en la estación cerca a la calle Marrows donde se encuentra el orfelinato.
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Editado: 28.06.2022