A Z U L
⭐⭐⭐
Me había olvidado de las heridas en mi espalda y como si estuviéramos en nuestro hogar me puse a jugar con mis hermanas en el parque. Melione todavía tenía para otros cuatro días en la cama y para no molestarla nos fuimos a un parque a charlar y pasar el rato. No podía dejar de reírme y me había comenzado a doler la panza, mis hermanas estaban felices y actuaban como verdaderas humanas normales, mientras que yo aún no terminaba de comprender algunas cosas. Ellas, por ser más grandes, habían bajado muchas veces a la tierra y convivieron con humanos, logrando comprender mejor lo que son los sentimientos. Muy por el contrario de mí que seguía batallando con todo esto que comenzó a surgir dentro de mí y es por eso que quería hablar con ellas a solas.
—Azul, ahora sí, dinos ¿qué es eso que tanto te ronda en la cabeza? —Habla Columba. Tan directa como siempre.
—Lo que pasa es que quiero irme a casa, extraño el espacio a ustedes, a las demás y a Selene, pero también quiero quedarme aquí con mis amigas y sobre todo con Anker. No quiero irme, de solo pensar que lo voy a dejar solo una cosa me comienza a doler aquí en el pecho —señaló donde comenzaba a dolerme cada vez que pensaba en volver a mi hogar. Mi pecho se comprimía y me costaba respirar cada vez que pensaba en que tenía que irme. Todo empeoró cuando Anker me veía observando el cielo nocturno y me miraba con ojos tristes.
—Hermanita, lo que te está pasando es que no saber qué decidir y todo eso te hace sentir mal y con mucho miedo a cómo reaccionen los demás. Por eso te duele el pecho, tienes miedo de que alguien salga herido por tu decisión —dice Vía. Mis demás hermanas le dan la razón con un asentimiento de cabeza, ellas comprendían mejor estas abrumadoras emociones que yo y eso me hacía sentir más acompañada.
—Puede que tengas razón, todavía me queda tiempo de decidir hasta que mis heridas terminen de sanar por completo —digo apartando las manos de mi pecho. Me comenzaba a sentir un poco mejor desde que había hablado con mis hermanas y ellas continuaron interrogándome sobre qué estaba pasando con Anker.
—Tenemos que volver a la mansión, tus guardaespaldas están algo tensos —comenta de repente Ceres. Levantándose del suelo mira en todas las direcciones y mis guardias se acercan a nosotras diciéndonos que debíamos marcharnos.
Nos levantamos con mis hermanas caminando hacia la camioneta negra que nos estaba esperando para irnos, no estábamos muy lejos de la mansión y aunque algo nerviosas no dejamos de hablar de temas tribales. Fue un viaje corto hasta que todas nos bajamos del coche y entramos en la casa donde fuimos a mi habitación donde estaban un montón de colchones tirados en el suelo ordenados con almohadas y sabanas. Con mis hermanas habíamos dormido todas juntas en el suelo, tenerlas cerca durante la noche me puso muy feliz y pude dormir la noche completa.
—¿Alguna tiene hambre? —pregunta Cirio levantándose. Todas levantamos la mano y mi hermana arrastró con ella a Rigel para que la ayudara a traer algunos aperitivos a la habitación.
—Me arde la espalda, tengo que pasarme la crema, ¿alguna me puede ayudar? —preguntó quitándome la remera. Astra se acercó a mí con la crema y comenzó a esparcirla por mi espalda con suaves masajes que relajan por completo los músculos.
—Tus heridas se ven mejor Azul, en un par de semanas estarás lista para regresar a casa —comenta ella. —Auch, ¿por qué me pegas? —se queja la pelirroja con Vía que la miraba como si quisiera comérsela.
—¿Qué parte de lo que hablamos hoy no te quedó clara Astra? —le cuestiona la morena alzando una de sus cejas.
—Azul sabe que no es una orden, solo le estoy diciendo una de las dos opciones que tiene, por Nyx qué pesadas están hoy —le responde la pelirroja volviendo a masajearme.
Estaba tan concentrada en el masaje que no me di cuenta cuando las luces se fueron de repente, en el pasillo se escuchaban pasos corriendo y el azote de una puerta. Rápido me senté y a tientas me puse la camiseta que me había quitado, aun con la crema húmeda en mi espalda tome la mano de una de mis hermanas. Ellas comenzaron a brillar dando algo de luz en la oscuridad.
—¿Qué está pasando? —pregunta Vega.
—Shhh, guarden silencio —responde Ceres. Estaba caminando hacia la puerta y su brillo se apagó cuando abrió apenas una rendija en la puerta. Esta se abrió de golpe y la empujo hacia atrás, asustándonos a todas.
—Manténganse dentro de la habitación, intrusos entraron al perímetro —nos dice uno de mis guardias. Mis hermanas comenzaron a temblar y yo palidecí cuando recordé que no estábamos todas juntas.
—Rigel y Cirio están abajo —digo temblando. Vía me obligo a sentarme con ella y Ceres se acercó a nosotras abrazándonos, todas estaban temblando y luego de unos cuantos minutos más la luz regresó. Mis guardias entraron en la habitación con unas pulseras en las manos, unas que todas reconocimos y el brillo que estaba dentro de cada una se fue apagando. Cirio y Rigel son dueñas de esas pulseras.
—Se llevaron a dos estrellas, hicimos todo lo que pudimos para que eso no sucediera, pero llegamos demasiado tarde —dijo uno de los guardias. Vía se acercó a ellos recibiendo las pulseras en sus manos y cayó de rodillas al suelo.
Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, mis hermanas habían sido secuestradas. Por Nyx, espero que hayan sido secuestradas y no robadas para ser vendidas en el mercado negro de magia por partes. En mi boca un amargo sabor me invadió y el dolor en mi pecho fue opacado por el dolor de mi espalda. Más personas entraron en mi habitación, pero no pude distinguirlas, el dolor en mi espalda me estaba obligando a cerrar los ojos y sentí como el calor abandonaba mi cuerpo. Sentía frío, pero al contrario del frío de mi hogar, este se sentía doloroso.
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hijos de dioses hades y persefone, hechiceros y semidioses, estrellas y mitologia griega
Editado: 15.03.2024