Sobreviviendo con un corazón roto.

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Entre lágrimas te pedí que no volvieras,
grité que te fueras sin dejar una ventana abierta,
te rogué que te llevaras hasta el más pequeño recuerdo,
suplicando, de rodillas, que cerraras todas las puertas.Que lanzaras la llave lejos, donde nadie la encuentre,
para que nuestra casa quede sellada, inmóvil,
y nunca más pueda abrirse.

Pero en secreto, en lo más profundo de mi ser,
deseaba que te quedaras, que lucharas por mí,
que rompieras cada puerta, cada ventana,
que nunca escucharas mis palabras de adiós,
pues nunca quise realmente que te fueras.

Ojalá nunca me hayas oído,
Ojalá hubieses luchado.




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