Mi corazón, aunque roto, está aún sigue haciendo su sonar.
En pedazos de diferentes tamaños, sigue eligiendo amar.
Bienvenido sea el dolor, le gritó el corazón a la mente; mientras está solo, lo quería hacer callar, pues no paraba de recordar.
Bienvenido sea, otra vez le comentó, todo lo que me haga palpitar y lo que me rompa un poco más, solo si con eso consigo su alma poder admirar.
La mente, cansada, solo lo quería silenciar, pues el corazón, de forma ciega, solía amar; pero ella, que veía todo lo que los hacía sangrar, recordaba día a día cómo el amor que creyó eterno se encontraba con alguien más.
Era ella quien intentaba, de a poco, sanar, pero el corazón, aunque bueno, era testarudo y no podía acallar lo que sentía en verdad.
De la sangre perdida, del dolor recibido, brotarán rosas las cuales le podré brindar a mi amada, aunque no esté aquí más.
De mis partes rotas, un puzzle intentaré formar, por si decide volver; y así, por intentar armarme, se querrá quedar, porque mi amor es infalible.
Mente mía, prefiero sangrar y amar, llorar y gritar; prefiero romperme cada día un poco más con todo lo que siento, que morir sin poder estar con el alma a la que llegué a amar.