Jay sintió una mezcla de alivio y alegría saber que las vías del tren subterráneo tenían luces de los que se podía ver por donde avanzaban; él odiaba la oscuridad, y la odiaría más al tener que lidiar con monstruos que no vería con facilidad ya que su linterna no iluminaba lo suficiente.
Por otra parte, Francis estaba calmado, pero atento a cualquier cosa que fuera extraña para su cabeza; su mano derecha estaba sobre su pistola para desenfundarla y disparar al toque. Pero, cuando Jay mencionó su nombre, decidió bajar la guardia, pues de igual forma no había peligros y todo estaba cubierto por un profundo eco que arrastraba el silencio.
— ¿No crees que ya es momento de que me digas que pasa en la ciudad y qué tiene que ver Heart and Cure y mi tía en esto? —dijo Jay, sin dejar de caminar junto a Francis y sin quitarle la vista de encima— Llevamos diez minutos que salimos del museo.
Francis volteó a mirarlo, y de la misma forma regresó la mirada al frente. No tenía ganas de responder, pero hizo ver a claridad absoluta que su palabra estaba sujetada a juramentos, por lo que suspiró y decidió hablar:
—La agencia ha estado realizando una investigación sobre lo que se le ha acusado al Hospital Heart and Cure y ellos han tapado con fuertes cantidades de dinero para no tener a la prensa sobre sus nucas.
— ¿Acusaciones cómo cuáles? —en la voz de Jay había un chillido que insinuaba disparate.
—Son incontables. Pero si quieres un ejemplo… Las extrañas desapariciones de algunos hospitalizados.
Eso hizo que Jay respiraba por la boca hasta que se le humedeciera, frunciendo el ceño tan fuerte que se le arrugaba su frente en claro.
—Eso… Eso no tiene sentido. ¿Cómo diablos pueden acusarlo de algo tan alocado como eso si Heart and Cure se dedica a salvar vidas?
—Fuentes informaron que muchas personas estuvieron a punto de protestar afuera del hospital porque algunos de sus familiares, amigos, entre otros, que estaban mejorándose o estaban para hacerlo, de la noche a la mañana fallecieron y nunca vieron su cuerpo. Para tapar las sospechas, entregaban sus cenizas.
—No creo que eso sea tan… alarmante…
—Lo mismo creyó la agencia, pero luego de haber confirmado con mis propios ojos que unos de los fallecidos de Heart and Cure estaban en unos contenedores que iban directos a un laboratorio oculto en una isla y que los altos directivos estaban controlando todo, simplemente apuntaba que Heart and Cure era parte de ello.
Jay sintió como se le hacía un nudo en la garganta tras oír eso. Heart and Cure era para él un hospital que debía estar en todo el mundo, que merecía toda la ayuda necesaria para expandirse y así ayudar a los que necesitaban atención médica para sus complicadas enfermedades. No obstante, todos los escombros de su mundo ahora le estaban cayendo encima.
De igual forma, el no haber escuchado a su tía metida en ello, le dio un viento de alivio, aunque uno que se esfumó de inmediato cuando se atrevió a preguntar por su tía y presintió que recibiría una respuesta que no quería escuchar ni en sus peores sueños:
—Y ¿qué pinta mi tía en esto? —preguntó Jay, preocupado—. Dijiste que los altos directivos estaban controlando eso; mi tía no pertenece a ninguno de ellos.
—No, pero estaba mezclada con los terroristas que cooperaron con el traslado de esos cuerpos hacia la isla. En pocas palabras, es una cómplice, Jay.
Tras oír eso, Jay frenó en seco sus pasos. Todo llegaba a él con un peso que ni él podía cargar, incluso el suelo sentía los impactos bruscos que volcaron su pecho dándole una esforzada respiración.
Sus ojos miraban el suelo de la forma más derrotada del cuál podría describirse sin ningún esfuerzo. Estaba cabizbajo, no creía que su tía, quien miró como un ejemplo a seguir, crecer y ser un día como ella, terminara volviéndose parte de algo tan vil como eso.
Francis vio el estado de Jay. Él no esperaba su cuerpo y corazón cooperaran para consolarlo porque no iba a suceder; Francis no era parte de ese club.
—Entonces…, el hospital y mi tía son culpables… —Las palabras de Jay cortaron su alma en mil pedazos.
—Eso me temo…
Jay no sabía cómo interpretar y sobrellevar la conversación Parte de él aún seguía negando que nada de eso era cierto, que su tía y ese hospital fueron culpados inocentemente, pero la cara y las palabras de Francis no escondían mentiras en ninguna parte. Simplemente le quedaba aceptar que estaba en la realidad, y que esa realidad era unas de las peores que estaba viviendo.
—Pero… —habló Jay—, ¿es que acaso ellos también son culpables de este infierno que hay en la ciudad?
—Es lo que no sabemos… aún. Por eso me dirijo al hospital, para conseguir pruebas suficientes y darle fin a este macabro asunto —dijo Francis, y Jay lo escuchó perfectamente.
Se quedó callado, mirando aún el piso, hasta que decidió soltar sus palabras.
—Dijiste que yo podía ayudar a terminar esto…
—Sí.
Jay apretó sus puños y alzó la vista hasta mirar a Francis.
—De acuerdo. Ayudaré en lo que haga falta.
Francis asintió.