Decepción
(JANE)
Mis palabras me traicionaron y en vez de decir que no, simplemente no digo nada, sumiéndome en un silencio que se puede confundir con aceptación.
—Lo sabía —James sonríe ampliamente y me dan ganas de golpearlo.
—¡No! —¡por fin!— ¿Por qué estaría celosa? No eres nadie para mí, deja de decir tonterías ¿Quieres? —veo su rostro apagarse de a poco y su sonrisa desaparece totalmente, tiro mi brazo con fuerza logrando liberarlo de sus manos y comienzo a correr en dirección a las escaleras de la terraza del instituto.
Él no me sigue, y aunque me odie por ello, me duele que no lo haga.
A él le dolió más que a ti, me dice mi conciencia y tiene razón.
Soy una idiota, pero así debe ser.
(JAMES)
No eres nadie para mí
No eres nadie para mí
No eres nadie para mí
¿No soy nadie para ella? Bien, si así es no me queda nada más que hacer más que alejarme, aunque debería luchar por ella aún más soy un cobarde y prefiero que me rechace una vez a que lo haga dos veces.
No caigo en cuenta de que me encuentro en el mismo lugar mirando en la dirección en que se fue Jane hasta que alguien choca contra mi hombro y a causa de ello se caen un par de libros, giro mi rostro hacia la persona para pedir disculpas y me encuentro con una chica pálida de ojos azules, parece algo enferma y en cuanto abre su boca para hablar se desvanece comenzando a caer, la tomo de la cintura antes de que su cuerpo se estrelle contra el suelo y la sostengo con fuerza, toco su rostro levemente y esta ardiendo, abro mis ojos con sorpresa y sin pensarlo dos veces paso uno de mis brazos por debajo de sus rodillas y la cargo al estilo novia para comenzar a caminar hacia la enfermería, al llegar la enfermera me dice que la acueste en la camilla y que salga, pero me niego a salir aludiendo que ella es mi novia, aunque no sea cierto, ni siquiera se su nombre. Ella acepta a regañadientes pero lo hace, luego de unos chequeos a la desmayada chica ella comienza a abrir sus ojos con lentitud y al notar la luz los vuelve a cerrar frunciendo el ceño. Es realmente bonita.
—¿Qué hago aquí? —pregunta con la voz débil, sin abrir los ojos.
—Señorita...
—Sam, dígame Sam.
—Señorita Sam, usted tiene mucha temperatura y su cuerpo esta bastante débil, ¿Cuándo fue la última vez que comió algo?
—¿Qué le importa? —contradiciendo a su aspecto angelical y delicado, su tono al hablar es frío y cortante.
—Me importa, porque soy...
—No, no le importa, es su trabajo atenderme pero no le importa, solo deme un analgésico y me largo de aquí.
—Pero a su novio no le gustaría que se desmayara nuevamente.
—¿Qué? —finalmente la chica abre sus ojos y mira a su alrededor, su mirada se fija en mí y entreabre sus labios ligeramente, pero no dice absolutamente nada.
—En realidad no soy su novio, solo quería quedarme para saber si estaba bien —comienzo a decir algo avergonzado.
—Oh, que caballero —comenta la enfermera.
—James Green... —susurra la pelinegra sin alejar sus ojos de mí.
—Si, ¿Nos conocemos?
—Si, digo no, no formalmente de hecho, voy a tu clase de química pero nunca hablamos.
—Vaya...
—Realmente es muy tierno que se conozcan y todo chicos pero Sam debe comer algo o tomar estas pastillas —muestra una tambleta de pastillas pequeñas— que son vitaminas, así que tú decides.
—Las pastillas —dice de inmediato.
—Bien, una cada dos horas y quiero que llames a tus padres para que te vengan a buscar, debes hacer reposo.
—No, estoy bien...
—No lo estas —intervengo.
—Debes llamar a tus...
—No tengo padres —gruñe con molestia mientras mira hacia la pared—, vivo con mi hermano mayor y el esta de viaje, no puedo llamar a nadie más porque no hay nadie más.
—Oh.
—Puedo llevarte a casa, aunque sería en taxi ya que no tengo auto porque no se manejar —murmuro con algo de vergüenza, todos a mi edad saben manejar, yo hasta tengo un auto pero nunca pude pasar la prueba. Soy un peligro al volante.
—No te molestes —habla la chica sin desviar su mirada de la pared blanca.
—No es molestia, voy a llevarte y no hay pero que valga, vamos.
Camino hacia ella y la tomo en brazos lentamente, no voy a arriesgarme a que vuelva a desmayarse.
—Vayan con cuidado —dice la enfermera, realmente me sorprende que sea tan confianzuda con las personas ¿Qué si yo soy un asesino y me la estoy llevado para matarla? Además de que me dejó quedarme y escuchar todo aún sabiendo que yo no conocía a la chica.
En fin, luego de pasar por los pasillos desiertos y avisar en secretaría lo que debía hacer, nos dirigimos (me dirijo con ella en brazos) hacia la avenida para poder tomarnos un taxi— ¿Cómo te llamas? —pregunto mirando hacia la calle, ella se remueve un poco entre mis brazos, el calor que emana es notable y podría jurar que tiene frío.
—Sam —contesta.
—Eso ya lo dijiste allá, yo quiero tu nombre completo.
—Samantha Ruffy
—¿Ruffy?
—Si, era el apellido de mi papá, bastante... inusual.
—Si —sonrío levemente, aunque no escuché lo que dijo, ojalá pudiera estar al cien porciento pendiente de la conversación pero cómo si mi cabeza actuara con masoquismo Jane viene a mi mente.
Maldita rubia.
...
(JANE)
Observo con detenimiento como James sale con una chica pelinegra en brazos, lo primero que viene a mi mente es la escena del sábado: él abrazando a una pelinegra.
¿Será la misma?
Suspiro con frustración mientras una horrible presión se hace presente en mi pecho, dejo de mirar hacia abajo cuando ellos entran a un taxi, me siento en el suelo y le doy la espalda a la vista de la ciudad mientras entierro mi rostro entre mis rodillas y abrazo mis piernas. No debería sentirme tan abatida, es lo que quería, que se alejara y buscara a alguien que fuera mejor para él.