Solamente tú #2

25

Una carta

(JANE)

Observo a James apretar la mandíbula y se que esta enfadado, la situación se vuelve cada vez más tensa y mi voz interior me grita: ¡Huye!

Nunca me han gustado las discusiones familiares...

—¡No podemos vivir así! —gritaba mi madre a mi padre.

—¿Y qué pretendes que haga? 

—Buscar un mejor trabajo, tal vez.

—¡Estoy estudiando para poder tener eso! ¿Es que no lo entiendes?

—¿Y mientras tanto qué? ¿Nos morimos de hambre?

—No seas exagerada, hay personas que están peor en el mundo y tu te quejas.

Mi recuerdo se ve interrumpido cuando un grito se escucha.

—¡Papá! —es Audrey.

La pelinegra se acerca al hombre y salta hacia él sin pensarlo, él la toma entre sus brazos de inmediato más no sonríe, su rostro se muestra impasible, como si no sintiera nada. Por un segundo casi imperceptible veo cómo las comisuras de su labio amenazan con levantarse y sus ojos se cierran mientras tiene sujetado aún el cuerpo de su hija.

—Audrey ¿Cómo has estado? —pregunta separándose de la chica y volviendo a su pose erguida.

—Bien papá, siento el arrebato —se disculpa aún sonriendo.

—Esta bien —dice sin más, sin sonreír ni hacer alguna mueca que exprese felicidad por ver a su niña.

¿Qué clase de padre tiene James?

De pronto una risa sin ni una pizca de humor se escucha provocando que todos volteemos a ver a James que es el responsable de esta y por primera vez en lo que llevo conociendo al pelinegro veo en sus ojos oscuridad en vez de esa brillante mirada feliz que lo caracteriza. Mi mente vuelve a pedirme que me vaya en este instante pero por alguna razón me quedo quieta por un momento para después avanzar hacia él y pasar una de mis manos por su mandíbula que esta tan apretada que temo que sus dientes comiencen a chirriar. Al instante su mirada viaja desde su padre hacia mí y noto como suaviza su expresión, más no del todo. Conozco esa mirada... esa expresión, él quiere irse de este lugar.

—Vamos —susurro casi inaudible, él asiente antes de tomar mi mano que aún se encuentra sobre su rostro y bajarla, cuando pienso que va a soltarla se aferra más a ella y termina entrelazando nuestros dedos provocando un extraño revuelo en mi estomago.

—¿Quién es ella? —dice la voz grave del padre de James, me quedo rígida en mi lugar y James hace lo mismo.

—Mi novia —responde él sin expresión reconocible tirando de mi para emprender camino hacia la calle.

Yo no afirmo ni niego nada, no observo a el señor Green ni a su hija solo camino detrás de James intentando retener las preguntas que se aglomeran en mi garganta, si él quiere explicarme que fue lo que pasó exactamente allí en la entrada me lo dirá por si solo. Se lo que es que te presionen para decir algo que no quieres, por lo tanto no voy a hacerlo con él.

Una única pregunta sale sabiendo que no suena tan comprometida—¿Estas bien?

Sin detenerse responde un seco— No. 

Sorprendentemente no me enfado por su tono brusco al hablar, sino que me siento agradecida por su sinceridad... aunque inevitablemente mal por su estado. Trago saliva caminando un poco más rápido para estar a su lado, lo miro de reojo y veo su mandíbula apretada nuevamente, mi rostro se desfigura en una expresión preocupada y sin pensar demasiado me detengo en seco provocando que él haga lo mismo un paso más adelante siento retenido por mi mano aún aferrada a la suya. Voltea ceñudo pero antes de que diga algo tomo su camiseta y lo atraigo a mí poniéndome de puntillas para atrapar sus labios con los míos. Al inicio se pone tenso pero mientras avanza el tiempo reacciona y posa una de sus manos en mi cintura, la otra la coloca en mi nuca atrayéndome hacia sí, nuestros labios se entreabren y de inmediato nuestras lenguas comienzan una guerra con resultado desconocido, este beso no es como los anteriores que me ha dado, no es suave ni calmado tampoco brusco en exceso, hay necesidad y desespero en él, rozando lo pervertido. Su mano en mi cintura se aprieta provocando que lance un ligero jadeo sobre sus labios, desde ahí el beso comienza a calmarse hasta terminar, dejándonos jadeantes y con necesidad de un poco de aire.

—Serás insoportable pero besas bien eh —comenta entre respiros.

Con orgullo observo como su gran sonrisa vuelve y sus ojos recuperan el brillo usual.

—Tu tampoco besas mal —murmuro con algo de vergüenza sintiendo mis mejillas calentarse.

Comienzo a alejarme de él pero me atrae hacia sí de inmediato evitándolo. Lo veo abrir su boca para decir algo pero una persona le gana.

—¡Muchachos del demonio! ¡Besarse de esa forma es un pecado! ¡Encima en un lugar publico! Dios me guarde libre de pecado —grita una anciana haciendo que volteemos a verla, la observamos hacer la señal de la cruz antes de prácticamente salir corriendo.

¿Por qué las ancianas siempre tienen que arruinar nuestros momentos?


 

...


 

—¡Papá llegué! —Grito adentrándome a la casa, al no escuchar respuesta se que no se encuentra en casa.

—Yo pensé que tendríamos que llamar a la policía —dice la inconfundible y odiosa voz de Lilian— otra vez —agrega, haciendo referencia a las tantas veces que había escapado de casa y mi padre había llamado a las autoridades. Se encuentra parada junto a la puerta de la sala que se ha vuelto su cuarto social, ya que siempre esta con sus huecas ex compañeras de instituto allí. 

—Ja que graciosa Lilian, deberías ser comediante —gruño con molestia.

—Hoy llegó una carta para ti —dice de repente.

La miro con el entrecejo fruncido y ella se encoje de hombros, noto que se ve más calmada de lo habitual y que la expresión frívola no se encuentra en su rostro.

—¿De quién o qué? —pregunto.

—Que se yo, pídesela a una chica del servicio niña insoportable —habla con su tono usual y me tranquilizo notablemente al notar que no se ha drogado o algo parecido.



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En el texto hay: amorodio, delincuente, chica ruda

Editado: 24.07.2020

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