Los días siguientes a la nochebuena han sido mágicos. Miranda está más hermosa que nunca; cada vez que la miro siento que mi corazón se hincha de felicidad. Ella es la mujer de mi vida, es maravillosa, amable, cariñosa, la amo con todo mi corazón. No puedo esperar al momento en que mi hija nazca y poder tenerla en mis brazos.
Hoy recibiremos un nuevo año y tendremos una cena tranquila para compartir en familia. Carlos y yo hemos decidido que es lo más seguro por las últimas informaciones que recibimos del equipo de inteligencia. Estamos casi seguros que los delincuentes que nos persiguen han sido contratados por un viejo enemigo del padre de Paola y de Miranda.
De acuerdo a los informes, las empresas Ferrer absorbieron una empresa que estaba casi en la bancarrota. El resultado es que se salvaron más de mil empleos que generaba esta empresa, pero los dueños quedaron en bancarrota y algunos fueron encerrados en la cárcel por fraude. Aparentemente estas personas se asociaron al negocio del narcotráfico y ahora quieren vengarse por lo ocurrido hace tantos años.
Miranda no sabe nada de esto, no la quiero cargar más. Cada día la noto más cansada, aunque ella se esfuerza por estar activa. Creo que nuestra pequeña Laura está inquieta y mi hermosa chica está al límite. Estoy sentado en la sala, terminando de hablar por teléfono con mi secretaria cuando siento que acarician mi pelo y me empiezan a dar un masaje en el cuero cabelludo. Finalizo la llamada y miro hacia atrás para ver al amor de mi vida sonriéndome. La tomo de las manos y la siento en mi regazo para abrazarla.
-Hola hermosa, ¿cómo estás? –le digo mientras la beso castamente.
-Bien mi cielo, con ganas de comer helado, pero estoy controlándome, no creo que tanta azúcar sea saludable –dice mientras hace un puchero que yo beso mientras le sonrío.
-Mis chicas quieren azúcar –digo hablándole a mi bebé en la panza de mi amor.
-Pero no vamos a comer nada –dice ella mientras toma mi cara en sus manos y me besa en la mejilla, en la frente y finalmente en la boca.
-Me parece bien, no quiero que le pase nada a las dos personas más importantes de mi vida. Ahora vamos a prepararnos para la cena de esta noche –le digo mientras la cargo y subo las escaleras entre risas y arrumacos.
Durante la cena y toda la velada nos reímos y contamos anécdotas graciosas de cuando éramos niños. Miranda hace unos minutos salió al baño del primer piso, pero eso no es raro, últimamente va al baño cada 5 minutos. Me siento culpable de que mi chica esté así, por esa razón trato de mimarla y cuidarla todo el tiempo; ella me dice que es un dulce tormento por la espera de nuestra princesa.
De repente escuchamos un grito y mi corazón casi se detiene porque es Miranda quien grita. A mi mente llegan cientos de imágenes sobre lo que podría estar sucediendo y salgo disparado hacia el baño. Escucho como todos los demás me siguen.
Miranda se encuentra llorando desconsolada y cuando miro hacia abajo veo que esta manchada de sangre, a pesar de que siento que mi corazón se va a salir, me acerco inmediatamente y la cargo. Grito a todo el mundo que llamen una ambulancia, mientras recuesto a mi chica en el sofá de la sala. Cassie, una de las guardias de seguridad llega corriendo y me mira.
-Yo la llamé Jackson, ella tiene conocimientos de primeros auxilios – me dice eso para que me aparte. No me había dado cuenta que estoy casi encima de Miranda. Quería protegerla de todo y de todos. Ella me mira llorando y temblando. La beso en la frente y permito que Cassie la revise sin apartarme mucho. Tengo su mano agarrada y la beso constantemente susurrándole palabras para que se tranquilice.
-Miranda –dice Cassie en total calma –dime si te duele donde te toque –empieza palpar y revisar. A este punto solo estamos en la sala Cassie, Paola y el padre de Miranda. Los demás nos han dado un poco de privacidad.
-Me duele la espalda –dice con la voz llorosa –¿cómo está mi niña Cassie? No la quiero perder –dice mientras llora nuevamente. Me rompe el corazón verla sufrir. Sigo besando su mano y su frente.
-No la vas a perder Miranda, eres fuerte y nuestra Laura también –dice la guardia de seguridad –Ya viene la ambulancia. Yo voy contigo y Carlos ha dispuesto una avanzada para revisar el hospital antes de que llegues. Quiero que confíes en mí, no te voy a dejar sola –dice mientras me mira –bueno, el señor Blair y yo no te vamos a dejar en ningún momento.
-Así es amor, tranquila. Todo va a salir bien, nuestra nena estará bien.
-Pero no es tiempo de que nazca, todavía faltan unas semanas –dice acongojada mi hermosa chica.
-Todavía no sabemos si la niña nacerá ahora, puede ser una pequeña hemorragia, pero si nace ahora no será problema, la ciencia está avanzada –dice sonriéndole para calmarla un poco. Gracias a Dios que ella está aquí, Miranda le ha tomado afecto y son amigas.
-Escucha a Cassie amor –es la primera vez que la llamo por su nombre, mi amor siempre me recrimina el formalismo que uso con todos –todo saldrá bien y no te vamos a dejar sola – en ese momento entran los paramédicos. Seguro Carlos ordenó que no vengan con la sirena encendida para no alertar a los desgraciados que están detrás de nosotros.
En el hospital ya nos esperaban, entran a Miranda directamente a una sala para revisarla y no me permiten entrar. Me resisto pero Cassie me dice que estará con ella. Carlos También vino con nosotros y se queda conmigo en la sala de espera.
Dejamos a Paola y a su madre enojadas porque no las dejamos venir al hospital. Solo el padre de Miranda y yo estamos aquí, todos los demás son del cuerpo de seguridad. Tengo que reconocer que están haciendo un trabajo grandioso, creo que ni el presidente del país tiene una seguridad como la nuestra. Estoy en la sala de espera y no puedo dejar de pensar en lo que estará pasando mi mujer ahí. Yo debería estar con ella; solo espero que todo salga bien. Toda mi vida depende de lo que pase en esa sala de hospital.
Editado: 08.01.2021