Solitaria Natividad.

PARTE1: REGRESANDO A CASA.

Ese 21 de diciembre saldría mi vuelo de Boston a Florida, estaba emocionada por ver a mi familia de nuevo, a pesar de que se pasaron con lo del Día de Acción de Gracias, me moría por verlos.

Mi roomie, Lea-Jean, me llevaría al aeropuerto pero antes debía de terminar de ayudar con no sé qué cosa a Mason, su primo, un rubial hermoso de ojos verdes con quien llegue a tener unas desastrosas citas. A pesar de que todavía mi corazón da un vuelco cuando lo ve, deje de buscarlo puesto que él me ha evitado desde aquel día, así que nuestra NO relación es bastante extraña.

A las seis de la tarde me encuentro charlando amenamente con Lea en su auto mientras ella conduce hacia el aeropuerto, al llegar no hay parqueos por lo que le digo a Lea que me puede dejar donde estamos y devolverse al campus.

Extrañamente protesta poco, lo paso por alto y entro al aeropuerto, que por cierto parece sacado de alguna película post-apocalíptica porque está totalmente vacío, tomando en cuenta que los parqueos están llenos. A pesar de que soy carnada fácil para un asesinato navideño decido dar una vuelta antes de pedirle a Lea-Jean que se devuelva por mí.

 

Ha pasado una hora, he andado todo el aeropuerto y aún no he visto un alma, he llamado a Lea más de cincuenta veces, como ya me estoy asustando decido salir a pedir un taxi y comprar otro vuelo al aeropuerto más cercano, ósea en otro estado «Gracias al cielo he salido con dinero suficiente»

Llegando a la salida, me doy cuenta que hay un cartel pegado en el cristal de la puerta, me acerco lo suficiente para leerlo “Si salir quieres, perdonarme debes.” Siento que pierdo color, no es normal que haya una adivinanza en una puerta, que para mi sorpresa esta trancada. Ciertamente la adivinanza parece inocente, pero el hecho de que no estaba antes ahí y ahora si, como que asusta un poco. Me fijo en que en la parte inferior del cartel hay algo escrito en letra pequeña «hay algo para ti en la puerta que sale al parqueo de arriba» ¡Ni loca voy!

Media hora después me encuentro con que todas las puertas están cerradas ¡No puedo creer que pasaré navidad encerrada en un aeropuerto abandonado! Mi móvil suena con una notificación, lo saco rápidamente de mi chaqueta esperando a que sea Lea-Jean, al leerlo mis ojos pican queriendo llorar, no sé si es una broma o algo parecido pero me siento desesperada, y para qué negarlo, asustada. El mensaje pone “No has revisado la puerta que te dije :( el número no lo tengo guardado pero me parece familiar. Esta vez me pienso lo de revisar la puerta y antes de considerarlo bien me encuentro caminando hacia allá.

Al llegar hay una mesita con bocadillos, un ramo de tulipanes azules, y una botella de agua. No tomo nada de la mesa «Sabrá Dios que burundanga rara le echaron» y sigo hasta la puerta que tiene otro cartel y al igual que el resto está cerrada. Al leer el cartel empiezo a resignarme, este pone “Ya que no piensas perdonarme, dejare que descanses y nos veremos al despertarte” y en la post data pone “Se por fuentes confiables que cenas ligero, come algo y abajo te espera una cama para que pases la noche.♥”

Mi mente empieza a maquinar y creo saber de quién se trata lo que hace que me relaje un montón, pero estoy enojada; no por su peculiar forma de pedir perdón, porque de cierta manera me parece original. Si no porque debería de estar camino a Florida. Tomo mi decisión respeto a la situación y quedo dormida en el colchón que trajeron para mí.




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