Sólo Dame Nueve Meses

Capítulo 3

Capítulo 3. Sorpresas.

Sólo Dame Nueve Meses

Tres semanas después.

—Ayúdame con esto—grite dirigiéndome a Sophi desde la escalera.

— ¿Qué quieres que te pase?

—Mi virginidad—digo sarcástica— Pues los corazones, estúpida. —Desde el día que perdí mi alabada virginidad no dejo de hacer chistes, mencionarla y quejarme. Sé que nadie me soporta pero me gusta hacerlo, aunque sea súper irritante. A la que más amo molestar es a mi mejor amiga Sophia.

— ¡Toma!—Estira la mano pasándome los corazones.

Estamos muy atareadas. Quiero hacerle una pequeña cena en mi apartamento a Josh, por nuestro aniversario de mejores amigos. No es mucho, pero me gustan los detalles pequeños.

Me lanzó de la escalera para contemplar mi obra de arte. —Esto está quedando hermoso ¿no crees?—le digo quitando algo de sudor de mi rostro.

—Si lo creo, es sólo que hay un defecto...

— ¿Cuál?

—Tú—suelta la carcajada.

—Idiota— río con ella después de darle un zape en la cabeza.

—Espero que le guste—suspiré aliviada. Ya había finalizado y se veía magnifico, nadie podría decir que estaba feo, porque NO lo estaba, y si alguien lo hacía juraré que le daré en la bocota.

—Ve a vestirte ya Lia—Sugirió Sophia dirigiéndose a la cocina. Sabía que iba por mis chocolates la muy puerca, pero tenía razón, era tade.

— ¡Cierto! Ya es tarde. —dando zancadas subí las escaleras para quitarme todo este sudor y convertirme en Lia la diva.

Luego de una relajante ducha corro a mi cuarto en busca del vestido azul que Josh me ayudo a buscar. Es tan hermoso.

Después de maquillarme y mirarme ochocientas veces a espejo decidí dejar entrar a Sophia para que opinará.

—Te ves hermosa—dijo en cuanto entre en su campo visual. Deje caer los hombros aliviada, una hora no es suficiente para verse tan bien como me veo ahora.

—Gracias. —resople—. Josh me ayudo.

—Hablando de Josh. Acaba de llamar dice que tiene una emergencia.

Volteó en talones y la veo con ojos de Ping pong ¡¿Emergencia?! ¡Justo ahora!— ¿Emergencia?

—Sí —asintió varias veces como resorte—, apresúrate— Lo que me faltaba, salir de mi cuarto corriendo como loca con un vestido elegante en mero Boston.

Empezamos a correr en toda la carretera y llegamos al lugar donde se supone que es donde estaba Josh con la emergencia. Sophia se enganchó en mi codo para afirmarme donde era.
— ¿Segura que es aquí?—Pregunté contemplando un restaurante. ¿Cómo qué emergencia en un restaurante?

—Sí. Aquí me dijo que era—Se encogió de hombros —Que tal si preguntamos ahí—Se incorporó poniéndose en puntillas.

— ¿Es en serio? ¿Qué diablos haría en un restaurante si está en una emergencia?

— ¡Sólo entremos!—Me toma el brazo y me arrastra hasta el lugar.

Mi boca queda abierta al ver que como se abre la puerta parece magia. Vaya... supongo que el vestido me hace parecer la hija de Hilary Clinton.

—Eso no me lo esperaba—resoplé.

Pegué un dramático brinco al escuchar una multitud gritar.

¿Es a mí? Porque ahora mismo debo estar roja como un tomate, no me gusta ser el centro de atención y peor ¡En un restaurante de gala! Tal vez no es a mí, y yo estoy de colada. — ¿Es a mí?

Créanme ya me paso una vez, y resultó ser que la sorpresa no era para mía, y yo arruiné todo porque resulta que gastaron todos los confetis en mí.

— ¡No pendeja!—Grita una voz masculina. Que resulta ser Zack, siempre esperándose en joderme la vida... Aunque si esto no es para mí ¿Qué carajos hace él aquí?

— ¡Oye!—frunzo el ceño preparándome para convertirme en Jackie Chan. Sin embargo Sophi me empuja al vacío haciéndome pegar un chillido. Con los ojos apachurrados siento unos brazos sostenerme. Caí en los brazos de... Josh—Josh— resoplé— ¿Esto es para mí?

—Sorpresa—encoge sus hombros e intenta ayudarme a incorporarme.

— ¡Ay!, y yo que te había preparado otra cosa— Dije actuando dramática. Cosa que es ultra sencilla, ni comparado a esto.

Bueno Josh es un maldito adinerado, puede derrochar su dinero en fiestas de millones sólo para su perro.

—Tranquila, luego podemos ver eso. —ríe—. Te besaría si es posible. Te ves muy bonita.

—Gracias—Pasa un mechón de mi cabello por mi oreja haciéndome sentir cosquillas. Lo cual me resulta extraño—Pero no lo hagas por favor.

Él saca una carcajada.

— No te preocupes no lo haré y no tienes que agradecer.

—Tú también te ves muy guapo—digo.

—Guapo siempre soy —Eleva una ceja poniendo la cara de picaron que siempre se carga. Una leyenda dice que siempre que levanta una ceja millones de mujeres caen ante él. Pero claro yo soy Lia Miller, y soy inmune a cualquier mirada picarona.




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