Sólo Dame Nueve Meses

Capítulo 20

Capítulo 20. Mariposas.

Sólo Dame Nueve Meses

Lo veo unos segundos para buscar sarcasmo pero él sigue lo suficientemente serio como para creer que me ha jugado una broma. Sus muy resaltados brazos están demasiados tensados en el manubrio. No hay nada en él que me diga que fue una broma. Así que ahí fue donde mis mejillas empezaron a arder. Le lancé una pequeña e inocente sonrisa.

Pasé un mecho por mi oreja y me acomode antes de responder.

—Gracias... Creo.

— ¿Por qué la duda? —Moja sus labios con su lengua y esta vez me ve con seguridad y lo sigue haciendo hasta estacionarse en la orilla de la carretera.

—No lo sé. Sólo me extraña que lo diga.

Deja salir una pequeña carcajada y niega con la cabeza.

— Eres muy linda Lia —afirma.

Mis ojos se clavan en los de él me quedo boquiabierta ante lo dicho. Mi sonrojo aumenta, lo sé porque mi estómago se ha encogido y mi rostro arde. Debo admitir que un piropo de parte de un hombre como él mataría a cualquiera.

Le sonrío algo avergonzada y él suelta una sonora carcajada.

— ¿Te has sonrojado? — Dice —Te ves muy tierna — Aprieta sus labios, seguro para no dejar salir una risota.

Qué pena Lia. Trato de ocultar mi sonrojo mirando a todos lados pero me es imposible.

Sin responder le sigo el gesto apretando mis labios y me percató que estamos parqueados.

— ¿Qué hacemos aquí?

— ¿Tú qué crees?

Me tullí al escuchar lo que dijo, he visto muchas películas de terror o de hombres psicópatas.

—No lo sé —resoplé encogiendo mis hombros.

Niega con la cabeza y vuelve a reír con fuerza.

— Es tu hotel Lia —señala con la cabeza.

Abro mis ojos y me percató que estamos a dos metro del hotel.

— ¿Cómo sabías que vivo aquí? —preguntó cuidadosamente, no quiero que piense que soy odiosa.

—Una vez te vi.

— ¿Eh?

— Te he visto muchas veces en realidad —alza sus cejas y me ve a través de sus pestañas. Alguien puede castigar a ese doctor por ser tan guapo.

En realidad no lo había visto sin su típica bata blanca. Nunca habría notado que de civil se ve muy bien, tampoco había notado sus muy apetitosos músculos.

— ¿Muchas veces?

—Una vez estabas en un bar nocturno —ríe —Creo que fuiste la mujer más loca y bella que había allí.

Mis mejillas vuelven a colorarse.

—Hasta que te vi salir con un chico. Iban besándose como locos, era tu amigo.

¿Qué?

—Con Josh... — mascullo su nombre. Carajo tal vez sería mi oportunidad para olvidarle pero ¡No! este hombre me salé hasta en la sopa.

— Si.

—Mierda.

Otra linda carcajada invade el auto.

—Ahora... ¿Me dirás que hacías en semejante clima? Eres mi paciente, debo protegerte.

«Awwww». Demasiada dulzura, este hombre endulza hasta el café amargo de mi madre.

— Venía del hospital... creo.

— ¿Cómo es que no te miré?

— No era el hospital Boston.

— ¿Carolina?

— No sé.

— Son los únicos dos de Boston.

— Entonces ahí.

— Entonces ¿has traicionado a tu hospital? —pregunta divertido.

— No, no. Me han dado una noticia...

— ¿Buena o mala?

— Mala. Pero no quiero creer.

— ¿Qué es?

— Me resbalé, y sufrí de un golpe demasiado "fuerte". Me querían someter a una radiografía.

— ¡¿Radiografía?! Estás embarazada no puedes.

— Lo sé, yo no permitiría nada...

— Lia si realmente estuvieras grave ni siquiera caminaras y peor ¡en la lluvia!

Sólo a Lia Miller se le ocurre.

—Exacto. También dijeron cosas como que mi bebé tiene problemas cardíacos.

Parpadea dos veces al parecer se ha sorprendido.

—Eso es ridículo. Hace cinco semanas te hice un ultrasonido y tu bebé estaba en perfecto estado.

— Dígaselo a ellos.

Mi respiración se corta cuando lo veo acercarse a mí y colocar su mano en mi barbilla, la incomodad y la pequeñez del asiento me encierra. Entonces mariposas empiezan a volar en mi parte baja ¡Mierda Lia! No puedes andar de caliente cuando estás embarazada.

—Da por hecho que tu bebé estará perfecto. Será el más sano del mundo. Lo prometo.

Trago saliva y asiento con la cabeza. No sé, no era para el momento actuar así pero me ha gustado.

Abre su auto y me abre la puerta para salir. Vuelvo a sonrojarme cuando siento que ha atrapado mi mano con sus dedos.

Subimos hasta mi apartamento en un muy incómodo silencio.

— Mañana por la mañana te quiero en el hospital. Te haremos un ultrasonido para asegurarnos ¿Si?




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