Capítulo 25. Corazones rotos.
Capítulo especial- Sólo dame nueve meses.
Candelabros, luces amarillas y embriagantes en todas partes. La decoración es perfecta, pareciera ser de los años 90, muy culta y fina. Tal vez el vestido azul que llevo puesto no era el indicado.
Aarón y yo entramos mirando todo el lugar perplejos, es perfecto. La música es la más dulce del mundo, es droga para mis oídos.
—Nunca había ido a un lugar como este —me dice Aarón al oído.
—Créeme que tampoco yo.
— ¿Lia? —volteé para encontrarme con una mujer de edad, la anciana más perfecta y arrogante, Silvia.
— ¿Señora Bianchi? —le contesto confundida.
Silvia lleva puesto un vestido rojo pegado a su cuerpo, es tan largo que toca el suelo, su cuello es decorado por cadenas y gargantillas de oro. Espero verme así en unos años.
—Necesito hablar contigo. Ahora mismo —dice, Silvia escuchándose algo agitada.
Con desdén le pido permiso a Aarón, a lo cual él asiente.
Discretamente me indica que la siga. Le sigo la corriente evitando a todas las personas que están bailando o hablando a nuestro alrededor.
Silvia y yo llegamos a un lugar algo más aislado.
—Necesito pedirte algo ¡Ya! —me toma de los hombros y, su rostro está pálido. Me estoy empezando a asustar.
Asiento preocupada.
—Dile a Josh que tu bebé es de él —decía con un tono agitado o nervioso. Me extraña ver a Silvia así, la mayor parte del tiempo está planeando mi muerte.
— ¿Por qué?
—Es urgente Lia.
—No puedo decirle.
— ¡Lia por favor!
— ¿Lia? —La voz más masculina y ronca que conozco hace presencia. Volteé y como lo esperaba Josh.
Josh era un ángel caído del cielo. Se veía demasiado elegante. Elegante pero sexi.
—Hola —resoplo.
Él también muestra confusión, al parecer le extrañó verme a mí con su madre.
— ¿Está todo bien? —le asiento con una sonrisa.
Silvia deja salir un largo suspiro insatisfecho —Los dejo.
Simule despedirme con la mano
— ¿Estás sola o qué?
—Vine con Aarón.
—Oh... entiendo —no sé pero está más incómodo de lo normal. Rasco su nuca y miro al cielo. Yo sólo veía sus extraños gestos, tragándome las ganas de reír —Te ves linda.
—Ya sabes —le guiñó un ojo —siempre soy hermosa.
—No te eleves Lia.
— ¿Me dirás que no?
—No.
— ¿Celoso?
—No exageres.
— ¿Quisieras ser mujer?
—Irritas.
—El niño quiere ser Lia —le hago un puchero y el bufa cansado.
—Cállate —Le sacó la lengua y me cruzo de brazos.
—Estás feliz por mi presencia y eso es lo bueno.
—Claro que lo estoy.
En un abrir y cerrar de ojos el ambiente cambia por uno más romántico, lento y relajante.
Luego de un minuto de incómodo silencio Josh abre los ojos como bolitas de huevo al escuchar la canción que tanto amo. Así que decide abrir la boca—: Tu canción... Perfect, ¿no? —dice, Josh divertido. Rasca su nuca y me ve algo ansioso.
Sí, sí, sí es Perfect amo esa canción, todo el mundo sabe que cuando la tocan pasará algo conmigo.
—Lo es —digo casi dando saltitos.
— ¿No quieres bailar?... —fruncí el ceño y lo mire extrañada. Él capto mi confusión y se afino de voz —Quiero decir no está Aarón así que deberías bailar con alguien tu canción... —alza sus cejas y aprieta sus labios.
Sólo Dios sabe lo tierno que se ve.
— ¿No deberías estar con Ashley? —muestro desinterés al ver mi uñas, aunque por dentro este gritando.
Él incorporó su cuerpo y cambió su semblante a uno más molesto.
—Esta con sus padres y algunos de sus amigos —mustió.
—Ashley podría enfadarse.
— ¿Bailas o me voy?
—Vete.
—Niña malcriada.
Siseé.
—Bailemos —le extendí mi mano y él asintió.
Resople al sentir su brazo en mi cintura, quedando en posición de vals dando pequeños pasos de lado a lado. La electricidad... ¡Es la misma electricidad de aquella noche!
Mantengo los ojos cerrados mientras huelo el delicioso perfume One Million de Paco Rabanne, lo suele usar para ocasiones serias. Pasos y pasos damos sin que nadie se interponga...
— ¡Carajo! —exclama después de un accidental pisotón de parte mía.
—Lo siento —le digo preocupada. Él me ve con una sonrisa a dolorida. Para luego reírse.