Todo eso parecía una broma de muy mal gusto, primero aterrizan en medio de una batalla de piratas, luego los tripulantes del barco los interrogan, después se dan cuenta de que muchos algunos son conocidos y amigos, y otros desconocidos como el conejo, todos vistiendo pañuelos en sus cabezas, espadas o algún accesorio y para terminar resulta que el capitán de ese barco es nada más ni nada menos que su hermano mayor,… ¡Leonardo!
Este los veía seriamente, lucía algo mayor por las marcas de cansancio y lucha que portaba en su rostro, pero en sí, ellos veían a su hermano tal como era solo que unos años más viejo de lo que ellos recordaban, con un gorro y una capa que llegaba hasta sus rodillas, ambos azules, las katanas las llevaba a los costados de su cintura
-Antes de que respondan cualquier pregunta, tomad –dijo él con una mezcla formal e informal del lenguaje, extendiéndoles unos pañuelos mojados- límpiense el rostro,… dudo que se sientan bien con todo ese hollín en la cara –ellos sonrieron un poco antes de coger los trozos de tela
No importaba en qué dimensión estuviesen….
Leo siempre iba a cuidar a los demás….
Especialmente a su familia…
Cuando por fin se quitaron el hollín, al instante desearon no haberlo hecho.
Leonardo los miraba con tal incredulidad que parecía que hubiese entrado en shock, pero en cambio los tripulantes los observaban, algunos con sorpresa y otros con ira, con una tan fuerte, que estaban seguros de que ellos querían sus cabezas en bandeja en los próximos segundos.
-Ustedes son… -el conejo sacó su katana nuevamente, dispuesto a matarlos pero su capitán lo paró poniendo una de sus manos frente a él, impidiéndole el paso
-Usagui, no lo hagas, ellos no son quienes creen –todos los presentes pusieron atención a sus palabras, aún asombrados, guardaron sus armas, ya que si el capitán lo decía debía ser verdad- Ahora díganme ¿quiénes son ustedes? Y ¿cómo llegaron aquí? –su voz tenía un ligero toque de inseguridad, casi imperceptible
Casi…
-Bueno yo soy Donatello –el de morado dio un paso adelante- Él es mi hermano mayor Raphael y el menor Michelangelo –señaló a cada uno respectivamente
Los piratas los veían con más incredulidad qué antes.
-¿Capitán aún cree que ellos no… -la tortuga de azul le dio una mirada de advertencia, una que claramente decía "Cállate y escucha", Slash así lo hizo
-¿Cómo llegaron aquí? –volvió a repetir
-No sabemos, cogimos un objeto antiguo, un disco japonés que….-el trío abrió los ojos con horror- ¡EL DISCO! –gritaron corriendo por todos buscando dicho objeto
-¡Oigan! ¿no es eso lo que están buscando? –Casey señalaba desde la borda, algo dorado que brillaba a unos metros de ellos, en el mar
-¡El disco!-los tres estaban dispuestos a lanzarse pero justo en el último momento Slash los detuvo alzándolos sin mucho esfuerzo- ¡Bájanos!...¡Tenemos que recuperarlo! –le gritó Donnie removiéndose desesperadamente
-¿Quieren morir? –los tres se tranquilizaron al oír a Leo hablar con un tono de voz algo enojado- ¿Acaso no saben que justo debajo de nosotros está el Kraken? –los tres negaron y lo único que pudo hacer el de añil, fue darse una palmada en la frente de la exasperación- Esa cosa se come todo lo vivo que roce el agua –les explico en resumen
-No importa lo que sea, necesitamos recuperar el maldito disco –exclamo Raph removiéndose
-Es lo que nos trajo aquí… -Donnie siguió el ejemplo de su hermano mayor inmediato
-Eso nos devolverá a casa –a diferencia de sus mayores, Mikey miró al capitán con ojos tristes y suplicantes, lo que fue como una puñalada a su corazón
-¿Es tan importante para ustedes que quieren arriesgar sus vidas para obtenerlo? –les cuestionó agachando la mirada
-¡Sí! –respondieron efusivamente
-En ese caso, yo iré por él –todos se quedaron inmóviles, como si les hubieran dado un cubetazo de agua fría, incluso Slash soltó a sus semejantes por la sorpresa
-Pero Leo no dijiste que… -empezó Donnie
-¡Casey! Acerca lo más posible el barco al disco –el muchacho asintió rápidamente antes de ir al timón-¡Slash! ¡Usagui! háganse cargo de las cuerdas, subidme ni bien tenga esa cosa en mis manos –ambos lo vieron con determinación- ¡Tripulación! –todos se pusieron en firmes- Tened listos los cañones para disparar al primer movimiento bajo el agua –al instante el barco se volvió un alboroto con los miembros moviéndose de aquí para allá, cumpliendo con la órdenes del capitán que en esos momentos tenía un semblante tranquilo mientras se ataba una soga a la cintura
-¿Por qué lo haces? Nosotros podemos ir, es nuestro deber… -protestó Rapha pero se calló al ver la mirada determinada del de añil
-Como capitán de este barco, todo aquel que lo aborda está bajo mis órdenes y por lo tanto bajo mi protección –explicaba haciéndole un último nudo a la cuerda- Ustedes no son la excepción
-Pero…
-¡Capitán, ya está todo listo! –Leonardo se separó de ellos dirigiéndose al borde del barco
-Eso es todo lo que lo pude acercar, lo siento –se disculpó el humano
-No Casey, hiciste un gran trabajo, me has hecho las cosas más fáciles –murmuró viendo que el disco dorado ahora estaba apenas a un metro de la nave- ¿Están listas las cuerdas? –sus subordinaros asintieron- Bien, nos vemos después –dijo dándoles una media sonrisa antes de lanzarse al agua, el trío vio como la cuerda se tensó centímetros antes de que el de añil siquiera llegase a rozar el elemento vital
Leo comenzó a balancearse hasta el punto en que en un rápido movimiento logro tener el objeto en sus manos, todos dieron un suspiro de alivio ante la escena y pronto comenzaron a subirlo.
Demasiado pronto…
El movimiento había generado un poco de roce entre el cuerpo de la tortuga y el agua…
Veloz, un tentáculo salió del agua impactando con la cuerda, con tal fuerza, que esta se partió en dos y el capitán cayó al mar bajo la mirada horrorizada de sus amigos y los extraños que habían aparecido en su nave.