Sólo es un Juego... ¿verdad?

2. El hijo del jefe de papá.

(Hiroshi)

Mi primer día de clases en el nuevo instituto, en otro país y con gente para nada conocida, con asignaturas de las que no entendí absolutamente nada, por fin dio por terminado.

Desde que llegué a este país por el traslado de mi padre, para mí todo ha resultado más que perfecto. La casa es linda y en una buena zona, incluso al instituto que asisto es genial, es enorme y bastante agradable, a simple vista me agradaron muchos de los alumnos del salón a excepción de...

Ese tal Tanimoto...

Porque por culpa de él —con quien para mi mala suerte ahora compartiré banco— estoy avergonzado. ¿De qué? Simple, supo que lo estaba mirando. Y es tonto, pero por esa simple razón logró algo que nunca nadie había conseguido.

Es común en mí que al conocer gente nueva —o al ver a una persona por primera vez— tienda a observarlo mucho, y estar atento a todos sus detalles. De hecho mis amigos solían burlarse de mí por esa misma razón. Pero esta vez las cosas no me salieron tan bien como esperaba, me descubrió y me miró feo, demasiado feo. Aunque admito que sus ojos son lindos.

—¡Ya llegué! —informo al entrar a casa, de igual manera dudo que me lleguen a escuchar o que a alguno le importe. Mamá por ejemplo ignora a todos cuando está en la cocina y mi hermana se la pasa pendiente de las redes sociales.

Subo a mi dormitorio y dejo la mochila sobre la cama desnudándome, por suerte elegí el cuarto con baño. Me doy una ducha rápida y me visto con ropa que dejé sobre mi cama por la mañana antes de ir a la escuela, lo que consiste en un pantalón azul claro con una camiseta gris de mangas negras; y para los pies mis botines favoritos.

—Hiro —saluda mi hermana al verme bajar a la sala—. ¿Cómo te fue en la escuela?

Su nombre es Hana, es mi hermana menor por unos pocos años, tiene quince años. Tanto su cabello como sus ojos son igual a los míos, sólo que sus ojos son más claros; y su piel un poco más lechosa.

—Creo que bien —respondo encogiéndome de hombros, pues no estuvo tan mal para otras escuelas a las que he ido.

—Oh cariño, ya llegaste —comenta mamá al entrar a la sala y verme junto a Hana, lo que yo decía, si esta en la cocina aunque te estés muriendo no te tomará en cuenta.

Se acerca y me da un sonoro beso en la frente antes de hacer una seña para que la acompañe hasta la cocina, Hana toma su celular para continuar cotorreando en sus redes.

—¿Qué pasa ma'?

—Hijo, hoy vendrá el jefe de tu padre a cenar, quiere conocer a la familia. Por favor, comportate.

—Si mamá —respondo sin darle mucha importancia.

—Cariño, sabes lo mucho que te quiero, por eso no quiero ser cruel, pero ni tú mismo te creer capaz de hacerlo.

Y en eso tiene razón —por mucho que sea un golpe bajo— a papa lo han despedido de muchas empresas por mi culpa. No es que por verme digan que papá no pueda trabajar más en la empresa; mas bien es por un pequeño defecto que tengo: no soporto la marginada forma de actuar de sus hijos. Desde pequeño ha sido así, por lo que cada vez que un jefe de mi padre quiere ir a casa pongo mis planes en marcha.

Mas esta vez no pienso hacer nada, sé que es posible que el hijo me caiga mal y su padre también, pero si llego a meter la pata, entonces de seguro nos iremos de regreso a Inglaterra, no quiero irme cuando llevamos recién un par de semanas.

Prometo a mamá que me comportaré y entonces me deja libre para poder prepararme un sándwich y subir a mi cuarto.

 

 

Sin siquiera notarlo, me había dormido y fue el sonido del timbre el que me despertó; no lo agradezco, pero tampoco me quejo pues estaba una posición muy poco cómoda. Estiro los brazos mientras bostezo y me acerco al baño para lavar mi cara y arreglar de paso mi cabello. De vuelta en mi dormitorio me aseguro de tener toda la ropa en orden y salgo para recibir a los indeseados.

Como si llegar abajo fuese un pecado, bajo con calma y de poco a poco, mas cuando llego abajo y me acerco a la sala me llevo una gran —y poco agradable— sorpresa.

—Hola hijo —saluda papá con una sonrisa revolviendo mi cabello, hago una mueca y quito su mano para arreglar una vez más mi cabello—. Él es mi jefe, el señor Tanimoto y su hijo Akira.

—Ustedes parecen ser de la misma edad —comenta el jefe de papá mirando a su hijo y a mí—. Podrían ser amigos.

—De hecho padre, somos compañeros en la escuela —comenta su hijo, el idiota, retrasado e imbécil.

—Entonces porqué no suben a tu cuarto —pregunta papá mirándome y a la vez dejándome con las ganas de responderle un "porque no quiero" que no hice por la promesa con mamá—. Nosotros los llamamos luego para que bajen a comer.



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En el texto hay: romance juvenil, romance homosexual

Editado: 17.02.2018

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