Luego de esa noche mágica y lo que pareció una eternidad durmiendo, abro los ojos. No he dormido así de bien desde que empezó la gira… estoy consciente de que la razón yace a mi lado, durmiendo plácidamente. Parece un ángel.
Me doy vuelta para estar frente a James, y lo miro por un rato, sin creer mi suerte, pero al mismo tiempo preocupada. Sí, sigo preocupada. Ya dimos este paso importante, y aún así, no tengo idea qué será de nosotros luego que la gira termine. Él quiere que las cosas se enserien, pero, ¿estará listo para una relación a larga distancia? ¿Lo estoy yo? ¿Estoy lista para una relación de verdad con un músico de gira?
Me quedo acostada a su lado por unos minutos más. No puedo seguir durmiendo, pero no tengo corazón para despertarlo. Va a ser un día agitado, así que decido levantarme, tan silenciosamente como me es posible, sin encender las luces. Tomo una ducha, me cepillo los dientes… casi me arrepiento de haberme lavado el cabello, porque olía como él. Todo tipo de pensamientos pululan en mi mente. Recuerdos de anoche, y mis preocupaciones también.
Al salir del baño, con mi bata puesta, veo que James se mueve, así que me vuelvo a meter en la cama con él.
“Buenos días, dormilón”, le digo mientras acaricio su frente suavemente con mi dedo, yendo hasta su nariz, y le doy un beso en la mejilla.
James sonríe cuando se da cuenta de dónde y con quién está. Todavía más dormido que despierto y sin abrir los ojos, toma mi mano derecha y la besa.
“Buenos días…” murmura.
“¿Dormiste bien?” le pregunto en voz baja para luego apoyar mi cabeza sobre su pecho, no sin antes darle un beso.
“¡Todavía estoy durmiendo!” dice entre risas mientras me rodea con sus brazos y pasa sus dedos entre mi cabello húmedo.
Pudiésemos quedarnos así por horas, días… pero eventualmente nos tenemos que levantar. James decide ir a darse una ducha, y mientras tanto yo pido el desayuno. Cuando sale del baño, se encuentra con la pequeña mesa en la esquina de la habitación llena de comida deliciosa, quizá demasiada. Es probable que me den un escarmiento por la cuenta del servicio de habitación más tarde.
“Vaya. ¡Alguien tiene hambre!” exclama James. Se tuvo que poner la misma ropa de anoche, aunque solo la camiseta y los pantalones negros.
“¡Ciertamente!” digo animada. “Por cierto, yo pedí todo esto para mí… no sé qué vayas a comer tú”, bromeo.
“Está bien”, James se encoge de hombros y se sienta. “Igual no tengo tanto apetito”.
Tomo un pedacito de mi croissant y bromeando se lo lanzo, él ríe
Comemos en silencio, aprovechando el momento, disfrutando de la compañía del otro. Abrí las ventanas por completo y la hermosa luz del sol ilumina la habitación.
De repente, James rompe el silencio.
“No sabía que tenías un tatuaje”, me dice y luego toma un sorbo de jugo. Se refiere al pequeño tatuaje que tengo en mi costilla derecha. Obviamente, anoche lo notó.
“No muchos lo saben… ¡no muchos lo han visto!” digo con un guiño.
“¿Ni siquiera en traje de baño?” me pregunta, también con un guiño pícaro.
“¡Yo uso trajes de baño enteros!” finjo estar sorprendido. “¿Por quién me tomas?” bromeo, con la boca bien abierta como indignada.
James cierra los ojos y ríe tímidamente, moviendo la cabeza. Otra de sus ‘cosas’ que adoro.
“¿Puedo preguntar qué significa el tatuaje?” me interroga.
“Ah… es un carácter hebreo, ‘Zayin’, o siete”, le explico. “Es la séptima letra y también representa el número siete. Tiene muchos significados… a mí, simplemente me gusta el número siete, y cualquier número impar”, le digo.
“Hebreo”, dice. “Debí haberlo sabido, mi familia por parte de padre es judía. Qué vergüenza no haberlo notado”.
“¡Cierto, tu apellido!” le digo casi interrumpiéndolo. “Yo solo quería un número siete. Era eso o uno de esos caracteres chinos y eso hubiese sido demasiado trillado”:
Ambos reímos.
“En fin”, James continúa, “también me gustan los números impares, el tres es mi favorito es mi número. Mi cumpleaños, 3 de octubre”.
“El mío es el 17 de marzo, así que es el tercer mes, y ambos números impares”, le digo.
“¡Es verdad! Recuerdo que lo mencionaste. Me gusta esa fecha, es el día de San Patricio”.
“A mí también me encanta el número tres”, le digo, “Intento hacer todo de tres en tres. Rosie, mi cuñada, ella sabe de esas cosas y dice que es de buena suerte”, río entre dientes. “Estoy loca, lo sé”.
“Está bien”, dice James, “a veces necesitamos toda la suerte posible”.
Respiro hondo y asiento con una sonrisa.