Solo sangre

Capitulo V — Ángel de la noche

Creí que engalanar la mansión no sería tan difícil y que solo se demoraría un par de días pero el Sr. Rùjevbek, ese anciano se demoró cinco tardos días, no me puedo dar el lujo de dejar pasar más días sin tener a Scarlett entre nosotros, ella era mi nueva adición, su sangre fuerte la convierte en un vampiro con el débil cuerpo de un humano; cuando la convierta tendré que enseñarle muchas cosas, tendrá que acatar todas las reglas que hemos llevado por siglos, y si por su aciago no las cumple, no me importara que tan prestigiosa sea su sangre, no tendría sentido tenerla si no cumple el mandato, no tendré otro remedio que acabar con su existencia. Aunque sinceramente espero que obedezca.

Thimor estaba entregando las invitaciones con Dimitrie, ya las había mandado hacer cuando el Sr. Rùjevbek dio su estimado de cuanto tardaría en la casa; Vladislav estaba con su cara de niño molesto solo porque no le permití invitar a sus amigas de la casa de prostitución, ¿qué clase de fiesta tendría si esas mujerzuelas llegaran a asistir?, una fiesta de ese calibre impresionaría a Scarlett pero no de buena manera; no sé por cuánto tiempo soporte a mi hermano.

 

— Vladislav, madura, ya no eres un niño. Sabes perfectamente que no puedes invitar a esas mujerzuelas solo porque te causan placer —gruñí levemente y lo mire retador.

— Y tú si puedes invitar a esa Scarlett, solo porque… su sangre es fuerte —bufo y movió sus dedos como si fueran estos lo que estaban hablando.

— No es solo por eso, también es por su cuerpo que es único en su clase.

— Debe serlo si solo tiene 17 años. ¿Sabes que vas a tener sexo con una niña que no tiene experiencia en ello? —enarco una ceja y su sonrisa torcida se formó.

— Con el tiempo lo va a tener, solo hay que ser paciente —reí de medio lado. Yo le enseñaría muchas cosas.

— Si tú lo dices —se dirigió a la puerta decidido a irse—. Voy a darle la mala noticia a mis amigas —rio frio y sádico—. No me esperes despierto.

— Recuerda que no me gustan los dhampir —le advertí, se lo tenía que recordar de vez en cuando.

 

Hizo una seña con la mano como si ya lo supiera todo.

 

— No te preocupes, que eso  nunca va a pasar —salió de la mansión.

 

Si Vladislav sigue actuando de ese modo no me cabe la menor duda de que va a engendrar a un asqueroso hibrido y si es así tendré que matarlo, ya nuestra raza ha cometido varios errores engendrando a esas repulsivas criaturas, que lo único que hacen es cazar a su creador en cambio de unas cuantas monedas de oro o plata, dejar con vida a una mujer después de tener sexo es un error que cometen algunos de nuestra especie, algunos que tienen piedad de esos seres débiles.

⊶──────────⊷

Me dirigí al exterior de la mansión, tenía que observarla de nuevo, el Sr. Rùjevbek y sus empleados le habían quitado el aspecto sombrío y fúnebre, todo estaba moderno, adentro tenía una decoración borgoña, cobre y plata, con esculturas de mármol, todo combinaba a la perfección; afuera el alabastro de las paredes estaban pulidas, y los pilares creados de esa piedra contrastaba muy bien con los jardines; con esta nueva vestimenta de la mansión el cortejo con la Srta. Scarlett será más fácil, aunque nunca fue difícil para mí hacer esto, pero esta vez tendré que usar otra forma de cortejo, una forma rápida y certera para tenerla en mi clan lo más rápido posible.

Me senté en un banco que estaba junto a las rosas blancas, esas rosas eran más que blancas, eran muy pálidas, pereciera que estuvieran muertas aunque tuvieran mucha vida en su interior, sin embargo tenían un manto marchito, que no entendía porque lo tenían, si han sido sumamente cuidadas. Entrecerré mis ojos y di un largo suspiro con pesadez, moví mi cabeza hacia arriba y contemple el cielo que se volvía gris rápidamente por las nubes que lo cubrían, sin dejar una pequeña parte sin nube. El clima de Sibiu parece que siempre será de esta forma tan cambiante, el sol puede salir y brindar luz, pero siempre saldrán las nubes para cubrir todo, aunque tengo que admitir que esa esencia gris era de mi agrado.

Me levante del banco y camine a la calle, tenía que salir para sentir pasar el tiempo rápido; camine con pasos pausados para observar todo a mi alrededor, habían hileras de árboles y otras plantas más pequeñas, esas hileras llevaban a la ciudad; se podía escuchar a lo lejos las pisadas fuertes y rápidas de los caballos que llevaban a parásitos encimas de ellos como su dueños, no era lo único que se escuchaba, se podía oír el revoloteo de las aves y en ello su canto sumiso. La mansión quedaba  retirada de la ciudad o de cualquier otra mansión, lo único en lo que quedaba cerca era el bosque y eso para nosotros es un gran beneficio, ya que podíamos traer a cualquier humano y disfrutar de su sangre; los humanos no vienen a esta parte por temor que lo devoré algún animal salvaje, pero no hay ningún animal salvaje ahí.




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