Sibiu Rumania siglo XVII
Regresar a los que unos llamarían “hogar”, no estaba en mis planes; Sibiu nunca represento tal cosa para mí, solo representa un paisaje consumido por sus habitantes desleales.
No estaría aquí si no fuera por los demonios del norte, ver como esas inmundas criaturas tomaban mi castillo de Bulgaria con la ayuda de aquella bruja, esa maldita bruja amante de los demonios. El martirio de esa noche llego a mi brazo derecho, como una picadura de un escorpión que lo único que causaba era ira; me tomo semanas para que mi brazo se recuperara de aquel hechizo corrosivo. Si tan solo tuviera en mis manos ese fino y repulsivo cuello de esa bruja, lo volvería trizas con mis dientes, sintiendo su sangre ciñéndome.
Basto con un gruñido propio para calmar mi enojo.
Me acomode en el asiento del carruaje, entrecerrando los ojos para ver a mi hermano que estaba en el extremo opuesto, los viajes con él se hacían tardíos y pesados, su desobediencia y su alto libido eran la causa, ya que pedía a Thimor, nuestro chofer que parara en los pestíferos burdeles. Si Vladislav no fuera de mi propia sangre, hace siglos que lo hubiera matado y así acabado con su engreída existencia.
Él veía por la ventana, haciendo que la tela borgoña de la cortina cayera a sus lados, resaltando así la pálida piel, que hacia un fuerte contraste con su cabello ébano; su aire estaba molesto, como un niño malcriado que se encapricha por un juguete, o en el caso de él, por una mujer de vida libertina. No había pronunciado nada desde la mañana.
Tanto le había afectado realmente lo de Ruxandra.
— Deja de molestarte por Ruxandra —dije rompiendo el silencio—. Te engaño y eso era muy obvio cuando decidiste transformarla.
— Que se puede esperar de una mujerzuela —se apartó de la ventana mostrando su fría sonrisa que indicaba que nada le importaba—. Se supone que ella estaría solo conmigo, yo la transforme, es una… puta en lugar de un vampiro —comento cerrando los ojos y cruzándose de brazos.
— ¿Así hablas de una mujer?, no pareces un Denndorfer —entre cerré los ojos—. Aunque tienes razón se supone que ella seria tu amante, pero la dejaste mucho tiempo con Octavian y eso era de esperarse.
— Lo sé —dijo molesto y viéndome, como si su mirada fuera una daga—. Pero tú no me dejaste acabar con él, quiero tomar su existencia por lo que me hizo.
— No quiero que mi clan descienda —mi voz se oscureció.
— Por eso es que me prohibiste que pudiera transformar a alguien más —bufo.
— Te encaprichas con cualquier mujerzuela y las transforma, tendríamos a muchas mujeres hermosas pero cuando toque pelear no servirían de nada. Las mujeres solo sirven para el placer y eso lo sabes muy bien —es para lo único que sirven la gran mayoría.
— ¿Ninguna sirven para la guerra? —inquirió con cierto tono de burla.
— Habrá muy pocas que sirvan, claro solo si su sangre es lo suficientemente fuerte.
— Es mejor acostarse con ellas y dejarlas —dijo, que insensato es.
— No hay que dejarlas, hay que matarlas después de acostarse con ellas —comente serio—. No quiero que en mi clan haiga un damphir, así que cuidado con lo que haces Vladislav o yo mismo te matare.
— Lo tendré en cuenta hermano —rio de medio lado. Ver esa sonrisa solo me provocaba desprenderle la quijada.
— ¡Señor! —se escuchó la voz de Thimor, desde afuera—. ¡Llegamos!
— No hagas ninguna estupidez —le advertí a mi hermano.
— Tu tampoco Vlad —añadió y se asomó de nuevo por la ventana del carruaje.
No pude evitar ver también, desde mi perspectiva, Sibiu no había cambiado mucho desde que partí, hace ya unos casi 400 años, volver aquí era volver al inicio de todo, el inicio de una vida oscura y lamentable. Escenas vividas llegaron a mi mente, recuerdos de promesas no cumplidas, la muerte de los míos, e incluso de la mía. Cerré mis ojos con una fuerza violenta, no quería volver a recordar esa vida, no quería recordar a Isolda, porque sabía que ella había muerto por mi culpa, y eso era algo que no me podría perdonar.
Alejando los recuerdos, me enfoque en las mujeres que veía, muchas eran apetecibles y podían dar una buena diversión antes de morir. Curiosamente las personas parecían estar algo civilizadas, teniendo en cuenta que solo eran humanos.
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Editado: 28.04.2019