Las horas pasaban lentamente mientras todos esperaban noticias. El abogado, luego de hablar con Sara, había ido al rancho donde trabajaba el Torito a hablar con los dueños para poder interponer las demandas pertinentes. Aunque, por como ocurrieron los hechos, no les daba muchas esperanzas de encontrar al culpable. Un auto fantasma lo había arrollado a orillas de la carretera y se había dado a la fuga, no hubo testigos y el joven había sido encontrado mucho tiempo después; estaba vivo de milagro.
Mariana y Sarita se turnaban para cargar a su nieto y consolar a la joven, quien permanecía casi en estado de shock... Toro, Antonio y el Gato se habían alejado un poco para poder hablar entre ellos.
— Me llamó el abogado. — Dijo Toro en voz baja. — Vivían casi en la miseria, dice que vio el lugar y es una choza sin casi nada.
— Mierda. — Exclamó el gato en voz baja.
Toño permaneció en silencio.
— El dueño del lugar le habló muy bien de ellos, dice que ambos son muy serios, responsables y trabajadores. Que todos sus vecinos están muy preocupados por mi hijo, que lo aprecian mucho. — El hombre soltó un suspiro de consternación. Luego volvió a hablar. — Lo siento Toño, lo siento muchísimo. Fue mi culpa que tu hija pasara tantas penurias.
Toño y el Gato lo miraron sorprendidos sin saber qué responder.
— El torito me llamó un par de días después que se fueron y yo... Estaba muy alterado, lo traté muy mal, por eso nunca regresaron ni volvieron a comunicarse. — Aceptó Toro bajando la cabeza, lleno de vergüenza.
— Entonces también fue mi culpa. — Dijo el gato. — Yo también hablé con él y amenacé con destriparlo en cuanto lo tuviera enfrente.
— Y mi culpa. — Dijo Toño totalmente consternado. — Yo le dije a mi hija que jamás le iba a perdonar el dolor que le había causado a su madre, que era una malagradecida y que no quería volver a saber de ella.
— Puta madre. — Dijo Toro totalmente dolido.
— Ya ni lamentarse es bueno, todos nos equivocamos, ahora hay que hacer lo correcto. — Dijo el gato. — Vamos a concentrarnos en que el torito salga de esta y ver cómo nos lo llevamos para poder atenderlo como se debe.
Fueron interrumpidos por un médico que salió a la sala de espera, aún vestido con ropa de quirófano, todos corrieron a acercarse a él.
— Es casi un milagro que ese muchacho esté vivo. — Les dijo negando. — Tiene lesiones internas, fractura craneal y varios huesos rotos más. Perdió mucha sangre, no sabemos cuánto tiempo estuvo en la carretera antes que lo encontraran. Su estado es crítico, las siguientes horas serán cruciales, sólo nos queda esperar.
Sara y Mariana se abrazaron y empezaron a llorar mientras Sarita, en su silla de ruedas, abrazaba a su nieto y sollozaba en silencio. Los hombres se miraron entre ellos sin saber qué decir.
#3099 en Novela romántica
#964 en Chick lit
#1130 en Otros
#247 en Relatos cortos
perdon y nuevos comienzos, drama amor familia, diferencia de edad amor imposible
Editado: 15.02.2021