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Abigaíl entró a su casa, cerró la puerta apoyándose en ella y soltó un gran suspiro, miró la fotografía que tenía en las manos y no pudo evitar sonreír. Con cuidado, la colocó en la mesita de centro y se dirigió a la mesa donde trabajaba.
Sacó su celular del bolsillo y, al encenderlo, encontró varios mensajes de su mamá y otras tantas llamadas perdidas. Negó con impotencia y se sentó ante su equipo. Revisó sus correos, respondió algunos y empezó a ordenar documentos pues en uno de los correos le habían avisado que tendría una reunión virtual con su jefe en poco menos de media hora.
Justo en ese momento, alguien llamó a su puerta. Con extrañeza se levantó a abrir.
― Tienes muchas cosas que aclararme. ― Demandó su madre apenas Abigaíl abrió la puerta. ― ¿Cómo te atreviste a salir corriendo de mi casa apenas entró mi invitado? ¿Y cómo te atreviste a colgarme el teléfono y dejar de responder mis llamadas? ¿Quién es ese tipo con el que estás?
La joven soltó un suspiro de frustración y se hizo a un lado.
― Tengo una reunión de trabajo en unos minutos. ― Dijo con seriedad. ― Y aunque para ti pareciera que no hago nada, para mí es muy importante, no quiero que me la arruines.
― ¿En serio vives en esta pocilga? ― Dijo la mujer, con asombro y algo de desprecio en su tono.
Aby se detuvo en seco y se plantó frente a su mamá con los brazos cruzados, mirándola con el ceño fruncido.
― ¿En serio, madre? ― Preguntó alzando un poco la voz. ― ¿No tienes absolutamente nada agradable qué decirme? ¡Lo único que haces es criticarme todo el tiempo! Que si estoy vieja, que si estoy gorda, que si estoy fea, que si soy una solterona, que si mi trabajo no es importante para ti, que si vivo en una pocilga... Dime, mamá. ¿Por qué diablos querría yo estar al lado de alguien que no tiene absolutamente ningún respeto por mi persona y se la pasa insultándome?
― ¡No me hables así! ¡Soy tu madre! ― Replicó la mujer con los ojos muy abiertos.
― ¡Pues no lo pareces! ― Exclamó Aby, totalmente enojada. ― ¡Ni mi peor enemigo me hablaría en la forma que tú lo haces siempre! ¿Y sabes qué? ¡Ya me harté de estarte aguantando tanta falta de respeto!
― ¡Abigaíl! ― Exclamó su mamá, con los ojos muy abiertos, totalmente desconcertada. ― ¿Por qué me hablas así?
― En serio mamá... ― Negó la joven. ― ¿No te has puesto a pensar lo horrible que son las cosas que me dices y me haces? ¿Por qué crees que me fui de tu casa y me vine a esta “pocilga” como la llamaste? ¿Crees que me gusta estar junto a alguien que se la pasa insultándome y criticándome todo el tiempo? ¿Y tampoco te has puesto a pensar lo humillante que es para mí que te la pases diciéndole a todos los hombres que conoces que soy taaaan patética, que no puedo conseguir pareja por mí misma y que por favor me inviten a salir?
― ¡Yo no les digo eso! ― Exclamó la señora totalmente escandalizada.
― ¡Pues es lo que les haces pensar! ― Respondió Aby totalmente enojada.
Ambas se quedaron en silencio por un momento, la mamá totalmente sorprendida por todo lo que su Abigaíl le dijo. Ella, tratando de calmarse un poco.
― Tengo una reunión de trabajo. ― Dijo sin más, dándose la vuelta hacia la computadora. ― No digas una sola palabra más. No me vayas a arruinar esto porque, te lo juro, madre... ¡Jamás te vuelvo a dirigir la palabra en toda mi vida!
Se sentó justo a tiempo de recibir el enlace.
― Hola jefe. ― Dijo con voz aparentemente tranquila.
Su mamá, en silencio, se dirigió al sofá y se sentó. Tomó la foto de Daniel y su hija y se quedó observándola en silencio.
― ¡Aby hola! ― Se escuchó una voz. ― Primero que nada, muchas felicidades por la maquetación de “Pasión en Capri”. ¡El cliente se quedó más que feliz con el trabajo tan hermoso que realizaste!
Abi sonrió complacida.
― Gracias, celebro que le gustara.
― ¿Terminaste con la traducción del libro de Carter que tenías pendiente? ― Preguntó el hombre.
― Sí, ya quedó. ― Asintió Aby. ― La envié esta mañana, a primera hora, por email.
― Perfecto. ¿Qué te pareció el libro?
― ¡Es una belleza! ― Exclamó Abigaíl emocionada. ― Creo que va a ser un gran éxito. No tienen idea de la cantidad de emociones que provoca. ¡Es increíble! Me reí, lloré, me enojé, volví a llorar, suspiré, me enamoré... ¡Es un libro precioso! Si las lectoras logran emocionarse al leerlo, por lo menos la cuarta parte de lo que yo lo hice al traducirlo, le aseguro que va a ser un éxito de ventas.
― ¡Excelente! Valoro mucho tu opinión Aby. Siempre has acertado con tus predicciones.
― No son predicciones. ― Negó ella frunciendo el ceño.
El hombre rio brevemente.
― Tienes razón, me expresé mal. Pero siempre eres acertada con sus observaciones, pareciera que en realidad predices el éxito o el fracaso de alguna novela.
― ¡Santo Dios! Por favor no comente eso con sus autores, me culparían de todos los fracasos. ― Negó ella con preocupación. ― ¡Eso es demasiada responsabilidad sobre mis hombros!
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Editado: 09.07.2022