CAPITULO 3
- ¿2 000?
- Más
- ¿4 000?
-Más
- ¿5 000?
- 600
- ¿600? ¡Eso no está tan mal! -dice Bianca, antes de treparse sobre mí como mono. Podemos conseguirlo, no sé cómo, pero…
-5 600- Digo cerrando los ojos. De inmediato siento su estupor, afloja su agarre en mi cuello y apoya sus zapatos en los míos. Puedo sentir su mirada, así que aprieto más los ojos. No quiero ver la decepción en su rostro, que alguien como Bianca no sea optimista sobre algo significa que ese algo es realmente imposible.
- Pero, ¿tal vez si vas solo?
Abro los ojos de golpe y la miro frunciendo el ceño. -Ni hablar, de eso nada. No lo haré sin ti, no puedo hacerlo sin ti.
- ¡Bruno! Se trata de ti, yo no pinto nada en ese cuadro, excepto por el par de miles extra.
- Si, pero… - dudo, un momento y finalmente decido negar con la cabeza. – Olvídalo, de todas formas, es demasiada competencia. ¡Au!
Bianca me mira con un gesto duro, antes me ha mandado un golpe en el brazo.
-Parece que si te has pasado con la comida este ciclo. – le digo sobándome el brazo.
-Lo siento, pero lo creí necesario. -dice, tomando un gran respiro. - Bruno. Vera. Grimaldi…
Bianca empieza a darme un gran sermón. Yo por mi lado aprieto los labios para no reírme, siempre me ha parecido gracioso cómo se muerde las mejillas cuando se desespera. Parece un pez. Un pez exótico, bonito y flaco.
Algo así como Dory, si Dory es una muy buena descripción.
-… ¡Bruno! – otro manotazo y esta vez sí tomo cartas en el asunto. Me agacho y paso mis brazos por sus rodillas para poder cargarla sobre mi hombro. Bianca queda cabeza abajo en un abrir y cerrar de ojos. - ¡Bájame! ¡bájame! ¡bájame!
- Ok. – le respondo riendo por lo que voy a hacer.
Empiezo a correr hacia las escaleras y luego las bajo a paso rápido. Bianca no deja de gritar en ningún escalón y cuando finalmente llegamos al final, suelta un llantito lastimero.
-Dramática. – le digo, porque soy un profesional leyéndola.
- Casquivano. – dice, y empieza un casi incontrolable pataleo
- En español por favor. – le respondo. - ¡Quieta fiera!
-Mejor te lo traduzco a tu idioma. – Doy un pequeño brinco cuando siento su mano adentrarse en mis shorts, y antes de poder hacer algo, ella encuentra la pretina de mi calzoncillo para a continuación empezar a tirar hacia arriba.
- ¡Para! ¡Para! ¡Para! ¡Bianca! – digo retorciéndome. Entonces se me ocurre empezar a correr, pero justo cuando cruzó hacia la cocina me choco con mi papá. El me mira entrecerrando los ojos mientras toma un jugo de frutas.
-Hola Bianca. – saluda con su voz ronca
- ¡Hola señor Vera! Mamá los va a invitar a la fiesta por su cumpleaños, irán ¿no? – pregunta Bianca desde mi espalda. Su cabello le hace cosquillas a mi pierna por lo que la bajo un poco más. Solo un poco. - ¡Ah! ¡Bruno!
-Por supuesto que iremos Bi, no nos lo perderíamos, de hecho, nos encontramos en el super y me dio la tarjeta. – responde papá, luego lleva su mano a mi cabeza para sacudirme el cabello. – Asegúrense de no lastimarse nada. Por cierto, Bianca, tu mamá dijo que no olvides que hoy debes regresar temprano a casa.
- ¡Cierto! ¡Gracias señor T! - grita Bianca antes de que mi padre salga de la cocina.
-Te bajare, pero si me vuelves a pegar te colgare de un árbol por cinco minutos.
-Solo inténtalo – susurra.
- ¿Por qué debes irte temprano hoy? – le pregunto después de bajarla. Me apoyo en la mesa y ella camina hacia mi costado, luego pone su cabeza en mi hombro. - ¿Qué pasa?
-Mamá quiere hacer una videollamada con Sara, y solo puede ser a las siete. No tengo nada de ganas de hablar con ella.
- ¿Y conmigo? – le preguntó
- ¿Qué hay contigo? – me pregunta levantando la mirada
- ¿Quieres hablar conmigo? – le digo y paso mi brazo por sus hombros en un abrazo ligero.
- Siempre quiero hablar contigo.
- Perfecto, porque la llamada con Sara solo será algo que tienes que pasar, te llamaré a las ocho. – le digo, y puedo identificar el momento exacto en que sus ojos vuelven a encontrar su brillo. Me sonríe y luego me da un beso en la mejilla que hace que yo sonría también.
Después de un breve momento se aleja de mis brazos. – Nos vemos mañana.
-Te acompaño…
-No, está bien, vine en bicicleta. Además, debo prepararme mentalmente para hablar con Sara.
-Cierto. – le respondo.
Caminamos hasta la puerta. Bianca coge su bicicleta y la saca por el camino de entrada. Vive cerca, así que no me preocupo mucho.
La veo subirse y hacer sonar el bulloso timbre rosa del aparato.
- ¿Bruno? – habla con duda en su voz
- ¿sí? – le contesto, preguntándome en que está pensando.
- Encontramos la forma de reunir el dinero. Iremos a Brasil. Lo prometo.
- Tenemos un mes. - le digo sonriendo
-Se nos ocurrirá algo.
Editado: 16.11.2020