Solo soy Bruno

S E I S - Mensaje y bailes

CAPÍTULO 6

            - ¡Luca! ¿Has visto a Bianca?

            - ¡Dah! La he visto como unas cinco, cien, mil, ¡un millón mil de veces! – responde, simulando contar con los dedos. - ¡Usa lentes, es alta, flaca… es un amor! - Se ríe y luego grita un gran “¡uh!” que es secundado de inmediato por varios de alrededor. - ¡Por cierto, esto es un éxito hermano, un éxito!

Me dirijo a la cocina a ver si tengo más suerte ahí.

Perdí a Bianca hace un gran rato. Y ese no era un gran problema hasta que me mandó un mensaje diciendo que alguien quería llevársela a la fuerza. No ha vuelto a contestar su celular.

Estoy volviéndome jodidamente loco.

            - ¡Maritza! ¡Hey! – grito tratando de llamar la atención de mi amiga. – Permiso, permiso. ¡Maritza!

            - ¡A ver, a ver! Háganse a un lado, dejen pasar al chico y de paso ¡déjenme respirar, carajo! – ordena cuando por fin me ve. La rodean varios chicos y unas cuantas chicas también. - ¡Mateo! ¡Por Dios no eches el queso ahí! ¡En el centro, en el centro, Dios!

            - ¡¿Has visto a Bi?!- Le pregunto persiguiéndola por la cocina.

            - ¡¿Bianca?! ¡Estaba vendiendo el tequila! – responde, sin prestarme mucha atención. - ¡Mateo saca la de pepperoni!

            - ¡Sale la de pepperoni! – la secunda Mateo, obedeciendo la orden, y con eso hay una ola de exclamaciones en la cocina.

Mi corazón va a cien mil por hora, hago un cuestionario rápido a los que están cerca, pero nadie ha visto a Bianca.

Decido volver a salir a revisar cerca, pero entonces por alguna razón mi vista se enfoca en la escalera abarrotada de desconocidos borrachos.

            - ¡Joder! – exclamo sin poder evitarlo, mientras corro hacia las escaleras

Una vez arriba, saco las llaves de mi bolsillo y empiezo a abrir las puertas de las habitaciones. Reviso todas y cuando llego a la última tomo un gran respiro de alivio.

Pero de inmediato caigo en la cuenta que acabo de perder el tiempo. ¡Yo mismo me encargue de cerrar las habitaciones!

Me obligo a mí mismo a enfocarme y no perder la cabeza. Bajo corriendo de nuevo. Me dirijo afuera.

Hasta que la veo.

Alguien se cruza en mi camino.

Alguien cae encima de mí.

            - ¿Bianca?

            - ¿Qué? ¡Soy Mateo, joder!...

            - Si, sí. Mateo. Quítate. - le digo tratando de empujarlo, sin perder de vista a Bianca.

Aunque desde dónde está no es tan difícil no perderla de vista.

            -… ¿Hoy es el día de confundir a Mateo? Primero Maritza llamándome Raúl, y ahora tú…

            - ¡Mateo, quítate!

- Si, si, ya va. Pero primero, ¿Quién carajos es Raúl?...

            - ¡Mateo me estás aplastado, caray! ¡Quítate!

            - ¡Ya va, ya va! Pero enserio, ¿Quién es ese tal Raúl? - continua mientras nos paramos. – Es decir, Maritza y yo estábamos tan bien, sabes. Había está conexión cuando ella me gritaba allá en la cocina y entonces…

            -… ¡Mateo! Sí, lo siento, pero luego hablamos, ¿bien?

Grita algo más, pero la música no me deja entenderlo. De todas formas, sigo caminando hacia el gran tumulto alrededor de la mesa del comedor.

La música cambia a una canción de trap que ella odia.

Aun así, subida en la mesa, Bianca sigue bailando.

Su falda se ha levantado un poco. Puedo notar cada movimiento de su cintura, sobre todo porqué lleva la blusa mojada y se le adhiere al cuerpo. Su cabello esta despeinado, sus rizos le tapan la cara casi al completo.

Si ya la encontré, ¿por qué mi corazón sigue a cien mil?

 

 

 

 




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