Solo soy Bruno

D O C E - Castings y nervios

 

 

CAPÍTULO 12

Para cuando la emoción y los nervios me despiertan, la puntualidad y perfeccionismo de Bianca ya la han puesto de pie.

Mi ropa está perfectamente acomodada en mi cama, junto a una toalla. Escucho el agua de la ducha y a ella tarareando. Solo entonces caigo en la cuenta de su desnudez al otro lado de la puerta. Me molesto conmigo mismo por pensar en eso. Revisó mi celular.

Hay un correo del programa.

            “Los esperamos con ansias”

Como inocentes presas de lobos, pienso. Tomo un gran respiro para concentrarme en desconcentrarme.

Bianca sale con una bata de baño.

Me desconcentro de nuevo.

No me atrevo a hablar, le sonrió. Aunque sé que me he sonrojado. Me siento tonto por eso, así que evito su mirada, cojo la toalla y entro al baño. Antes de cerrar la puerta, capto un atisbo de su mirada dudosa, de sus cejas fruncidas y de la forma en que muerde su labio inferior.

Es muy temprano aún. Desayunamos y salimos junto a la mañana brasilera. El sol quema sin ser grosero. Hemos salido antes de la hora pique, por lo que comento el recepcionista del hotel. Por supuesto, Bianca lo había calculado así.

Discutimos sobre tomar el bus o un taxi. Bianca se va a lo seguro, un taxi que nos lleve directo a nuestro destino desconocido. Yo me voy a lo aventurero (un poco irónico de mi parte, tal vez) un bus recomendado por Google, más barato y seguidor de una ruta más amplia para ver.

Gana Bianca, con el certero argumento de no arriesgarnos a perdernos y no llegar al casting.

            -Al regreso, tomamos el bus. - dice levantando su meñique. - ¿pinky promise?

A regañadientes, la sigo: - Pinky promise. – cruzamos nuestros dedos meñiques, pero ya no los volvemos a soltar.

En el camino, Bianca toma fotos de las tiendas que le llaman la atención. No demora en conversar con el chofer, y este agradado por su entusiasmo infantil, le empieza a señalar lugares, a contar historias y aconsejarla para una mejor estancia.

Cuando llegamos se despiden amablemente. Le dice, “adiós niña” y yo disimulo una sonrisa. Siempre le dicen así. Creo que ella lo atribuye a su físico, es alta sí, pero su cara tiene rasgos pequeños, al igual que su contextura. Eso la desalienta un poco. Yo en cambio, sé que es por su actitud, pero nunca se lo he aclarado, solo para ver la forma en que infla los cachetes y pone morros cuando la llaman así. Y son muchas.

La dirección es la del estudio de grabación de un canal de televisión de acá. En la entrada presentamos los documentos y pasamos una rápida revisión y verificación de datos.

Nos mandan al segundo piso. Encontramos a cinco chicos y dos señoras que parecen ser acompañantes de algunos de ellos. No sabíamos si iban a dejar pasar acompañantes. De todas formas, ella insistió en acompañarme hasta donde la dejarán. Una chica sentada tras un escritorio nos llama. Me pide mi nombre y mi número de participante. Me da un carnet.

Nadie me relaciona con Tefi porqué usa únicamente el apellido de soltera de mi abuela como su nombre artístico. Es una forma de honrarla.

Sabía que nadie lo haría, pero la confirmación de eso me da una tranquilidad motivadora. Estoy de mi cuenta. Empezando de cero. Valiéndome de mí mismo.

Me gusta.

 

 




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