"Persona no tan desconocida"
—¡Maldito idiota! —gritó un hombre de unos cuarenta años embrutecido por el alcohol que había bebido—. ¡Fíjate por dónde caminas!
Él, junto con otro hombre, pateaban a un chico que yacía en el suelo, cubriendo su rostro con sus brazos mientras ocultaba las lágrimas que salían sin parar de sus ojos.
¿Qué había hecho mal?
Su primer día, el cual creyó, sería uno de los mejores de su vida fuera de su casa y terminaba siendo golpeado por unos hombres que lo vieron como presa fácil. A pesar de haberse disculpado por un pequeño choque que, para su mala suerte, provocó que uno de ellos terminara dejando caer la botella de vidrio que tenía en la mano, y a pesar de haber ofrecido pagarla, ninguno dudó para lastimarlo.
-¡Esto es lo menos que te mereces, estúpido niño! -El joven, alcanzó a sentir algo húmedo en una parte de su rostro que no pudo cubrir, no lo analizó demasiado para darse cuenta de que era la saliva de uno de los hombres, por el hedor que ésta tenía-. ¡Con esto aprenderás a no meterte con quien no debes!
Por supuesto, nadie pensaba ayudarlo, lo poco que podía ver entre sus brazos eran las miradas de lastima de varias mujeres, las risas de otros hombres que se divertían con el espectáculo y a otras personas que pasaban de lado la escena como si no tuviera importancia.
Archie se lo había advertido.
Y justo en ese momento se dio cuenta de la razón que tenía.
[ . . . ]
Un fuerte sonido se escuchó en medio de todo el ajetreo de la ciudad y poco después, Merritt fue jalado con rudeza hasta estar frente a frente con los cuatro hombres que lo habían rodeado.
-Lo siento -dijo Merritt rápidamente antes de que alguien más hablara.
Pero como ya había aprendido, ese tipo de personas ni siquiera se detenían a conversar, lo único que hacían era buscar problemas por mera diversión, estaba seguro de que no tenían el razonamiento como para actuar civilizadamente al menos una vez en sus vidas, pues lo primero que hacían era golpear.
Fue inmovilizado por la espalda por uno de los hombres que desprendía un olor nauseabundo que Merritt ya odiaba.
-Puedo pagar-
-¡Oye, Frank! -Merritt giró la cabeza para buscar al mencionado, éste, se acercó más a ambos- ¿Este no es el chiquillo del que nos hablaste?
La duda se adueñó del chico.
Frank analizó a Merritt, mismo que temía por cualquier cosa que fuera a decir el sujeto, no recordaba habérselo cruzado en alguna ocasión, y si había sido grosero con él seguro que ya sabía lo que le esperaba.
-¡Sí!
Oh, no.
-Tu eres el enfermo que se pasea por ahí con apariencia de mujer.
-Creímos que habías exagerado pero tienes razón. ¡Parece una maldita mujer!
El corazón de Merritt pareció detenerse al escuchar esas dos palabras: una mujer... Al igual que aparecieron unas pequeñas ganas de llorar.
-¡Te lo dije! Oye tú, ¿acaso tienes fetiches con parecer una puta?
-¿Qué? -murmuró Merritt en un hilo de voz.
-¡Sí!, seguramente se te hace tarde para trabajar, ¿en qué burdel trabajas?, ¿quieres que te acomp-
Y entonces, Merritt no supo de dónde sacó la fuerza para librarse del agarre del hombre, ni mucho menos la fuerza y el valor para lanzarle un puñetazo en la cara al otro sujeto que tenía enfrente y que lo hizo enojar pero no podía negarlo, le fascinó golpearlo.
El mismo cayó al suelo, atónito, a lo que Merritt no se detuvo más tiempo para pensar lo que había hecho y se abalanzó sobre él y, aún con todo su enojo, continuar golpeándolo directo a la cara.
Los otros hombres, que se quedaron helados ante la acción del joven, luego de salir de su trance, rápido fueron por el mismo, iniciando con los golpes con tal de poder provocar un daño al chico.
Y, sorprendiéndose a sí mismo, Merritt pudo alcanzar a ver el puño que iba directo a su rostro y con un impulso invisible consiguió esquivarlo estando aún encima del otro hombre que ya comenzaba a sangrar de la nariz y boca, resultado de los golpes de Merritt. Al ver cómo los tres hombres iban tras él se levantó lo más rápido que pudo y empezó a repartir golpes al azar con la esperanza de darle a alguno. Cosa que pudo conseguir en más de una ocasión.
Aprovechando su estatura y peso y considerando lo mareados que estaban los hombres en la pelea, con dificultad, había logrado golpear en más de una ocasión a cada uno, obviamente, estaba feliz por no ser tan debilucho como creyó serlo, y, al ser la primera vez que se defendía ante una provocación, no lo había hecho tan mal.
Uno de los tipos lo había tomado por la espalda y Merritt no dudó en patearlo lo más fuerte que pudo pero con el impulso que usó para librarse otro de ellos lo golpeó en el rostro, haciéndolo caer al suelo.
Un sólo golpe hizo que su nariz sangrara pero se levantó como pudo tratando de evitar los puñetazos que se le vendrían cuando estaba en el suelo, no tenía mucha resistencia y eso ya le estaba cobrando factura, su garganta empezaba a arder por respirar por la boca todo el rato y su pecho dolía, pero, con todas sus fuerzas pudo dar otro golpe a la cara del mismo tipo que había conseguido derribar. Aunque segundos después alguien fue más rápido que él y le dio un puñetazo en el estómago, haciéndolo perder el aire y el equilibrio.
Su boina había caído al suelo hace mucho y él también lo hizo minutos después.
Con las manos en su estómago hacía lo posible para recuperar el aire pero parecía imposible, sentía que se ahogaba y para hacerlo peor, esta vez no podría levantarse para evitar los golpes de los cuatro hombres al mismo tiempo.
Se cubrió el rostro con los brazos y sintió una gran cantidad de patadas en su espalda y estómago, haciéndole más difícil la tarea de poder respirar correctamente.
Cuando creyó que ya se había detenido, sus muñecas fueron aprisionadas y fue levantado con brusquedad, ya no pudiendo proteger su rostro de los futuros golpes que se le vendrían.