Son las diez y media de la mañana cuando llegamos a la localización para grabar un nuevo episodio de nuestro programa. Saludamos al dueño del lugar y le mando la ubicación a la abogada para que pueda llegar sin problemas con su hijo.
Nos sentamos en las sillas para que las peluqueras hagan su trabajo y mi pierna no deja de moverse de arriba abajo, nervioso.
No he hablado con la chica desde la reunión y no me gusta no saber nada de ella. La contestación que me dio sobre por qué no me miraba a los ojos cuando me hablaba no me dejó muy convencido. Estoy seguro de que le ocurre algo conmigo, pero no sé qué es.
Han terminado de peinarme y maquillarme, me levanto de la silla para alejarme un poco de todos los del equipo y miro el móvil. Han pasado veinte minutos desde que le mandé la dirección y la abogada no ha respondido.
Tal vez se ha echado atrás en su promesa y prefiere mantenerse alejada de mí. Quizás piense que no somos una buena influencia para su hijo y evita pasar el tiempo con nosotros. «O yo qué sé. No la entiendo», me regaño a mí mismo leyendo el mensaje que, por fin, la chica me manda. Es simple y eso hace que me decepcione. ¿Qué está pasando?
El director nos convoca en el centro de la estancia amplia llena de juegos deportivos, nos reunimos a su alrededor para que nos cuente un poco lo que vamos a hacer y nos vamos a los baños para cambiarnos de ropa.
Los estilistas nos entregan unos chándals y empezamos a saber en qué va a consistir el episodio.
—¿Le has mandado la ubicación a HaNeul? —me pregunta TaeJoon abrochando la cremallera de su chaqueta gris.
—Hace media hora.
—Estoy deseando ver a WooJin. Nos lo vamos a pasar genial —mi compañero parece emocionado y yo sonrío disimulando.
Todos salimos ataviados con los chándals y dos hombres se acercan para amarrarnos los arneses de seguridad.
Me lo están abrochando en las caderas cuando escucho una voz dulce muy conocida que me hace alzar la mirada y sonreír al ver su carita de ángel.
—¡NamYoon! —grita WooJin corriendo hacia mí para abrazarme con fuerza agarrado a mi cuello.
—Buenos días, campeón. ¿Preparado para pasarlo bien?
—Por supuesto. ¿Qué vais a hacer?
—Tres retos deportivos. Creo que no será nada fácil, pero se intentará. ¿Dónde está tu madre?
—Hablando con las chicas detrás de aquellos monitores —me contesta señalando con su pequeño dedo hacia la espalda del director.
El hombre también está hablando con las féminas y riendo con un comentario de la abogada que no consigo oír desde mi distancia.
—Voy a saludarla. ¿Por qué no te quedas con los chicos? TaeJoon estaba deseando que llegaras para jugar contigo —le digo al pequeño sin apartar mis ojos de la chica.
Me acerco casualmente hasta ellas y me uno a la conversación. Al parecer, el director les ha contado lo que vamos a hacer y las muchachas están deseando vernos trepar como monos por las paredes.
—Buenos días —me saluda la abogada mirando la pantalla del móvil cuando sonó en el interior de su bolso.
—¿Qué tal vas con la demanda?
—Bien. La semana que viene tendremos una reunión con los abogados de los demandantes. Espero que podáis estar los dos —alza la mirada hacia mí y noto que sus mejillas se sonrojan.
Sé que me estoy perdiendo algo, pero no sé qué puede ser. ¿Qué le ocurre a esta chica conmigo?
—Claro. Avísanos con tiempo para poder organizar nuestra agenda. Podéis coger lo que queráis del catering. Me voy a grabar —le informo nervioso y algo tímido por su reacción tan inesperada.
—Gracias. Suerte con las pruebas.
Le hago una leve reverencia con la cabeza y una sonrisa en los labios, doy media vuelta y me acerco a mis compañeros que están jugando con el niño en una pared de escalada.